Historias escritas sobre el ring

Néstor “Tito”Giovannini, el campeón menos nombrado

Sergio Ferrer

Primero fue dueño del título internacional mediopesado del Consejo Mundial de Boxeo, un cinturón que le dio la posibilidad de combatir un par de veces en Italia con algo de respaldo promocional y hasta le sirvió para acceder a una chance mundialista en las 175 libras (fallida por cierto, ya que le significó una derrota categórica contra el australiano Jeff Harding en Estados Unidos, en 1990).

Después consiguió ser campeón mundial crucero, cuando en dicho casillero se marcaban 190 libras (86,182 kg) y no 200 como ahora (90,718 kg). Lo fue en la versión de la OMB, siendo el primer boxeador argentino en conquistar una diadema bajo la égida de esta entidad.

Su nombre: Néstor Hipólito Giovannini. “Tito”, rafaelino nacido el 7 de febrero de 1961, estilista propenso a los cortes y las lesiones (en especial en su mano derecha), púgil activo entre 1984 y 2000.

Sea cual fuera el antecedente o dato que rescatemos de él, queda claro que de los campeones mundiales santafesinos, Néstor ha sido y es uno de los menos nombrados, tal vez al mismo nivel de Miguel Angel Cuello, el “rompehuesos” de Elortondo (aquel que se consagrara monarca mediopesado bajo la tutela de don Amílcar Brusa en 1977), pero no más.

Con sólo repasar los nombres del resto de esta nómina provincial de monarcas basta para darse cuenta que es así, ya que la lista de campeones santafesinos se completa con Carlos Monzón, Juan Martín Coggi, Julio César Vásquez, Carlos “Tata” Baldomir y Marcos René Maidana.

Pupilo de Carlos

Con Giovannini, es justo resaltarlo y tenerlo bien presente, Monzón se dio el gusto de consagrar su primer campeón profesional como director técnico, función que cumplió con mucha pasión.

Y no está de más ponderar correctamente dicho logro, ya que el sanjavierino atendió a Giovannini en compañía de Miguel Angel Rosales el 23 de agosto de 1986, cuando aquel le arrebató el cinturón argentino de los mediopesados (79,378 kg) al siempre difícil, duro y sapiente Jorge Juan Salgado, cordobés oriundo de Santa Eufemia, su gran rival en el campo rentado, un boxeador que fue un estigma para algunos santafesinos, puesto que también supo ganarle a Héctor Rubén Zamaro (fue en 1983, en una verdadera batalla campal), Jacinto Fernández (al que venció antes del límite dos veces, la última en 1986, en la cancha del club Unión de Santa Fe), Juan Carlos Fernández (con quien también perdió y por partida doble) y Miguel Angel Robledo (con quien ganó y empató).

La conquista aludida en párrafos anteriores tuvo por escenario al Luna Park, donde Giovannini se impuso a “Violín” por puntos en decisión técnica en once asaltos (no por nocáut técnico como especifica Boxrec).

Cuando volvieron a cruzarse, el 12 de diciembre de 1986, en Rafaela, Néstor intentó quedarse con el título sudamericano, pero dieron un veredicto de tablas que significó la retención del cetro regional para Salgado (Monzón volvió a estar en la esquina del rafaelino, pero nada pudo hacer para torcer el rumbo del match).

Jorge complicó siempre a “Tito”, que después de aquella victoria en el primer choque entre ambos nunca más volvió a ganarle en un total de cuatro peleas, quedando el duelo 2 a 1 a favor de “Violín”, con el empate en la Perla del Oeste como resultado adicional. El 12 de diciembre de 1987, Salgado se vengó de Giovannini, al arrebatarle por la vía de las tarjetas la corona argentina de las 175 libras en Ushuaia y volvió a ganarle el 10 de mayo de 1991 en la localidad bonaerense de Tablada, estando vacante el cetro por el cual ya habían combatido en Capital Federal y Tierra del Fuego.

La gloria deportiva

Giovannini alcanzó su máximo logro el 26 de junio de 1993 en el Sporthalle de Alsterdorf, Hamburgo (Alemania), al consagrarse campeón crucero de la OMB superando al grandote local Marcus Bott, al que otorgó ciertas ventajas físicas, ya que pesó 83,900, bastante lejos del límite de entonces (“Tito” en realidad era un mediopesado “pasado”, no un crucero).

Lo suyo fue una hazaña y mucho mérito tuvo en ello Santos Hernán Nicolini, que intercedió para que lo contraten, aprovechando que su rival de apariencia granítica- en realidad era miope y tenía las rodillas a la miseria-. Santos descubrió esas complicaciones en el teutón y vislumbró que podía ser potable como adversario de su representado.

No les fue nada mal, porque después de la consagración Giovannini hizo una defensa ante el mismo Bott, la que le significó una victoria más amplia que la anterior. Fue el 20 de noviembre de 1993, también en Hamburgo. Posteriormente, el 17 de diciembre de 1994 para ser más precisos, cayó sin pena ni gloria con el fuerte peleador polaco Darius “El Tigre” Michalczewski (siempre en Hamburgo). En su época de mayor éxito se destacó por conducirse en el ring con mucha viveza, golpes rectos punzantes y rápidas salidas para los costados. Record profesional final de 37 triunfos (14 KO), 10 derrotas y 4 empates, en 51 combates.

Néstor “Tito”Giovannini, el  campeón menos nombrado

La gran rivalidad de Giovannini no estuvo en el exterior sino “puertas adentro”, contra el siempre difícil y aguerrido Jorge “Violín” Salgado. Ilustración: Lucas Cejas

Un verdadero despropósito

El 31 de marzo pasado, en Villa Gobernador Gálvez, la santafesina Daniela “La Bonita” Bermúdez se quedó con el título interino gallo Asociación Mundial de Boxeo, al superar en fallo mayoritario a la venezolana Mayerlin Rivas.

Al margen de la discusión sobre el veredicto (la visitante rechazó enérgicamente el mismo) y del esfuerzo de la chica local, cabe preguntarse realmente si corresponde considerar a Bermúdez como campeona mundial, puesto que lo que acaba de obtener es un título interino, en una categoría que ya tenía su campeona interina (ahora nos enteramos que estaba “en receso” por un problema físico) y su monarca regular.

Si nos atenemos a reconocer los títulos interinos o interinatos como campeonatos ecuménicos, deberíamos reconocer que Daniela acaba de consagrarse como la octava campeona mundial de la provincia de Santa Fe, pero esto pareciera ser un verdadero despropósito, si tenemos en cuenta no sólo a los santafesinos que lograron consagrarse algunas vez campeones del mundo (nombrados en la nota), sino también a quienes no pudieron hacerlo nunca.

Si pensamos en lo cerca que estuvieron o lo mucho que tuvieron que sufrir para alcanzar semejante logro, sin poder lograrlo, challengers del calibre y la trayectoria de Carlos Manuel del Valle Herrera, Mario Demarco y Claudio Víctor Martinet, o arriesgados peleadores como Carlos Ríos y Sebastián Luján, llegamos sin lugar a dudas a la conclusión anterior.