Cómo encontrar y retener gente útil

Soluciones sin dinero para el tambo

Formar equipos, plantear horizontes claros, mejorar la comunicación con el operario para generar confianza e integrarlo al diseño de estrategias productivas fueron algunas sugerencias que se plantearon en una Jornada de Actualización Técnica del Movimiento CREA en Esperanza.

 

Soluciones sin dinero para el tambo
 

Juan Manuel Fernández Federico Aguer

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Enviados especiales

Una nada despreciable suma de más de 200 asistentes (entre productores, asesores y proveedores de servicios), enmarcó una nueva Jornada de Actualización Técnica de la región CREA Santa Fe Centro, que bajo la consigna: “Hacia una lechería simple, rentable y sustentable”, planteó algunos de los temas más urgentes para nuestra producción lechera.

El programa, dividido en tres bloques, propuso un temario centrado en la intensificación de los recursos humanos: “De grupos de trabajo a verdaderos equipos”, a cargo del Ing. Agr. Fernando Preumayr, consultor en desarrollo de personas y equipos para empresas agropecuarias.

El tema “Pérdidas del sistema y crecimiento del rodeo: ¿Cómo pasamos del diagnóstico a la acción?”, fue abordado por el Ingeniero Luis Peluffo (productor CREA) y el Médico Veterinario Oscar Garnero, de la Facultad Ciencias Veterinarias.

Finalmente, el tema “Hacia una lechería simple, rentable y sustentable”, planteó un análisis de la información física y económica de los tambos de los grupos CREA de la Región. Estuvo a cargo de los Ingenieros Emiliano Demarchi, Daniel Lovino (Coordinadores Comisión de Lechería Región Santa Fe Centro), y Javier Baudracco, de la Facultad de Ciencias Agrarias, doctorado en Nueva Zelanda en Massey University, Institute of Veterinary, Animal and Biomedical Sciences.

Herramientas a mano

Para el Ing. Agr. Emiliano Demarchi (organizador de la JAT) el objetivo fue discutir herramientas existentes para lograr el gran objetivo de ser simples rentable y sustentables. “Para que sean simples tiene que pensarse en la gente que trabaja. Para que sean sustentables deben estar bien planteados detrás de las claves de la empresa tambera y no perderse en la gran cantidad de cosas que hay para hacer en un tambo, ir detrás de la carga, la eficiencia de la cosecha de forraje, maximizar la producción de forraje por hectárea, tener una vaca adaptada a nuestro sistema, manejar el estrés, cuidar a los animales sanitariamente, afinar el tema reproductivo, etc.”, graficó.

Para Demarchi, en lo simple ya se está trabajando, “aunque a veces a la actividad la complicamos nosotros. En lo rentable tenemos un camino bastante allanado”, aclaró, en mención a la productividad promedio de los tambos de la zona que duplica la productividad media por hectárea a nivel nacional. “Por lo tanto, si la productividad está asociada al margen y la renta, tenemos un gran camino hecho en ese sentido”, dijo a Campolitoral. Es más, las empresas del margen superior incluso triplican esos márgenes de la media nacional.

A manera de cierre de este círculo virtuoso, Demarchi aclaró que primero la empresa debe ser rentable; sino no puede ser sustentable. “Todo lo que venga con el cuidado del medio sumará mucho. Y que la gente se sienta contenta trabajando redundará en esto último, por lo que si somos rentables y simples también seremos sustentables”.

La gente y los equipos

Fernando Preumayr, consultor privado y docente de la carrera de agronegocios de la Universidad Austral, se enfocó en uno de los principales desafíos de la empresa tambera: el recurso humano. “Hoy tenemos grupos de gente y no equipos de trabajo”, advirtió al auditorio. “Uno de los grandes problemas -reflexionó- es que no hay horizonte dentro de la empresa, que el trabajador no tiene una meta u objetivo hacia donde avanzar; tiene que incorporarse al operario en la planificación; no es cuestión de pegar dos gritos”. En este sentido apuntó: “los jóvenes no quieren trabajar porque no hay más remedio; la mano dura tiene los días contados, la gente quiere un estímulo”.

Los empresarios lecheros sabían muy bien de qué les hablaba. Hace tiempo que no les resulta fácil conseguir mano de obra y mucho menos que contribuyan con eficiencia al proceso de intensificación. La clave propuesta fue, además de ofrecer buenas condiciones vida y de trabajo, “construir confianza” para que el personal se sienta parte de un proyecto con objetivos claros, con certidumbres e integrando al tambero asociado y sus colaboradores al proceso de análisis y toma de decisiones.

Preumayr destacó que la prioridad es armar un equipo y para ello es necesario generar confianza discutiendo e interactuando. También se necesitan realizar acciones coordinadas para lograr cohesión. “Cuando hay objetivos compartidos, cosas en común, aparecen la confianza, la colaboración, la comunicación y la coordinación. Pero cuando hay objetivos individuales, cuando cada uno hace la suya y contagia a otros, se produce la mecánica del cumplimiento: cumplo y miento; eso produce desunión, paralización, desorganización y desencanto”, sintentizó.

Sin rodeos, desde el público los empresarios asumieron sus propias limitaciones y preguntaron “¿cómo aprendo a comunicar?”. Y la respuesta de Prumayer fue simple: “con empatía; poniéndome en el lugar del otro, conociendo sus pensamientos, sus necesidades, sus deseos”. Pero también le plantearon un dilema “¿cómo hago eso y al mismo tiempo pongo los límites necesarios?” La respuesta también fue precisa: “hay que delimitar claramente las reglas de juego desde el día cero”. En este sentido propuso ofrecer a los empleados un plan para el año que defina claramente roles y objetivos de cada uno.

