Bienvenido el debate

Un artículo de la edición anterior provocó la respuesta de un lector, que se publica en este número. El tema está atravesado por la temática medioambiental, un tópico sin “verdades absolutas”.

Juan Manuel Fernández

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El medioambiente se ha impuesto hace tiempo en la agenda pública como prioridad. Tanto que el tópico aparece con facilidad en boca de cualquier sujeto social para explicar todo fenómeno o acontecimiento que tenga a la naturaleza como marco. El “calentamiento global” es una verdad indiscutida y puede ser la causa tanto de la sequía como de la inundación, de una nevada como de una ola de calor; cuando no la razón para imaginar un apocalipsis demasiado próximo. Se ha tornado una verdad única, una especie de nueva religión muy políticamente correcta que nadie debería cuestionar. Y sin embargo algunos se animan, so pena de ser señalados por tremenda blasfemia.

Muchos lanzan proclamas, realizan denuncias o profetizan debacles bajo el paraguas del “cambio climático” (una auténtica perogrullada; si hay algo que cambia permanentemente es el clima) sin aportar más argumento que el lugar común. Entonces alguien se da cuenta y se permite encontrar pruebas que indican lo contrario y se anima a decirlas. Así fue como en la edición anterior de Campolitoral nuestro corresponsal en Tostado, Eloy Rodriguez, enumeró varios motivos por los cuales considera que los Bajos Submeridionales no son un Humedal. Esta visión incomodó a un lector, quien nos hizo llegar su posición, que incluimos con gran gusto en la página 6 de este número.

Como tantos temas, el medioambiental es lo suficientemente complejo como para no permitirnos pensar al respecto. Por supuesto que atentar contra la naturaleza es conspirar contra la propia existencia; arrasar los recursos naturales no puede sino provocar pobreza. El informe central de esta publicación es una muestra de la preocupación que el tema genera en el mundo. Pero también de las acciones concretas que, además de promover la preservación ambiental o disminuir la polución, apuntan a mejorarle la vida a los seres humanos.

Los Bajos fueron un gran estero y ahora son un gran desierto. Hay tantas explicaciones como gente opinando. Alguien dirá “se cortó el ciclo húmedo”. Otro, que las canalizaciones deshidrataron cada metro cuadrado de suelo. Mientras tanto, mucha gente sobrevive en parajes y caseríos sin luz eléctrica, ni agua potable; aislados completamente porque ni siquiera hay transporte público, como ocurre en la llamada “línea de los fortines”, sobre la terrosa ruta 40 que conecta Tostado con Reconquista.

Bienvenido el debate a las páginas de Campolitoral. Las verdades absolutas no existen y no cabe otra posibilidad más que encontrar respuestas concretas a problemas reales cuando las ideas fluyen y se enriquecen al contraponerse con otras diferentes. Seguro que la naturaleza, pero sobre todo los hombres saldremos ganando.