Abrir la puerta para aprender a mirar

Abrir la puerta para  aprender a mirar
 

Domingo Sahda es muy conocido en el ambiente cultural santafesino. Dueño de una personalidad desbordante, seguro de sus ideas, lleno de proyectos que, por diferentes motivos, no puede concretar, lleva adelante una tarea casi milagrosa, trabajando con niños de las escuelas.

TEXTOS. ANA MARÍA ZANCADA. FOTOS. guillermo di salvatore y gentileza domingo sahda.

“Ver, mirar, descubrir y expresarse” es la concreción de un sueño donde el profesor Domingo Sahda consigue que los niños expresen sus sentimientos al contemplar una manifestación artística. Pero no son muchos los que conocen esta tarea. Quedé maravillada al apreciar apenas una muestra, a través de un video casi artesanal donde se puede vislumbrar lo que este hombre, sensible y práctico, logra al poner a los pequeños en contacto con un mundo totalmente nuevo.

- ¿Cuánto hace que comenzó con esta tarea?

- Éste fue un proyecto de mucho tiempo que siempre fue ignorado en los ministerios de la provincia, puntualmente el Ministerio de Educación, adonde yo en algún momento me dirigí, por esto de que los organismos son oficiales, las colecciones están en organismos oficiales, los chicos están en la escuela. Y tomó cuerpo a través de la gestión de la Prof. Alicia Talsky, lamentablemente breve para mi gusto. Ella cargó con esto, y lo posibilitó y trabajó. Alicia tenía un cargo en la gestión Binner, se encargó de “hacerle la cabeza” a los directivos del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez y, bueno, se fue generando.

- ¿La actividad está dirigida a escuelas primarias?

- Empecé con chicos de jardín de infantes y luego se incorporaron algunos chicos de primaria y de secundaria; luego de Paraná, de alguna escuela secundaria, a lo largo de cuatro emisiones: 2008 al 2011, no todos los meses. Habitualmente se detiene en el mes de julio, en vacaciones y retomo en setiembre.

- ¿Es un encuentro por mes?

- ¡No!... todos los días, de martes a viernes. Me he encontrado, en estos cuatro años o cuatro ciclos, como quieran llamarlo, con 3.500 chicos, en su mayoría chiquilines, otros más grandes. Otro proyecto que intenté llevar adelante, y tiene que ver con esto, estaba dirigido a la gente de la tercera edad. Mi proyecto era hacer visitas guiadas y quincenales en el Museo Provincial, los domingos a las 18, a la salida de misa, al atardecer de los domingos que de por sí son depresivos y todo ese tipo de historias. Y nadie ayuda a la gente común a acercarse a manifestaciones que tienen que ver con la sensibilidad y la inteligencia, pero que muchas veces son de compleja lectura o interpretación. Porque creo que en Santa Fe los museos de arte no han resuelto la ecuación: ¿Somos museos o somos galerías?

- ¿Cuál sería la diferencia?

- La diferencia es que una galería de arte, tipo comercial que periódicamente se va renovando, que ejercita la publicidad, la difusión, el conocimiento de los autores y compraventa, es algo absolutamente legítimo. El rol del museo queda desdibujado porque, si uno se remonta al origen del Rosa Galisteo, en 1922, en realidad nació como una donación particular para llenar un vacío: no había dónde exponer. Con el tiempo, se dio a través de Caillet-Bois, se fue creando esta historia de adquisición del Estado como benefactor que compra, que estimula y acumula obras. Hay prácticamente cuatro mil obras amontonadas que corren el riesgo de ser comidas por las cucarachas. Hace dos años se lo planteé a la ministra González: en el Museo Provincial tienen dos entradas, hay tres espacios perfectamente delimitados. Apelen a lo que llamamos museo viejo, la entrada para exponer muestras periódicas por año. Con el patrimonio que tienen les permite trabajar durante 25 años sin problema. Hay que hacer muestras fundadas para mostrar el acervo, lo que hay. Hay espacio para muchas cosas. He recorrido museos en muchas partes del mundo y un espacio como el del Rosa no se encuentra en cualquier lado. También es cierto que puede ocurrir que un domingo a la tarde uno se descomponga en un rincón y lo encuentren una semana después. Es la verdad.

