Canta el tango como ninguna

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Considerada como una de las mejores cantantes del género, Lidia Borda desanda los caminos de la música ciudadana con una mirada estética definida. Su último trabajo discográfico reside en la obra menos visitada del poeta Homero Manzi. En esta charla, cuenta sobre la gestación del disco, reflexiona sobre el tango actual y habla sobre sus referentes en el canto.

TEXTOS. MILI LÓPEZ. FOTOS. GENTILEZA L. BORDA.

“Cuando me preguntan cuándo empecé a cantar, no lo sé, yo no sabía que iba a ser cantante. Desde chica cantar era lo más normal, no me parecía que yo tuviera una relación particular con el canto, pero sí la tenía”, cuenta Lidia Borda, una de las voces más reveladoras que ha dado el tango en las últimas décadas. “Disfrutaba de estar en soledad con el canto y crear todo un mundo alrededor de eso. Me gustaba andar en bicicleta y cantar. Cantar con la velocidad de andar en la bicicleta y el viento en la cara, esa sensación era muy plena, quizás de libertad. Esas cinco o seis cuadras yo sentía que no tenía límites...”

Esa misma libertad es la que Borda se toma al momento de gestar sus proyectos. Su búsqueda artística radica en hacer propios los repertorios que aborda. La investigación y el descubrimiento son la puerta hacia los tangos. Para su primer disco ‘Entre sueños’, trabajó sobre las cancionistas de la década del ‘20 y del ‘30. “Necesitaba conocer el origen del género y su código interpretativo, para también encontrar mi manera de abordar al tango”, cuenta. Luego apareció ‘Tal vez será su voz’, donde fue acompañada por la orquesta El Arranque, en la mitad del repertorio, y por el pianista Diego Schissi, en el resto.

Casi en paralelo surgen dos proyectos que amplían los límites del género. La belleza poética, el lirismo musical y la emotividad interpretativa son los tres puntos fuertes de estos discos. ‘Ramito de Cedrón’, reúne las canciones en las que el Tata Cedrón musicalizó a grandes poetas como Juan Gelman, Homero Manzi, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñón, Luis Alposta, César Vallejo, entre otros.

“Elegí al Tata porque ha hecho un trabajo de evolución dentro del tango, que me parece que es una de las más importantes que hay. Hay una estética tan sólida y un concepto tan personal, el color de su voz, la forma que tiene de cantar, y te diría que es atemporal, porque ha trascendido ese límite. Tiene una gran capacidad de hurgar y encontrar, hace mucho que viene laburando y para mí es un referente”, explica Borda.

El otro regalo evoca al gran poeta del tango, haciendo un recorrido por su obra menos visitada. ‘Manzi, caminos de barro y pampa”, le valió para ganar el Premio Gardel como Mejor Álbum Artista Femenina de Tango.

TANGOS CAMPEROS

Al descubrir otras aristas en la obra de Homero Manzi, Lidia se encuentra con un lenguaje campero. Alejado del tango de tinte más agresiva como es el porteño, otras cadencias son protagonistas. Esa combinación entre criollo y compadrito, esos silencios, esas pausas, ese andar tranquilo. Es un recorrido entre campo y ciudad.

“Se me ocurrió pensarlo como un camino entre su ciudad natal Añatuya, en Santiago del Estero y Buenos Aires. Esas miradas y esas sensibilidades quedan en la gente que las vive, el tango está lleno de autores provincianos. Lo que sí ocurrió en Manzi, que no pasó con otros, es que mantuvo esa mirada nostálgica y contemplativa, una mirada desde la ciudad pero con cierta textura campesina. Sus obras más tangueras no son de Callao y Corrientes, son como de los márgenes, tiene una poesía más periférica, más barrial”, cuenta Lidia.

Son poemas musicalizados por compositores como Sebastián Piana, Félix Lípesker o Hugo Gutiérrez. Los interesantes arreglos de Luis Borda son interpretados en el disco por Daniel Godfrid en piano, Ariel Argañaráz en guitarra, Pablo Guzmán en contrabajo, Rolando Goldman como invitado especial en charango, Norberto Di Bella en percusión, el mismo Luis en guitarras. La propuesta trae aires frescos a este repertorio, delineando paisajes y acercándolo al tiempo actual con las sutilezas y las emociones que genera Lidia en cada trabajo.

- ¿Qué posibilidades expresivas te da este repertorio más ligado a lo campero, al vals, a la milonga?

- Lo que me gustó es que abre un poco el espectro del puro tango. Cuando uno se imagina el repertorio de tango, supone que el pensamiento tanguero es lineal y en realidad cuando te encontrás con estas cosas, se abren las posibilidades expresivas. También es cierto que la apropiación de los temas y esa apertura que uno puede hacer en relación a la interpretación tienen mucho que ver los arreglos. Ahí radica un gran porcentaje musical, dependo mucho de que el músico entienda lo que quiero cantar, y en ese momento de intercambio de ideas aparece el momento creativo. Arreglar tiene que ver con buscar una mirada propia sobre la canción y este trabajo que se hizo necesitaba ser un disco diferente de Manzi.

