Al margen de la crónica

El secreto de Mary

Emilio Del Guercio, uno de los “padres” del rock nacional produce un interesante programa que se emite por Canal Encuentro: “Cómo hice”, que según él mismo define es “la historia de cómo fueron creadas aquellas canciones que son inolvidables para todos los argentinos” abarca un extenso y variado listado de aquellas que con sólo nombrarlas, resuenan en nuestra cabeza.

Pero un elemento de análisis permanente es la tesis de Del Guercio de que las canciones pasan a constituir una suerte de “bien social” y que dejan -en cierto modo- de pertenecerle al autor. Y efectivamente, cuando se piensa en “Merceditas”, “Muchacha ojos de papel”, “Como la cigarra”, “Algo contigo” o “El día que me quieras” son demostrativas de esta proposición.

Algo idéntico pasa cuando se piensa en las grandes obras de la música universal. Casi que no hay dueños sino letras y melodías que nos hacen revivir un momento o soñar o, sencillamente, disfrutar con “esas” canciones.

Y quienes tienen hijos de entre 15 a 35 años, sólo por brindar una franja etárea segura, y dice en voz alta, tratando de entonar, aquella frase en jerigonza Supercalifragilisticexpialidocious seguramente que alguno de los ex párvulos seguirán la letra y si siguen cantando hasta intentarán moverse como Dick Van Dyke y su inolvidable deshollinador/hombre orquesta. Y ni hablar si arranca con Chim chim cher-ee donde efectivamente en nuestros recuerdos veremos a Mary Poppins volando entre las chimeneas de una Londres que asomaba al siglo XX.

El autor de esas canciones fue el estadounidense Robert Sherman quien falleció este lunes en Londres a los 86 años, según confirmó su hijo Jeffrey. Junto a su hermano Richard, Robert Sherman es autor de algunos de los temas más memorables de los musicales de Disney, como el Chim Chim Cher-ee o Feed the Birds de “Mary Poppins” (1964), que, interpretadas por Julie Andrews, han quedado en la memoria colectiva de millones de personas.

La noticia de su fallecimiento ha causado una conmoción en la red social Twitter, donde ha sido tema del momento en el Reino Unido y se recuerda que fue también autor de las canciones de otra de las películas infantiles más famosas de los 60, Chitty Chitty Bang Bang (1968).

Robert Sherman “falleció de forma pacífica tras meses de esquivar valientemente a la muerte. Amaba la vida y su corazón finalmente dejó de funcionar cuando ya no pudo luchar más”, señaló su hijo en su cuenta personal de Facebook.

Jeffrey Sherman recordó que su padre “quiso traer felicidad al mundo y, de forma incuestionable, triunfó. Su amor y sus oraciones, su filosofía y su poesía vivirán para siempre”.

“Para siempre sus canciones y su genialidad proporcionarán esperanza, alegría y amor a este mundo pequeño”, añade. Es indudable que aquella mágica niñera, entre sus múltiples encantos, contaba con un abanico de canciones inolvidables que se interpretarán eternamente. Mientras haya un niño.