El corazón mirando al Friûl

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El grupo nació como el proyecto de un puñado de inmigrantes y descendientes. Con el tiempo, fue ganando en profesionalismo y en cantidad de integrantes.

 

El Coro Centro Friulano cumple 25 años y lo celebra recordando su esencia: rendir homenaje a la historia, tender lazos humanos, honrar la magia de la música.

TEXTOS. NATALIA PANDOLFO ([email protected]). FOTOS. GENTILEZA CORO Y EL LITORAL.

Cuando entona “Quel mazzolin di fiori”, Severino Zanón cierra los ojos y recuerda algunos rostros. Hombres cansados que salían de sus trabajos en las fábricas y los campos de Portogruaro, en la zona del Veneto, Italia, y se reunían espontáneamente en una esquina a cantar esa canción. Asomaba la noche de la segunda guerra: eran modos de exorcizar la angustia.

“Se formaban como pequeños coritos en la calle. Yo tenía ocho, nueve años. Cada vez que hoy cantamos alguna de esas canciones, me acuerdo de esa imagen”, cuenta. Severino entró al Coro Centro Friulano hace diez años. “Es lo mejor que me pudo pasar. Todas las cosas que se hacen en el coro son en grupo: son cosas de gente buena”, resume.

Entusiasta animador a la hora de las sobremesas, como todo gringo tuvo que dominar su ímpetu para someterse al movimiento en grupo. Hoy los dirige Soledad Falcón, pero por el puesto pasaron Miguel Smith, Mery Paulón, Virginia Bono, Verónica Ghiano: hombres y mujeres que, de 1987 a esta parte, se apropiaron de las inquietudes de un puñado de cantores amateurs y lograron convertirlos en armonía.

El Coro Centro Friulano se reúne todas las semanas en Salvador del Carril 2394, desde hace 25 años. La fecha, como toda efemérides, sirve para reflexionar: para buscarle respuestas al por qué cantamos.

LA FÁBRICA DE ALEGRÍA

“El Coro significa para mí la posibilidad de poder desarrollar y compartir una actividad apasionante, como es la música coral, en el marco de un grupo de gente que, unida por un mismo objetivo, busca mantener vivas las costumbres y tradiciones de sus antepasados, practicando y difundiendo los cánticos típicos de su tierra”, dice el coreuta Jorge Troncoso.

Para Pía Gon, también inmigrante, el coro tiene dos sentidos: “Cuando cantamos en nuestra lengua de origen, siento que rindo homenaje a mis raíces. Y cuando lo hacemos en castellano, agradezco a este país que nos recibió con los brazos abiertos”, afirma.

“La idea es mantener vivos los recuerdos de nuestros pueblos y también los de los primeros miembros de la institución, cuando se armaban grandes cantatas después de cada comida. La gente que ha ido pasando a lo largo de estos años siempre fue de excelente nivel humano: eso reconforta mucho el alma”, sostiene, y subraya: “Admiro a aquellos que llegan al grupo sin saber friulano y hacen el esfuerzo de aprenderlo para poder cantar”.

Irene Toniutti integra el coro desde sus inicios. “Esta actividad significa para mí mucho más de lo que puedo expresar con palabras. Siento que tengo un recuerdo vivo de mi padre, friulano él, que me inculcó el amor al canto: desde muy pequeña cantábamos juntos esas piezas que hoy hacemos en el coro”, dice.

Para Irene, el grupo es como una familia. “No sólo cantamos, también cosechamos muchos amigos que tienen la misma vocación. Esos encuentros son muy reconfortantes, todo esto me hace muy feliz”, asegura.

Vilma Aguilar, otra de las voces, cuenta: “El coro significa para mí muchísimo. Siempre me gustó cantar, es un acto por el cual tenemos la oportunidad de tener una comunicación con los demás. Además nace el compañerismo con la directora y los demás coreutas. Cuando el canto nace del alma, es como hablarle al corazón”.

Para Noemí Lonzarich, el coro es una forma de agradecimiento. “Y cuando uno agradece, todo lo bueno se multiplica, se agranda, quedamos todos atrapados en una fábrica de alegría y eso es lo que se transmite: alegría”.

Hace quince años que Susana Iglesias va todas las semanas al Centro Friulano a cantar. “Es una actividad que me permite expresar los sentimientos más íntimos. Y también me posibilita conocer y disfrutar de otros grupos, en encuentros inolvidables, maravillosos y productivos”, afirma.

LOS COMIENZOS

El antecedente del Coro se remonta a los años ‘60. Eran todas voces masculinas: inmigrantes con poco conocimiento y muchas ganas. Estaban dirigidos por Humberto Donn, y el repertorio era exclusivamente friulano e italiano. Aún hoy subsisten anécdotas de entonces. “Éramos muy jóvenes. Una vez fuimos a LT9 a cantar para un aniversario. Hacía mucho frío. Entonces, antes de actuar nos habíamos ido a un bar, a tomar unas grappas. Y bueno... a alguno se le fue la mano. Cuando llegó el momento de cantar, hubo uno que empezó a hacerlo más fuerte que el resto, cada vez más fuerte, hasta que nos quedamos mirándolo. No podíamos hacerlo parar... Fue un papelón”, se ríe Severino, uno de los integrantes de entonces que hoy sigue en las filas del grupo.