La clave de la capacitación

Para el Ingeniero Agrónomo Luis Peluffo -referente en Argentina del modelo de lechería neocelandés- se necesita saber atraer gente con valores. “Uno puede tener una lechería sustentable cuando las personas involucradas tienen puesta la camiseta de la empresa, comparten los objetivos y están capacitadas para hacerlo; y eso ocurre cuando uno le ha generado las condiciones de calidad de trabajo y de calidad de vida para que ese tipo de gente se involucre”.

Sobre la relación entre calidad de trabajo y manejo operativo, el especialista señaló la diferencia con el sistema neocelandés, en el que las pariciones se estacionan 3 meses al año y no 10 o 12 como en Argentina. “Eso hace que las tareas están concentradas; son intensas pero cortas y son fácilmente medibles los resultados”, explicó. En Nueva Zelanda -afirmó- consiguen “gente joven, con calidad de vida y perspectivas de crecimiento; y uno la ve feliz en actividad y se consiguen buenos índices productivos”.

Mario Correnti, jefe de la Agencia de Extensión Rural del INTA en Esperanza, aseguró que la mano de obra -su disponibilidad, capacitación y permanencia- “es a veces uno de los factores que frena el desarrollo de la actividad lechera”. Esa fue el disparador -sostuvo- que impulsó a la entidad a iniciar, cuatro años atrás, el curso El Profesional Tambero, que tiene la particularidad de realizarse “donde están los tamberos”.

Con 1.100 tambos, Las Colonias es (junto a Castellanos) uno de los distritos con mayor densidad del país. En en conjunto con entidades públicas y privadas, ya se realizaron 12 cursos en los últimos 2 años y medio. “Es el departamento del país que más cursos ha realizado; hoy tenemos 300 tamberos capacitados”, destacó Correnti. La capacitación consta de 13 clases de 3 horas en las que se abordan temas específicos como rutina de ordeño, calidad de leche, mastitis, manejo de pasturas, alimentación, crianza de terneros o manejo de la recría, entre muchos otros. “Y una de las cosas en las que se pone mucho énfasis -explicó- es la importancia del trabajo en equipo; el curso comienza con eso”.

Capacitación para todos

El jefe de la AER Esperanza relató que los “egresados” valoran enormemente el conocimiento adquirido y “el reconocimiento que se les da con el certificado que los acredita como profesionales”. Además se conforman nuevos grupos humanos: “a lo mejor tamberos que estaban alambrado de por medio no se conocían y se establece una relación entre ellos, por lo que también tiene un impacto social digno de destacar”. Los empresarios propietarios, por su parte, “han notado un cambio importantísimo en la calidad del trabajo de ese recurso humano”. Además, “han empezado a recibir muchas demandas de incorporación de tecnología, cambiar rutinas de trabajo, participar más en el diálogo con los profesionales que asesoran al establecimiento”.

Sin embargo no es únicamente el operario quien necesita instruirse. “Indudablemente que el propietario tiene también que recibir mucha capacitación, porque es quien dirige o gerencia el grupo humano”, dijo Correnti. De hecho, comentó que en la primera clase de cada curso de El Profesional Tambero “se los invita a participar a los dueños”. Pero advirtió que “ahí (entre los empresarios propietarios) la respuesta todavía no es tan positiva; es una asignatura pendiente”. Además, con el crecimiento de la actividad ahora hay una persona para cada tarea: para crianza de terneros, distribución del silo, manejo de la pastura o inseminación. “Pero todo tiene que estar relacionado, por eso tiene que haber comunicación y, sobre todo, ponerse en el lugar del tambero para conocer sus problemas y expectativas”, remarcó el jefe de la AER. “No todo pasa por un factor productivo o técnico -agregó-, sino que hay una connotación social muy importante, porque se sienten reivindicados en su trabajo”.


Con capacitación “hay equipo”

José Calcha, estudiante de agronomía de la Facultad de Esperanza, investigó -para su tesis de grado- el impacto del curso El Profesional Tambero sobre los egresados. Como punto de partida “me pregunté en qué les servía a ellos”, confió a Campolitoral. Buscando la respuesta hizo encuestas a los participantes mientras cursaban y un año después volvió a entrevistalos. Les preguntó qué aspecto de su trabajo había mejorado gracias a los conocimientos incorporados. “Lo que me sorprendió es que ellos no modifican mucho el trabajo; actualizan algunos conceptos o técnicas, pero sí se mejoran en el punto de vista sobre las relaciones humanas; aprenden los beneficios del trabajo en grupo, ven que tienen que tratar de conformar junto al técnico y el propietario un equipo”, explicó.

De los 6 entrevistados, Calcha corroboró que la mitad consiguió armar el equipo. “Después del curso llegaron al tambo y se lo propusieron al propietario; por ejemplo algunos sugirieron hacer una reunión semanal para intercambiar opiniones. Uno me dijo: ‘a partir del curso se me abrió la cabeza y le planteé al dueño que quería estar cada vez que llegara el técnico a darle una indicación’. De esa manera buscó asegurarse que no haya distorsión del concepto en el proceso de comunicación”, relató el estudiante.

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Colaboración, coordinación y comunicación. Los objetivos grupales son vitales para el éxito de la empresa tambera.

Foto: Federico Aguer

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Motivación y planificación. Preumayr y Demarchi relataron las mejoras que se deben implementar para maximizar la producción. La tendencia es clara.

Fotos:Federico Aguer