12.350 a cero

La pérdida de fuentes de trabajo en la industria frigorífica obliga a replantear las políticas de largo plazo para toda la cadena de la carne.

Federico Aguer

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120 fábricas cerradas y 12350 puestos de trabajo menos en los dos últimos años en la industria frigorífica, demuestran el alto costo que tuvo la defensa de la “mesa de los argentinos”.

“Esto hace que intentemos tomar alguna medida que ayude al empresariado a paliar la situación crítica que repercute también en el productor”, nos decía esta semana Miguel Schiaritti, presidente de la CICCRA.

Los números que expuso son abrumadores: La capacidad instalada de los frigoríficos argentinos asciende a 18 a 20 millones de cabezas, “pero en 2011 se faenaron 10 millones 800 mil. No hay volumen para aumentarlo”.

Respecto a la eliminación de retenciones a los termoprocesados, el industrial dijo que beneficia sólo a Swift, y recién después de que la empresa cerrara 5 de sus 6 plantas, mejorando así su competitividad frente a otras empresas exportadoras”.

Encima, la recomposición es un proceso lento. Hace 20 meses que la faena de hembras es del 38 %, cuando el equilibrio es del 43 %, por lo que se está reteniendo vientres. “En la vacunación actual puede aparecer un millón de cabezas más, y eso es alentador. Pero a un millón de cabezas por año necesitaríamos 12 años para recuperar el stock de hace 5 años”, sentenció.

En términos boxísticos, el golpe de la seca a la producción fue un gancho al hígado que asfixió a la cadena, mientras que la limitación de las exportaciones fue un cross al mentón que provocó un knock out del que difícilmente nos podamos recomponer. Hoy, la carne no sólo no es para todos, sino que cada vez es para menos. El aumento sideral de los precios hizo retroceder el consumo, aunque el aumento del consumo de cerdo y pollo diversificaron la ingesta de proteínas de los argentinos en el orden de los 100 kg. por persona.

A partir de ahora, el rol del Gobierno Nacional y de los integrantes de la cadena de la carne pasa por plantear los caminos superadores que permitan revertir un cuadro alarmante. Darse el lujo de dejar de percibir divisas en concepto de exportación (nuevo inclumplimiento de la Cuota Hilton incluido), tiene implicancias internas y externas. Las primeras están a la vista, sobre todo para quienes quedaron en el camino. A nivel global, también implica retroceder en el escenario mundial como proveedor de alimentos, resignando mercados, divisas, prestigio y una trayectoria centenaria.

En términos futboleros, perdimos por goleada. Teniendo los mejores jugadores. Y para quien crea que todavía estamos ganando, 12350 trabajadores menos en “la cancha” representan la triste cifra de la derrota.