Cuando Humberto Donn falleció, el coro quedó a cargo de la maestra de música Zunilda Bevegna. Pero, con el paso del tiempo, las voces poco a poco se fueron apagando.

En 1987 la nostalgia le ganó a la inercia, y de la mano de dos amigos (Santiago Lenarduzzi y Aldo Pandolfo, ambos ya fallecidos) la idea del coro volvió a bosquejarse, hasta convertirse finalmente en realidad. “Ellos fueron los que movilizaron a la gente, empezaron a fogonear el grupo y se encargaron de buscar un director”, cuentan los coreutas.

Hoy el repertorio que abordan no consta solamente de cantos tradicionales friulanos, sino que la idea es conocer y difundir la música coral de todas las épocas y lugares, especialmente la de este generoso país que supo recibir a otras culturas.

A lo largo de este cuarto de siglo, el coro representó a la ciudad y el país en numerosos eventos. Participó de encuentros corales en Rosario, Humberto Primo, San Vicente, San Martín de las Escobas, Cañada Rosquín y Rafaela, entre otros puntos. También actuó en Bahía Blanca, Salta, Merlo, Colonia Caroya y Carlos Paz.

En el año 2000 se presentó en Santa María, Ivorá y San Pedro, ciudades del Estado de Río Grande do Sul, Brasil, invitado por el Coro Giuseppe Verdi de la sociedad italiana de Santa María, en el marco de la X Semana de la Cultura Italiana. La visita se repitió en 2003, en el marco del 2º Festival de Coros Italianos del Mercosur.

También estuvo presente en la celebración de los 50 años del Centro Friulano de Paraná, con una actuación en el teatro 3 de Febrero, y formó parte del primer Megaconcierto realizado en Santa Fe, en 1999; y en el Monumento Nacional a la Bandera, en 2000.

Entre otros grupos del exterior que llegaron a Santa Fe invitados por el Friulano, figuran el Coro Zahre de Sauris (Friuli); el coral Giuseppe Verdi de Santa María (Brasil) y el Coro Guarneriano di San Daniele del Friuli.

Soledad Falcón es directora del grupo desde el año pasado, y aporta una mirada respecto de lo que significa este momento. “Implica para mí formar parte de una historia que comparte un hermoso grupo de personas, que ha mantenido por tantos años un núcleo permanente, desarrollado una importante actividad social, comunitaria, cultural y recreativa, conservando, a través del quehacer musical, las tradiciones y la música de aquellos inmigrantes friulanos que hace tiempo atrás llegaron a nuestro país”, reflexiona.

El corazón mirando al Friûl

A través del canto compartido, el grupo evoca a los inmigrantes que llegaron a este país huyendo de la guerra.

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Entre risas, viajes, anécdotas e historias, en el coro se tejen fuertes lazos de amistad.

 
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El repertorio que hoy abordan no consta solamente de cantos tradicionales friulanos, sino que la idea es conocer y difundir la música coral de todas las épocas y lugares.

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Friuli-Venezia-Giulia es una región del noreste de Italia, con capital en Trieste. La variedad de su paisaje es tal, que el escritor Ippolito Nievo la definió como un “pequeño compendio del universo”.

Para celebrar

El sábado 28 de abril, a las 19.30, el coro cantará en la misa de la fiesta de la Cuasi Parroquia San Marcos, ubicada en Las Heras 5142. Durante el año, se realizarán distintos conciertos en homenaje al 25º aniversario.

Las historias que cuentan los cantos

Por: Virginia Bono, directora del coro entre 1993 y 2001

“El Coro del Centro Friulano fue mi primer coro propio, por eso quizás siento por ese grupo un cariño tan especial. Con ellos pude medirme profesionalmente en los primeros años de mi carrera, dar todo poniendo las energías al máximo y sobre todas las cosas ir aprendiendo y creciendo.

Ocho años de canciones friulanas y de otras regiones italianas, argentinas también, aprendiendo y compartiendo con los cantantes y con el público fervoroso que siempre tuvimos, el gozo de una tradición de canto comunitario tan auténtica y entrañable venida desde Italia.

Es difícil resumir en pocas palabras lo vivido esos años, los recuerdos son muchos, desde las presentaciones más oficiales, los viajes nacionales e internacionales, los almuerzos a beneficio que también nos tenían unidos para fines comunes, los conciertos y las reuniones informales cantando a viva voce el cancionero íntegro de temas populares.

Lo que perdura en mi espíritu, y que es quizás lo más preciado de mi aprendizaje en este hermoso coro, es la alegría por cantar de su gente, la emoción de sentirse ligado a las raíces a través del canto y las historias que cuentan los cantos, la dicha de entonar la voz no como un solo, sino como Coro”.

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