AL MARGEN DE LA CRÓNICA

El fútbol aviva la testosterona

En Argentina el fútbol desata pasiones, mueve multitudes y expone lo mejor y lo peor de algunos de los hinchas.

Hasta para quienes no somos fanáticos, presenciar un partido constituye un espectáculo que se disfruta, pero que también despierta ansiedad y nervios.

Mucho de lo relacionado con este deporte suele considerarse como disparatado. Pero según una reciente investigación publicada en la revista Plus One, la reacción generada en un hincha durante un partido de fútbol tendría una explicación científica.

Efectivamente, la Universidad de Valencia y la Universidad Libre de Holanda han sentado las bases que acreditan una elevada producción de hormonas durante un encuentro futbolístico.

Para llegar a esta conclusión, se observó a un grupo de espectadores que vieron la final de la Copa del Mundo, en la cual España venció a Holanda gracias al gol de Iniesta.

Los investigadores, midieron los niveles de testosterona y los de cortisol de aficionados de distintas edades, sexo, e interés en el juego.

Los resultados mostraron un aumento de la testosterona, independiente de la edad, grado de fanatismo, e incluso del resultado del partido. Así mismo detectaron una suba en el nivel de cortisol, pero en este caso sí era más pronunciado para los varones jóvenes y fanáticos.

Los participantes en el experimento, que vieron el partido rodeados por otros aficionados, tuvieron que responder un cuestionario que reflejaba su estado en las horas previas y posteriores al encuentro.

En todas las personas el nivel de testosterona fue un 29% superior, mientras que el cortisol, la hormona del estrés, se disparó un 52%.

Para los autores, los datos coinciden con la denominada “hipótesis del desafío”, que sostiene que la testosterona se incrementa como una forma de prepararse para el juego y enfrentar un desafío.

Del mismo modo, la secreción de testosterona podría haber aumentado para disponer a los hinchas para defender o realzar su estatus social, según los investigadores.

En cuanto al aumento en el cortisol, éste se relaciona con la “teoría social de la auto-preservación”, que sostiene que una mayor secreción de esta hormona entre los aficionados al fútbol es una forma de prepararlos ante la posibilidad de perder el partido. Es decir, que funcionaría como una respuesta adaptativa en caso de tener que afrontar las burlas y comentarios del entorno personal.

Por último los científicos aclaran que el exceso de testosterona se asocia a explosiones de violencia, presentes en los campos de fútbol, aunque también se le atribuyen otros efectos más “positivos” como un aumento del apetito sexual.

Con estos datos en mano, quizás sea mucho más sencillo comprender lo que vivió “El Tano” Passman el día que alcanzó la celebridad al grito de “¡Estamos en la B! ¡¡¡Estamos en la B!!!”.