Al margen de la crónica
Al margen de la crónica
Día del Comportamiento Humano
Hace exactamente 20 años, en 1992, se estableció que el 31 de marzo sería conmemorado como “Día Nacional del Comportamiento Humano”.
La elección de esta fecha no es fruto de la casualidad, sino una forma de homenaje a Don Francisco Rizzuto, líder y destacado luchador en favor de la solidaridad social.
En 1965, precisamente el 31 de marzo, fallecía Rizzuto, pero nos legaba la “Liga Pro Comportamiento Humano”, fundada por él mismo para promover los valores de igualdad, respeto y hermandad en la sociedad.
Así como esta institución sin fines de lucro sostiene una prédica constante de los principios morales del hombre (dignidad, cortesía, urbanidad, respeto, buenas costumbres), es propicia también esta celebración para difundir y enfatizar en la sociedad -sobre todo en los pequeños en formación- la importancia de los valores éticos y espirituales del ser humano, contribuyendo así a fomentar la armonía en todas las formas de convivencia social.
Sin embargo, uno podría pensar que esta fecha contrasta brutalmente con lo que uno se encuentra al salir de la puerta de su casa, en donde reina el nerviosismo, la agresión y la falta de respeto.
En medicina, existe una extraña enfermedad llamada “Negligencia Hemisférica”. Consiste básicamente en un deterioro de los centros visuales de un lado del cerebro, que provoca que quien la padece sólo vea la mitad de las cosas y que actúe sólo en función de la mitad del mundo que percibe.
Se me ocurren pocas alegorías que coincidan más con lo que nos está pasando como sociedad.
En los últimos años, hemos dejado de ver al otro, y lo que es peor, hemos dejado de ver el todo. Nos hemos convertido en una comunidad a la defensiva. Todo nos duele, todo nos provoca, todo es personal.
Hemos perdido el respeto. En el trabajo, al volante, en el deporte, en nuestra postura política. Todo se volvió una competencia en la cual nos sentimos constantemente amenazados por nuestros pares y en donde nuestra manera de defendernos de esa presunta embestida, es el ataque permanente.
El “vivir y dejar vivir” se convierte en un arte en un momento en el cual un gobierno promueve el enfrentamiento inflexible entre las personas, los políticos parecen carecer de sentido de la oportunidad y la solidaridad, y en donde la situación económica nos tiene cada vez más irritables en nuestro hogar y fuera de él.
En este marco, colocarnos en el lugar del otro, y ser respetuosos y prudentes en nuestra manera de interpretarlo y conceptuarlo, implica todo un ejercicio.
Sin embargo, es la única manera de lograr ver el cuadro completo y definitivamente el camino hacia la propia paz mental y hacia un mayor equilibrio, tanto individual como social.
Los invitamos, al menos por hoy y en honor a Rizzuto, a intentar humanizar nuestro comportamiento, a ser más compasivos a la hora de juzgar y tratar a la gente, a practicar la tolerancia y sobre todo a perfeccionarnos como personas y como sociedad.