Regalos, deseos

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Los paquetes que rodean el árbol esconden un obsequio, pero también un mensaje que se comunica sin palabras. Aquí, una guía para elegir el mejor presente; de los deseos se encarga usted.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. MAURICIO GARÍN.

Una sonrisa, o mejor reír a carcajadas hasta que la cara duela. Un saludo, o mejor un abrazo fuerte, de esos que dan los chicos, de esos que despeinan y curan. Un llamado, una carta. Un “hola” y un “¿cómo estás?” sincero, con mucho tiempo de escucha. Un “te quiero”, “te extraño”, “te necesito”; y hasta un “no importa, te quiero igual”. “¡Me acordé!” y hasta “pienso en vos”, o inclusive más: “gracias”, “perdón”. Son los mensajes los que diferencian una compra de un regalo: son en función de un otro, de alguien que espera o que, sin pedirlo ni imaginarlo, es acreedor de esas palabras que guardamos desde siempre. Son inmunes al tiempo. Cuestan y valen.

Están escondidos en paquetes, envueltos en colores debajo del árbol, con o sin moño, en todas las formas y tamaños. Junto al pesebre, con el brindis de las doce o con el desayuno y la charla, el café y los mates. Tiempo, vida que transcurre en momentos, recuerdos que podemos construir con muy poquito.

En este especial de Nosotros te proponemos regalos, las diferentes formas que puede tomar tu mensaje en esta Nochebuena. El desafío es que la magia surja de vos: al rasgar el papel, sólo tu deseo hará latir fuerte el corazón. Porque lo más chiquito es lo más rico, eso que estabas esperando, eso que querías dar, decir, desde hace tiempo.