CINEASTA AUSTRÍACO
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Inquietantemente tranquilo, Haneke cumple los 70

“Una película es como un trampolín. Es el espectador quien debe saltar”, aseguró el director.
Foto: ARCHIVO EL LITORAL
El peligro llega con la tranquilidad: en las películas de Michael Haneke, la calma suele ser un indicio de la catástrofe.
DPA
En su búsqueda de la verdad, el cineasta austríaco -que el pasado viernes cumplió 70 años- se adentra en los abismos del ser humano. El lenguaje de sus películas es frío y riguroso; su aproximación a los temas, intelectual; su punto de vista, inmisericorde.
El director de “Funny Games” es exigente con su público. A cambio, le ofrece unas películas elegantes y calculadas, como si se tratara de un thriller. Aunque en la mayor parte de los casos, deja el final inconcluso. Ese es su principio, aseguró en 2009 al recibir en Cannes la Palma de Oro por “Das weisse Band” (“La cinta blanca”). “Una película es como un trampolín. Es el espectador quien debe saltar”, aseguró.
Haneke, nacido el 23 de marzo de 1942 en Múnich, creció en Viena. Y a pesar de ser hijo de los actores Fritz Hanecke y Beatrix von Degenschild, su llegada al cine fue más bien tardía. Estudió primero psicología, filosofía y teatro, trabajó como dramaturgo en la televisión regional alemana de Baden-Baden, y en el teatro de esa ciudad debutó como director con una obra de Marguerite Duras.
Sus primeros trabajos televisivos ya le reportaron algunos éxitos, pero sólo comenzó a desarrollar su lenguaje cinematográfico, claro e inconfundible, con su paso a la gran pantalla. Su primera cinta, “Der siebente Kontinent” (“El séptimo continente”), de 1989, fue premiada por el festival de Locarno. El filme se convirtió en la primera parte de una trilogía sobre sentimientos, que se completaría con “Bennys Video”, un estudio sobre la violencia juvenil, y “71 Fragmente einer Chronologie des Zufalls” (“71 fragmentos de una cronología del azar”).
Mecanismos
El primer gran shock de su carrera lo provocó en 1995 “Funny Games”, la historia de dos jóvenes que torturan con juegos sádicos y matan a una pareja y su hijo, sin ningún motivo aparente.
El cine de Haneke fue especialmente bien acogido en Francia, donde continuó su trabajo y rodó “La pianista”, basada en la novela de Elfriede Jelinek y con Isabelle Huppert como protagonista. Y es que Haneke suele combinar sus oscuras historias con el glamour de actrices como Juliette Binoche, con la que contó para “Code inconnu” (“Codigo desconocido”) y “Caché” (“Escondido”).
Haneke está convencido de que “todas las formas de violencia y terrorismo surgen de la misma fuente”, según explicó en Cannes, donde es invitado habitual y fue reconocido en varias ocasiones.
“En sus obras, Haneke busca la verdad y muestra el mecanismo de la violencia y el totalitarismo”, apuntó el ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterrand, que en 2010 distinguió al director austríaco por su carrera cinematográfica.