- ¿Que escuelas son las que se anotan?

- Bueno, quien ha apoyado fuertemente esto ha sido la Dra. Olga López, supervisora de gestión privada, doctora en Arte y Ciencias de la Educación, un encanto de persona. Cuando se enteró, inmediatamente empezó a sugerir, a orientar, a convocar, porque creo que escolares o un grupo de docentes conducidos por ella presentaron un trabajo parecido al que llevo adelante, en un congreso en España. Ella sabe más de esto. Yo tengo muy pocos elementos para precisar. El tema es, si hablamos de la imagen, qué cosa nos dice la imagen, vamos a educar la mirada. El planteo es: hay una diferencia entre ver y mirar. Yo sistemáticamente lo marco. Ver es una cuestión fisiológica, y mirar es una cuestión cognitiva, en el mundo de la imagen donde todo es simbólico, signos, en las computadoras, los carteles...

- ¿A mirar se aprende?

- Sí, a lo que no se aprende es a ver, uno ve o no, es una conducta fisiológica, es la que ha permitido a los animales prosperar, mirar, atender al peligro. Es la mirada de las águilas. El ser humano mira, deconstruye la imagen y la recompone; es decir, la incorpora a su acervo.

- O sea que es un ida y vuelta...

- Claro, es lo que durante centurias se ha hecho con la palabra. El tema no es quitar el cetro a la palabra para instalar la imagen, sino darse cuenta de que la imagen tiene paridad y uno comunica la imagen conversando con la palabra. No pinta con la palabra, pero la dice.

- De todas formas, la pintura estuvo desde el principio con el hombre.

- Claro, es un rasgo distintivo de la inteligencia humana. Es el único ser vivo que es capaz de representar. Desde la teoría darwiniana eso es un puente que divide aguas. A lo mejor dentro de un millón de años los monos lo puedan hacer... Pero yo estoy hablando del ahora. Si tenemos ese recurso que se multiplica en la televisión, en los afiches, en la compu, en el celular... Bueno, vamos a darles a los chicos los elementos para que tengan en cuenta qué les dice la imagen. ¿Qué es la publicidad con la imagen sino eso? Esto está ausente en los programas escolares, de la universidad para abajo no existe. Por eso digo que la escuela argentina está anclada en la Galaxia Gutemberg; ahí quedó, con el agravante de que tampoco se trabaja eso en profundidad. Yo veo que los chicos y los grandes no saben leer. A mí me sale lo de maestro de escuela. No los errores de acentuación, pero los chicos no saben ni escribir ni leer: es lo que llamamos analfabetismo funcional. Las autoridades no caen en la cuenta de vincular el decir con el hacer; porque yo puedo discursear mucho, pero la vida es de cosas que uno hace, no lo que uno dice. Bueno, estos son los chicos, los chicos de Santa Fe. Hace dos años se incorporaron chicos del Liceo Municipal, en los meses de julio tomó ese esquema, con una diferencia: como los chicos de los barrios pobres van a los comedores escolares, vienen a las tres de la tarde. Yo los recibo luego, y trabajamos.

- ¿Qué escuelas van?

- De la ciudad, de Santo Tomé, de San Jerónimo Norte, Sauce Viejo; la diferencia estriba en que la mayoría son de gestión privada, las de gestión pública no van.

- ¿Por qué?

- Vaya a saber... Porque están muy ocupados. Vienen de Paraná, pero de Santa Fe no. He tenido muy pocas escuelas públicas.... Digamos un cinco por ciento. Por ejemplo, la Escuela Colón nunca fue y está a dos cuadras.

- Y escuelas secundarias, ¿tiene?

- Poquitas, fue la escuela “Paz, Pan y Trabajo”. La secundaria ahí me conmovió, porque hay toda una cuestión social. En general son escuelas de gestión privada. Escuelas barriales de la Municipalidad


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- ¡Y cómo atienden!

