SEÑAL DE AJUSTE

El chofer y la dama

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“Dulce amor” acaba de llegar para competir con la novela de El Trece, y es la primera tira del año que se estrena. Aquí, Sebastián Estevanez.

Foto: Gentileza Telefé

Roberto Maurer

Al final del primer capítulo se conocen. Victoria Blandi (Carina Zampini) es una joven, linda y severa empresaria que publicó un aviso pidiendo un chofer. Abre la puerta y queda frente a un postulante, Marcos (Sebastián Estevanez), un potro bronceado, con una remera blanca ajustada dos números más chica que revela un buen presupuesto gastado en gimnasios. No se conocen, y están cara a cara.

—¿Viene por el puesto de chofer?- pregunta Victoria, visiblemente impresionada por tanto lomo.

—Ahora que te veo te llevaría hasta el fin del mundo-, responde Marcos, apuñalándola con la mirada, y se acaba el capítulo inicial.

Como primer encuentro entre una rica heredera y un humilde muchacho de barrio, es una escena irreal, salvo que se vea en la televisión de la tarde. Sin embargo, aún cuando así había sido previsto para “Dulce amor”, en Telefé se decidió que ocupara la última franja de la noche. Es posible que en la fértil imaginación de los gerentes de la tele, una comedia romántica tradicional, hoy, sería una alternativa terapéutica para espectadores cuyas almas son diariamente martirizadas por ficciones empapadas de sangre y sadomasoquismo, que proponen un contacto con el Mal en sus manifestaciones más variadas y truculentas, y que ahora alcanzó el cenit con las bolas de fuego que azotan Vidisterra en “Herederos de una venganza”.

“Dulce amor” acaba de llegar para competir con la citada novela de El Trece, y es la primera tira del año que se estrena.

Esta es la historia

Victoria es la heredera que conduce la fábrica de golosinas fundada por su padre, ya que sus hermanas gastadoras y su extravagante madre (María Valenzuela) no parecen reunir las condiciones necesarias o debido a una historia familiar de los Blandi (*) aún desconocida. Por suerte son gobernadas por un mayordomo afeminado (Jorge Sassi), cuyas intervenciones entre sabias y cínicas son permanentes.

Marcos es un mecánico y corredor de autos en problemas. Con su amigo Julián (Juan Darthés) se han quedado sin trabajo luego de perder una carrera en la última vuelta y por el cierre del taller mecánico del cual vivían. “El auto no se vende, y vamos a salir adelante para cumplir nuestro sueño”, optimista, alienta Julián a Marcos, mientras tapa al coche con una lona.

Victoria tiene un candidato: Lorenzo (Segundo Cernadas), gerente de la firma, que presiona a la heredera hasta que logra formalizar e l compromiso. No le cae bien al mayordomo, y tampoco a nosotros: al final descubrimos que se trata de un sujeto pérfido inmiscuido en una operación inmobiliaria que involucra el futuro de la fábrica de Victoria y el barrio de Marcos, es decir, ricos y pobres como víctimas de los especuladores, o sea una réplica de lo que ocurre en el mundo.

Un destino de cuatro ruedas

El capítulo inicial fue un caso vertiginoso de edición paralela donde se alternaban los extremos: los pudientes y un vecindario robado al costumbrismo de Pol-Ka. En ese montaje, simultáneamente se funde el coche de Marcos cuando puntea la carrera y choca el auto de Victoria.

El montaje paralelo culmina con el primer contacto entre los representantes de los universos opuestos, la empresaria y el chofer, en el momento ya detallado en que ella abre la puerta y se encuentra con el rústico quien, según se anticipa, es portador de la sabiduría de los simples, que siempre pueden ofrecer respuestas a la tristeza de los ricos. Al parecer, entre otras enseñanzas, ella aprenderá del chofer a apreciar el valor de un sándwich de jamón y queso, y otras cosas esenciales de la vida.

(*) Un anónimo y penetrante analista descubrió en los ficticios Blandi una alusión a la familia Fort, con Ricardo derrochando la riqueza de la empresa mientras sus hermanos la administran.También registró un juego de antónimos: Blandi o blando, y Fort o fuerte. Y se podría agregar otro paralelo el de la madre en la novela, una escultora caprichosa y la progenitora de los Fort, la soprano excéntrica.