editorial

Estacionamiento más ordenado

El sistema de parquímetros y estacionamiento pago a través de tarjetas magnéticas supuso un indudable avance en materia de ordenamiento en el microcentro de la ciudad y zonas aledañas, si bien el sostenido aumento del parque automotor y la escasez de cocheras han hecho que la medida suponga poco más que un paliativo.

Precisamente, la creciente magnitud del problema que se aborda no invalida el procedimiento; antes bien lo convalida, e interpela a las autoridades en la busca de respuestas de otro cuño, la principal de las cuales pasa seguramente por la necesidad de tener -de una vez por todas- un servicio público de transporte eficaz, accesible y conveniente para todos los vecinos, con entidad suficiente para reducir de manera efectiva el tránsito por el microcentro y la consecuente generación de embotellamientos y entorpecimiento generalizado de la circulación.

Mientras tanto, la correcta utilización de los parquímetros reveló ventajas para los usuarios, ya que permite acotar el gasto estrictamente al tiempo consumido. A la vez, el incremento de tarifa dispuesto de modo correlativo con la extensión de la permanencia operó como un potente factor disuasivo, y aumentó la rotación, con la consecuencia de una mayor disponibilidad de espacios.

Estas conclusiones no se derivan de la mera observación, sino de los registros que el sistema permite llevar al municipio, junto con la confección de estadísticas de invaluable utilidad para el diagnóstico y el diseño de políticas urbanas. Por ejemplo, en un período determinado -para el caso, 15 meses-, un 66 % de quienes estacionaron en las zonas comprendidas permaneció allí menos de una hora, y un 24 % sólo lo hizo entre 10 y 30 minutos. De la misma manera, se pueden establecer los niveles de mayor demanda en término de franjas horarias -previsiblemente, por la mañana-, días -los martes- o meses -noviembre y diciembre, en ocasión de las fiestas-.

La administración estatal del servicio de estacionamiento medido (ahora “ordenado”) también permitió disipar las críticas y suspicacias despertadas cuando se inició su aplicación, a cargo de operadores privados; y evitar polémicas como las desatadas en la Capital Federal. Sólo cabe, al respecto, señalar deficiencias en parquímetros constatadas en los últimos días. En cuanto a las iniciativas que apuntan a extender el área de estacionamiento pago, es comprensible que generen disgustos a quienes están acostumbrados a dejar allí sus vehículos sin ningún tipo de erogación, pero la magnitud del problema y el desafío que afronta el desplazamiento vehicular en las zonas de mayor concentración, pone sobre el tapete la clara primacía del interés general.

La vigencia irrestricta de este criterio, la contemplación del tema en toda su complejidad y el diseño de una ingeniería que abarque y coordine todas las variables, es la única forma de evitar que el caos estalle, o la zona céntrica se vuelva definitivamente intransitable.