- Sí, es conmovedor. Yo le he mostrado a la gente que los chicos no son atendidos ni por padres ni por docentes, que están solos y faltos de afecto. Yo les hablo en el mismo lenguaje que utilizo para los adultos. Los trato como adultos y les exijo... y es conmovedora la actitud de ellos.

- ¿Usted no cobra por esto?

- Absolutamente nada.

- ¿Es un trabajo voluntario?

- Claro; creo en la construcción colectiva con el esfuerzo, así como me peleo con la gente que deja las bolsas de basura. En la radio he dicho que el lema que nos distingue como santafesinos es: “Mientras yo viva, los demás que revienten”. Reventamos todos al final, porque es así; me he peleado con alguna directora de escuela que me ha dicho: “No puedo ir porque no me dejan salir. ¿Usted no podría traer los cuadros a la escuela?” Pero, ¿qué es eso? ¿Cómo voy a llevar los cuadros a la escuela? Hasta me han llegado a preguntar si tenían que pagar entrada en el museo. Los maestros no lo conocen. El tema es que estoy alfabetizando a través de la imagen, los introduzco en ese mundo. Lo hago con los chiquitos de jardín de infantes que no saben leer ni escribir. Vamos de obra en obra, de lo figurativo a lo abstracto, de constructivismo a esto y lo otro, con los mismos términos. Entonces, cuando uno ve que los chicos van gateando en cuatro patas o saltando en un pie, es el ejercicio psicomotriz, la atención de cinco años dura un tiempo breve; entonces se distiende y se reencauza. No se cómo llamarlo, es la intuición para motivarlos. Lo cierto es que vamos de una pintura de Espino al Cataluña, que es una escultura hecha en alambre, maravillosa y, con ella, les hago tomar de la mano y repetimos la imagen porque es un símbolo, un canto a la libertad de los catalanes, y allí está representada en forma abstracta. Entonces les explico. No hay problema con los chicos. Con los chiquitines es prácticamente una hora de recorrido. Los chicos, por ejemplo, no conocen los higos. Hay una naturaleza muerta de Sor Josefa, y no reconocen los higos.

- Lo que pasa es que la higuera ha desaparecido de los jardines y patios.

- Sí pero los higos están en las verdulerías. Ellos, los chicos, tienen que elegir una pintura de todo lo que han visto, y reproducirla; eligen solitos. Representan como saben, pueden y sienten. Cuando terminan su trabajo me lo tienen que entregar, sin el nombre. Después, los chicos, ¿cómo hacen para reconocerlo? Ah, qué misterio, porque ellos saben quién lo hizo. Me ha pasado con un chiquito de San José del Rincón, de una escuela muy pobre, paupérrima. Ahí me daba cuenta de quién era el autor, porque se ponía rojo como un tomate, cruzaba delante sus bracitos y bajaba la cabeza. Uno descubre, por ejemplo, a chicos que lo abrazan a uno y no lo quieren soltar; en la calle me reconocen. Y con los chicos mayores, la exigencia es un texto de no menos de diez renglones, una obra. ¡Eso sí que es bravo! Porque no vinculan lo que ven con lo que dicen. Bueno, ¿la violencia qué es? Es el emergente de la incapacidad para vincular el discurso a la práctica. De algún lado esa potencia tiene que manifestarse. Ellos escriben y tienen que leerlo en público. Ah, hay reiteración de estereotipos.

- ¿Ellos se llevan sus trabajos?

- Si, se los llevan, no los puedo retener. Recuerdo a una chica muy menuda de 7º grado de Santo Tomé. Tomó la pintura de Sor Josefa, la naturaleza muerta. Le juro Ana María, que más de cuatro escritores o poetas de Santa Fe no alcanzarían esa estatura para capturar el silencio, el tiempo detenido, esas frases, las cosas quietas, lo que no se mueve, dicho con sus palabras, la intemporalidad... ¿Cómo lo capturó? No lo sé. Pero lo hizo muy bien. Otro día, una chica tomó una pintura de Godoy, surrealista... En la mitad del texto se largó a llorar porque estaba proyectando; claro, 7º grado, la pre-pubertad, los ojos de Godoy, esa cosa extraña, misteriosa, los ojos que nos miran, como acusando. Fue una verdadera interpretación crítica. Todos nos quedamos en un profundo silencio.

