Poesía jocosa

b.jpg

Enrique José Milani

Entre los numerosos libros publicados por Héctor Martín Rotger, celebrado músico y escritor, sobresale, sin duda, Cura de palabra, no sólo por lo voluminoso sino por la excelencia de su contenido. Si bien es cierto que encierra poesías, ensayos y cuentos, el título de esta nota apunta a los versos, y pretende destacar una característica que no es habitual en un poemario: el juego deliberadamente querido y ejecutado con las palabras.

A más de uno le sorprenderá lo de “poesía jocosa” y preparará su espíritu para gozar con composiciones versificadas para hacer reír, divertir, entretener. Pero lamentamos desilusionarlos porque, si hilamos fino, constatamos que el adjetivo adosado a “poesía” proviene del latín “jocosus” que a su vez se formó sobre “jocus” que significa “ juego”. Arribamos así a la voz que dio origen al adjetivo “jocoso/a”, y es con este sentido que lo empleamos en el título. En verdad la poesía -y en particular esta que nos interesa- puede resultar un verdadero juego que entreteje, con palabras sutiles, encajes eufónicos y semánticos, y que, magistralmente dispuestos en los versos, posibilitan referencias, significados, motivaciones, sugerencias insólitas, deslumbrantes que hasta sorprenden a su propio autor o autora. Resulta entonces adecuado hablar aquí de palabra-imagen, porque como en un espejo ella reproduce de alguna manera lo que la mente, las emociones o las propias experiencias del creador proyectan sobre los vocablos, y que estos luego devuelven transformadas en matices, sugerencias inéditas, brillos impensados, nuevos resplandores que entretejen un mundo de ensoñación. En esto residen el poder y milagro de la palabra. No se trata de huecos sonidos engarzados en cadena, que se suceden sin ton ni son -aunque en algunos hablantes o escribientes es cosa común-, sino que en este juego inteligente y sabiamente urdido, la labor del escritor -en particular el poeta- obliga a las palabras a entregar el rico don que se ajusta lo más posible a lo que quieren trasmitir y ofrecer al lector. Y para no dilatar más, introduzcámonos en el encanto de tanta originalidad: “àcada uno de nosotros/ es el modo en que ingresa a este segundo;/ y al inmediato y próximo segundo,/ y al próximo, y al próximo/ y al próximo.” (Libertad). “El hombreà/Que le digan quién es,/que lo imaginen/pero no lo marginen./ Y ya no juega,/ juzga./Y ya no oye, huye./No oye ni juega,/juzga y huye./Corre,/se enreda,/arguye. (Uno). Se trata del periplo humano desde el nacimiento hasta que descubre que él no es el centro del universo, y ensaya entonces una nueva vida. “Todas las cosas son esta vez. Todas/ las veces del ayer y las futuras/veces de para siempre, no hay ninguna/que falte a esta vez nuestra, la de ahora.” (Esta vez). “Eres tu gesto más que tu figura./Y aun tu figura,¿no revela el gesto/trazado por quién sabe cuántos gestos/ a los que con tu gesto te vinculas?”. (Gesto) ”Vine a verte y bastabas. Y bastabas./Más que bastar, colmabas el encuentro. Y era tanto el bastar que el Universo/estaba aquí tan sólo porque estabas” (Cuenta) En el siguiente soneto, el recurso alcanza su máxima tonalidad: “Yo tengo para mí que toda cosa/es ella y toda otra cosa juntas./Toda cosa sin ella es inconclusa./Por ella, toda cosa es una y todas.//Toda cosa, al ser otra en esa una,/es, en esa que es todas las otras./No hay todidad sin una. Y una es todas/en tanto que una es, no en tanto suma.//En tanto suma, uno ni se otriza/ni se todiza, en la sumatoria/ uno se numeriza, y así abulta.//Pero volviendo a lo que significa,/yo tengo para mí que toda cosa/es ella y toda otra cosa juntas.” (Credo) En este juego ilimitado, intencionado y obsesivo, hasta la combinación más original de las palabras resulta insuficiente, y entonces recurre a la creación de vocablos (todidad, otriza, todiza, numeriza ) que no resultan caprichosos, sino que gracias al contexto se cargan de especial y única, resonante significación. Pareciera que se está leyendo otro idioma, pero no es así: el contexto se encarga de echar luz y hacer que desborden con nuevos significados los neologismos.

Gozoso el espíritu por haberse saciado con tanto brillo y originalidad, hacemos votos para que su autor nos deleite pronto con otro libro de similar tenor.

a.jpg

Héctor Martín Rotger, músico y escritor santafesino, autor de “Cura de palabra”..

Foto: Mauricio Garin.