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“Mano a mano con el diablo”

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“Mano a mano con el diablo”

“Soy un cura exorcista. Enfrento con frecuencia al diablo y lo commino a abandonar esos cuerpos que decidió poseer. Lucho contra el demonio. Nada más y nada menos”. Así se abre Mano a mano con el diablo, crónicas de un sacerdote exorcista, que acaba de publicar Sudamericana.
El sacerdote en cuestión es Carlos Alberto Mancuso, nacido en La Plata en 1934, ingresado en el Seminario de Luján en 1951, y con un amplio desempeño como presbítero, vicario cooperador y cura párroco. Actualmente es capellán del Colegio Corazón Eucarístico de Jesús y confesor del Seminario San José, del monasterio de las Madres Carmelitas de La Plata y de la casa del Padre Pío. Canónigo de la catedral de La Plata, atiende personalmente a los fieles que desean consultarlo en el Hogar Sacerdotal de tal iglesia. El arzobispo monseñor Héctor Aguer lo designó Exorcista de esa archidiócesis.
Enseguida se nos informa que la aquiescencia es imprescindible para la posesión diabólica, “no hay que imaginar a Lucifer caminando por las calles y eligiendo un cuerpo para ingresar en él. Cuando el Mal decide habitar un cuerpo, lo hace porque el poseído lo convocó, porque selló con él algún tipo de pacto o porque fue víctima de algún embrujo”.
¿Cómo ataca el diablo? “Con voluntad de hacer daño y con garras terribles, que, de cierta manera me recuerdan a la electricidad: son invisibles pero tangibles y tienen la capacidad de mover al mundo”.
Las imágenes transmitidas a través del cine (vómitos verdes, movimiento frenéticos en el mobiliario, etc. etc.) dice Mancuso que no son reales. Pero hay sí “cruentos refucilos”, “posturas espantosas”, retorcimientos desesperados y maldiciones.
Tras hablar del camino que lo condujo a luchar contra el demonio, Mancuso describe la ceremonia de exorcismo, un sacramental que, “a diferencia de los siete sacramentos de la Iglesia, determinados por Jesús antes de partir hacia los cielos (bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, orden sacerdotal y matrimonio), su rito no es inamovible y, de hecho, ha variado de formas a lo largo del tiempo”.
Después pasa a contar con minucia varios casos registrados y varios de falsos endemoniados, es decir, pacientes que suponen estar poseídos pero que en verdad se trata de casos psiquiátricos, y que suelen ser llevados al exorcista por parientes o amigos que notan en esa persona actitudes y comportamientos extraños.
Aunque como dice Corrado Baducci en su libro Los endemoniados hoy, “Satán se ha enseñoreado de la sociedad”, Mancuso nos advierte que “no hay que sucumbir a un estado de superstición ni ver al Maligno en todas partes”.
Mano a mano con el diablo tiene un prólogo firmado por Aurora Venturini, la notable autora de Las primas, que traza un perfil del sacerdote: “Un leve halo medieval produce una aureola en su estampa. Pero esa ventana ojival se abre a unas renovadas modalidades que usa el Padre, en cuanto a su rejuvenecido ejercicio, difícil y a veces cruento, tanto para él como para el circunstancial doliente”.