- ¿No ha conseguido que el Ministerio se interese en esto?

- No, en absoluto no. La docencia es una vocación como lo es la enfermería. En los cuatro años nunca tuve la voluntad de alguna supervisora que viniese a ver de qué se trata, salvo en el caso de Alicia Talsky. Algunos me dijeron que habían visto hacer esto en un museo de Nueva York.

- ¿Se hace en otros lugares?

- Es de rigor en el mundo de toda la vida. Lo he visto personalmente en el Museo de Ciencias Naturales de Nueva York. En el fondo es darle importancia a la infancia. Es eso. He tenido gratificaciones maravillosas.

- Y las maestras ¿cómo responden?

- Me miran como si fuese un bicho raro. De los chicos sí he tenido respuestas increíbles, conmovedoras. He descubierto que en Santa Fe hay escuelas para chicos ricos y para chicos pobres. Es mentira que la escuela es una y única para todos, no es cierto. Y terminan siendo enfrentamientos sociales, inevitablemente.

- ¿Usted dio clases como maestro?

- Sí, en la Patagonia. Ahí empecé con la docencia. Para mí la docencia y las artes son una sola cosa, tenía siete años cuando decidí ser maestro de escuela y pintar. Juntaba barro de las zanjas de la calle y modelaba. Y bueno, acá estoy. Me peleo con la crítica y los pintores que cuelgan y no aceptan las críticas, se enojan... Moliere decía que una mujer podía ser tratada de boba, pero no le digan que es fea, porque era capaz de prender fuego a todo. En fin, que la imagen es todo, la imagen es una Virgen de Guadalupe ante la cual el ser humano se arrodilla y reza, la imagen es la bandera. Entonces, ¿cómo me voy a permitir degradar la formación de la imagen ejerciendo la palmoterapia? ¡No! Es una cuestión muy seria.

Abrir la puerta para  aprender a mirar

Una cultura de la imagen

- Volviendo a las visitas. ¿Todos los días realiza el encuentro con los chicos?

- Sí, de martes a viernes, de 10 a 11.30. Recibo a los chicos, vienen acompañados por las maestras y algunos padres, a los que no les permito hablar, pero sí les exijo que miren, porque tienen que saber que lo que lo que hago no es algo traído por la divinidad; el que quiera o le importe lo puede llevar adelante. El tema es por qué los museos, por qué la imagen. Porque creo que el mundo de la contemporaneidad está definido por la cultura de la imagen y ni la universidad, ni la escuela primaria o media tienen un mínimo de tiempo para hacerles dar cuenta a las personas que las imágenes no son inocentes, sino que están cargadas de sentido, que van direccionadas, son impactos visuales de muy fuerte potencia, que pueden modelar y definir la conducta de los chicos y adolescentes en indumentaria, en gesticulación, en maquillaje, en valoración de situaciones y todos los etc. Pregúntese usted si la violencia de los chicos no es un epifenómeno que dictan las imágenes televisivas y que les inducen a través de las resoluciones de problemas, a resolver los conflictos a golpes. Los chinos, cuando dicen que una imagen puede más que mil palabras, no lo dicen como juego poemático; lo hacen a partir de la conciencia de que su escritura es una imagen, porque el signo chino es una imagen pictórica que se lee como palabra y se lee como imagen. Sabiduría milenaria... Bien, así planteadas las cosas se arma con el patrimonio una muestra, yo indico y mezclo figuración y abstracción, cubismo, realismo, todas las variables de la expresión.

- O sea que los chicos ven una muestra organizada por usted.

-Sí, la muestra permanece durante todo el año, lo cual me permite cotejar cómo reaccionan doscientos chicos frente a la misma imagen.

-Distintos grupos...

-Sí, claro.