SEÑAL DE AJUSTE

Bailando por la inclusión

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“La final fue disputada entre un famoso del mundo del ballet y un hombre común”, expresa Maurer.

Foto: Gentileza Ideas del Sur

 

Roberto Maurer

En una sociedad desigual, parece aceptarse que este año, el show de Marcelo Tinelli se constituyó en un modelo de horizontalidad democrática, o una ilusión de ella. En la edición 2011 de “Bailando por un sueño” que acaba de finalizar, asistimos a un desenlace al cual llegaron un bailarín de formación académica a quien acompañó una chica con una discapacidad física, en competencia con un desconocido y su partenaire profesional. Y en el curso del año, participaron parejas del mismo sexo: una fiesta de la inclusión.

La final fue disputada entre un famoso del mundo del ballet y un hombre común. Hernán Piquín es un participante técnicamente preparado, y su contrincante Tito Speranza constituye el prototipo del cualunque desconocido hasta hace poco, que logró una adhesión inesperada del público a pesar de un porte inexpresivo que no invita a la identificación: la Mole Moly no servía para nada, pero al menos lo favorecía el acento cordobés y su habla rea.

Las personas cultas respiraron aliviadas, ya que no está todo perdido. El voto masivo del público se volcó por el bailarín clásico, y triunfó ante las inclinaciones bárbaras de la chusma. Pero, ¿qué hace Hernán Piquín entre la chusma?

El triunfo de la voluntad

Algo pasó con el anodino Tito, sin duda, que lo convirtió en una figura popular, y sin carisma alguno a la vista. Desde la perspectiva bien pensante, si en Piquín se valora al artista consagrado de destreza indiscutible, en Tito se fue premiando el esfuerzo, el triunfo de la voluntad, o si se quiere, como es sugerido por su apellido, la esperanza para el ciudadano común de lograr fama y dinero, un milagro que hoy solamente se consigue a través de la televisión.

¿Por qué yo, si había otros gorilas?

En la última gala, hubo más llanto que el habitual, y confesiones. La imagen de Tito ya es conocida, con su tórax descubierto, respirando con boca entreabierta como si sufriera una insuficiencia respiratoria, y una mirada de animal asustado. No es la suya una estampa que suscite adhesiones, más bien parece un chiflado. Es posible que sus neuronas todavía no se hayan acostumbrado al pico de montaña al cual llegó tan velozmente. En la gala, se acordó del instante en que cambió su vida. “Aquella vez, vos miraste al costado, y justo te fijaste en mí, cuando había otros cinco gorilas”, le dijo Tito a Tinelli, casi como reproche, refiriéndose al episodio que en su momento vivió con gran molestia pero que, paradójicamente, lo convirtió en artista.

Se recordará: Tito era uno de los guardaespaldas de Ricardo Fort cuando Tinelli lo miró y Tito le devolvió la mirada, incómodo y tenso. Tinelli percibió una actitud desafiante en Tito, lo agarró de punto y el juego siguió en los programas siguientes. Así es la fama, te puede llegar desde cualquier lado, inclusive cuando te agarran de punto.

Es la adrenalina, estúpido

Si en principio pudo ser un incidente involuntario y casual, allí donde la gente común sólo encuentra insignificancia, la intuición de Tinelli trabaja con sentido de grandeza. Al episodio ínfimo siguió la construcción de la comedia, cuyo paso siguiente se produjo cuando Ricardo Fort despidió a Tito, y luego lo ensució diciendo que era un traidor sin valores. Ya moderadamente conocido, Tito se pasó a Telefé, donde brindó lecciones de educación física, hasta ser convocado por Tinelli para debutar como bailarín en “Bailando 2011”.

Durante la gala, Tito se franqueó más que lo habitual, y con su conocida falta de desenvoltura reveló una experiencia infantil donde se alojaría la clave de su éxito. Cuando acompañaba a su madre, dejaba que ella se adelantara y, al quedarse solo, sentía temor. Ahí se encontraría el secreto de su fuerza, en la adrenalina, la misma del asesino serial o el corredor de Fórmula Uno.

La mención de su madre y los episodios de la infancia provocaron emociones intensas en los presentes, que comenzaron a aceptar que en el hierático ex custodio hay un ser humano. Y que hasta tuvo madre.

Renegado

En cuanto a Hernán Piquín, su participación en esta experiencia que no es de cultura popular sino de TV pop no es igual- ha provocado las críticas de sus colegas de la academia, quienes piensan que las contorsiones pélvicas del reggeaton están más cerca del cabaret que de “El lago de los cisnes”. Al parecer, a Piquín lo han castigado con el vacío, como suele decirse.

Sin embargo, deberían comenzar a preocuparse. Marcelo Tinelli ya habría instruido a sus sabuesos para que salgan a la caza de Maximiliano Guerra y Eleonora Casano, ya que los quiere para el “Bailando” del año que viene. Tinelli ahora va por el Colón.