El norte en debate

“Los BS no son un Humedal”, una afirmación innecesaria

“Los BS no son un Humedal”, una afirmación innecesaria

Antes de la sequía. Mientras predominó el ciclo húmedo, con abundantes lluvias que mantenían anegada la región, se hicieron canales para desaguar. Hoy se sufren esas obras. Foto: Archivo

El autor replica en este artículo los conceptos vertidos en la edición anterior de Campolitoral sobre la característica ecológica de esta extensa llanura. Según su criterio, debe reconstruirse la capacidad de acumular agua dulce y adaptar la producción a ese esquema.

 

Miguel Fertonani

Licenciado en Hidrología

Me ha llamado la atención leer en el suplemento Campolitoral un artículo sobre los Bajos Submeridionales (BS) -desde el título, hasta el contenido- donde se asevera rotundamente que no es un Humedal.

Lo primero que me pregunto es por qué esta negación; como si en realidad la discusión de la problemática pasara por una denominación que fue concebida para ciertos espacios -en vigencia a partir del ‘75- que es tan amplia y versátil que tampoco hay dudas que a los BS se lo puede encerrar en esos términos. El espíritu de la Convención Ramsar es proteger a estos sistemas y sobre todo a las grandes cantidades de agua dulce que estos tienen capacidad de acumular (superficial y subterráneamente).

Reconstruir y adaptar

En términos generales se puede decir que “Un humedal es un espacio geográfico, que tiene tendencia a retener y acumular agua, en términos dinámicos, y son susceptibles de transitar períodos de agotamiento hídrico”. Humedal no significa Sitio Ramsar.

Pero sería una discusión bizantina, ya que existe cierta visión -que predominó estas últimas décadas- de que toda superficie que acumula agua le “roba” espacio a la producción. Esto se denomina Apropiación de Espacios Naturales y la política de canalizaciones que se instrumentó a partir de los ‘70 y profundizó en los ‘90 es un fiel e infeliz reflejo de la misma.

Igualmente creo que el autor -de alguna manera- acepta que los BS fue un Humedal. Hoy claro que no lo es; el desquicio mencionado provocó la anulación de la capacidad de retención y acumulación de esta gran región provocando un verdadero “ecocidio” de la misma y el advenimiento de graves problemas ambientales, sociales, económicos y productivos.

Cuando el gobernador Bonfatti habla de restaurar el humedal, es exactamente eso, ir reponiendo con el tiempo las condiciones naturales.

Hoy los BS está en un proceso de desertización y es vital que se reconstruya -a pesar de algunos- la capacidad de acumular. Esto no significa no producir, sino adaptar los esquemas productivos y no lo que se trató de hacer, que fue adaptar la naturaleza a esos fines. Tres décadas, influenciadas por la visión o la conveniencia para algunos, de eliminar el agua. Hoy están en juego dos modelos diferentes: la continuidad y profundización de uno, orientada a una producción basada en un concepto de “falsa economía”; y el otro, un modelo de desarrollo sustentable, teniendo en cuenta que Los Bajos no es marginal, sino diferente e introduciendo las dos variables ausentes, como la ambiental y la social.

Superar viejas políticas y su atraso

Me temo que hoy se reemplace el nefasto concepto de “Saneamiento” por el de “Regulación”. Claro, hoy el dato de la seca es contundente; esto significa que cuando sobra el agua, el Estado debe “sacarla” y cuando falta el Estado debe “ponerla”. Por supuesto, en los canales que hay que justificar.

Debe quedar claro que restaurar el Humedal, o como se quiera llamar, significa que haya agua lo más dulce posible en el mayor tiempo y cantidad posible. Porque si no hay ecosistemas sanos no habrá producción ni gente.

Contener lo máximo posible el agua de lluvia significa mantener esta ecuación, que además, como si fuera poco, es la más dulce, la más distribuída, la más abundante y es gratis.

En síntesis: la discusión no pasa por si es un humedal o no. Eso es accesorio. Si en los Bajos se insiste, apelando hasta en términos subliminales, con esquemas productivos como el que desencadenó alteraciones de resultados que están a la vista, y forzar al sistema para esto, la tendencia a la desertización se va a tornar irreversible y el Estado tiene la obligación constitucional y ética de impedirlo, cualquiera sea la administración que gobierne.

Los BS no debe ser un “coto” de producción ni un “coto” de manejo de agua, es un gran espacio geográfico en el que debe insertarse una población que se desarrolle en términos dignos y no en términos marginales como vive el grueso de sus habitantes, producto de políticas neoliberales agotadas.

Si en los Bajos se insiste con esquemas productivos como el que desencadenó alteraciones de resultados que están a la vista la tendencia a la desertización se va a tornar irreversible