Al margen de la crónica

Amor y física cuántica

¿Puede la ciencia ser sexy? Para la autora de Quantic love, la física y escritora Sonia Fernández-Vidal, la respuesta es que sí; por eso su intención en su segunda novela es ponerla “de moda” y lograr que cada vez haya más personas “enamoradas” de ella.

Para que esto suceda es necesario quitar “el miedo” que la palabra ciencia provoca en la mayoría de los ciudadanos, según cuenta la escritora en una entrevista con Efe durante una visita a uno de los centros de investigación más punteros a nivel mundial, el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, en el que pasó un año y medio entre protones en los años 2003 y 2004.

De momento, Fernández-Vidal no puede decirse que haya fracasado en su intento, ya que su primer libro, “La puerta de los tres cerrojos”, publicado igual que el actual con La Galera y con el que pretendía acercar la física cuántica al gran público, va ya por la séptima edición, con cerca de 50.000 ejemplares vendidos.

Aunque Sonia Fernández (Barcelona, 1978) asegura que al principio “cuesta un poco” entrar en esa faceta divulgativa de la ciencia, lo cierto es que su apasionada y llana forma de explicar lo que se hace en el CERN ayuda a comprender un complejo mundo en el que se trata de entender el origen del universo, el momento inmediatamente anterior a la explosión del Big Bang hace 14.000 millones de años.

La física cuántica, según la escritora, explica cosas difíciles de entender porque son “muy antiintuitivas”, como el hecho de generar 600.000 millones de colisiones de partículas cada segundo en un enorme acelerador del CERN, de 27 kilómetros de circunferencia y a 100 kilómetros de profundidad, en el que se trata de recrear las condiciones de energía que se dieron en los primeros instantes del universo.

En su opinión, la sociedad ha dejado “un poco de lado” la física en particular y la ciencia en general después de haberse servido de ella, como demuestra el hecho, apunta, de que un tercio de la economía está basado en la física cuántica.

Entre los últimos avances científicos, la autora de Quantic love recuerda que se están abriendo puertas para obtener sangre artificial, algo muy necesario en una sociedad cada vez más envejecida en la que, ante la actual crisis económica, las primeras ayudas que se recortan, dice, son las destinadas precisamente a la investigación, una ciencia que mira “a largo plazo”.

Quantic love narra las aventuras de Laila, una joven que trabaja temporalmente como camarera en el CERN, un lugar en el que, entre “cerebritos”, descubrirá que la física cuántica la puede llevar al amor, “la energía más poderosa del universo”.

En esta segunda novela, según su autora, además de conocer muchos de los entresijos de este centro de investigación, se describe la parte “más humana” de los científicos en su entorno.

En ese intentar descubrir el origen del universo, los científicos, según Sonia Fernández, no juegan tanto “a ser dioses“ como a intentar meterse en su mente y entender “cómo lo hizo y ver cuales son las leyes que lo rigen”.