- Incluso cada tema presenta un universo sonoro propio, con arreglos muy disímiles entre sí, mostrando una amplia paleta de colores...

-Sí, la sonoridad es gracias al trabajo de Luis Borda, mi hermano. Confié los arreglos a él porque tiene esa amplitud de criterios en relación a las sonoridades, y esa creatividad es lo que vengo buscando, las texturas. La idea es que cada tema tenga una individualidad más allá de la obra total del disco, y no solamente por ser un tema distinto del otro sino a la búsqueda de un sonido propio de cada uno.

- ¿Cómo fue tu trabajo sobre la letra?

-Es una elaboración interna que va por distintos caminos, muchas veces inexplicables. Por ahí puede ser una palabra, un sonido, una atmósfera que te introduce al tema, que a veces no es necesario que sea lo que dice la palabra. Se crea un lenguaje paralelo o subliminal. Creo que todo trabajo creativo tiene que ver con la traducción de la emoción, algo que en el fondo uno quiere decir pero que no es traducible con la palabra. La palabra sola no alcanza, eso le da riqueza a la canción cuando uno no sabe realmente lo que hay detrás, es como el deseo, como ir hacia el deseo...

ESA VOZ, MI VOZ...

A lo largo de su carrera, Lidia Borda ha construido una estética en torno a su instrumento: la voz. Ha logrado lo que muchos artistas anhelan, tener un estilo propio. Alejada de los estereotipos impuestos a partir de la década del ‘60, su registro agudo se asemeja más a las cancionistas de los años ‘20 o ‘30, con referentes como Ada Falcón, Mercedes Simone y Rosita Quiroga. Su timbre de voz y su versatilidad interpretativa, le permiten encontrarse con distintas canciones y exigencias de modo natural y, al mismo tiempo, exquisito.

Al momento de hablar de la interpretación no se cierra sólo en el tango. Sino que la riqueza radica en esa mezcla, esa cruza de músicas de distintos lugares del mundo que permiten lograr un lenguaje; todo eso va logrando un lenguaje propio al momento de cantar. Distintos intérpretes han marcado su camino. Edith Piaf, Nina Simone, Mercedes Sosa, Ella Fitzgerald, Billie Holliday, Violeta Parra, Elis Regina, Liliana Herrero, por nombrar sólo algunas mujeres han sido su inspiración en la búsqueda de una estética propia. Y en una enumeración prolífica también menciona a Gardel, Rivero y Goyeneche.

“A todos ellos los envidio profundamente”, confiesa entre risas y agrega “cuando uno se detiene en esos intérpretes se da cuenta de que son aquellos que han desarrollado una personalidad muy fuerte. Uno aspira a eso, a ser auténtico pero al mismo tiempo hace lo que siente, y después se va definiendo solo, no es una meta ser diferente”.

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día mundial

Mañana, 11 de diciembre, es el Día Internacional del Tango, y ese hecho dispara a pensar-se en el género. En la actualidad conviven diversidades expresivas, fusiones con otras músicas, los estereotipos for export y los clásicos inmortales. “Mientras las cosas tengan movimiento hay algo que no muere”, dice Lidia y agrega “hay una búsqueda expresiva y también hay un conflicto en torno a eso, porque se discute si está bien o no, si son mejores las orquestas antiguas o lo que está pasando ahora... Todo eso que pasa es lo que me interesa porque, si no, se transforma en una cosa estática y es un lenguaje muerto. Creo que es indiscutible que cada hecho cultural responde a un momento social, puede ser un lenguaje más agresivo o menos purista, pero cualquier propuesta traduce los tiempos que corren”.

-¿Cómo se renueva, cómo se actualiza?

- Creo que hay que dejar de lado la idea de tratar de parecerse a tal o cual. El tango no tuvo un devenir natural, hubo quiebres que coincidieron con las crisis sociales y con la dictadura. Ahí se armó una fisura muy grande, incluso creativa. El que rompe con todo esto es Piazzolla, y después es difícil continuar. Hay que elegir entre seguir por un camino “piazzoliano” o un camino “pre Piazzolla”.

-¿Y qué pasa con la letra?

- En cuanto a la letrística, me parece que hay poca búsqueda, que las letras se quedaron muy atadas a la estructura y el lenguaje (al decir) de los autores clásicos como Manzi o Cadícamo. Sin embargo, hay autores modernos muy interesantes como Pablo Marchetti y Acho Estol. También está el trabajo que mencionaba del Tata Cedrón con la obra de los poetas que no han escrito para el tango. Él compone su música sobre estas letras de estos autores y el resultado es algo completamente nuevo y muy bello. Ése es un ejemplo de un tipo renovador y es algo que me parece que falta en el tango actual, dejarse llevar por las cosas que te cuentan la ciudad y su actualidad.