El municipio paga el alquiler del local

Feria Rivadavia: en 4 años ningún puesto se regularizó

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Lo que busque. Hoy la feria es un gran laberinto de paneles con cd’s, percheros con ropa, paredes cubiertas de anteojos de sol y estantes con zapatillas. El municipio no precisó a El Litoral el precio del alquiler del local. Foto: Diario El Litoral

El traslado se produjo en 2008, cuando la Municipalidad ordenó el desalojo de los vendedores informales del Parque Alberdi. Los puesteros que allí se instalaron todavía no pagan impuestos, tasas ni servicios.

 

De la Redacción de El Litoral

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Desde que la Feria Popular Rivadavia abrió sus puertas al público hace cuatro años, ninguno de los comerciantes informales que allí se ubicaron tras el desalojo del Parque Alberdi regularizó su situación fiscal. Tampoco asumen el costo del alquiler del local, que lo sigue pagando el municipio.

El traspaso de los puestos de venta de distintos tipos de mercadería desde el espacio público hacia el galpón de calle Rivadavia 2747 se inició en mayo de 2008, durante la gestión del ex intendente Mario Barletta y mediante el Decreto DMM Nº 304/08. Con el objetivo de lograr la regularización de los comerciantes como tales y sacarlos de la informalidad, el dictamen de Barletta dejó sin efecto todos los permisos precarios que autorizaban la venta de productos en el parque y autorizó la relocalización de los 36 vendedores en el local de la avenida Rivadavia.

Por entonces, el proceso de reubicación fue emplazado en 48 horas pero no fue sencillo ya que los puesteros se negaron de plano a acatar la decisión del Ejecutivo y resistieron la salida del parque con protestas en la vía pública, quema de cubiertas y movilizaciones.

Finalmente, para destrabar el conflicto, la Municipalidad acordó el traslado y regularización aunque sin plazos concretos y bajo ciertas condiciones como, por ejemplo, asumir por cuatro años el pago del alquiler del espacio donde se ubicó la feria. A su vez, desde las área correspondientes se impulsaría la inclusión de los puesteros en el sistema tributario local y de esa forma, comenzarían a abonar el Drei (Derecho de Registro e Inspección) y los gastos del funcionamiento del mercado.

La gestión de José Corral heredó la responsabilidad de continuar el proceso que comenzó en 2008, aunque las complicaciones y las trabas parecen ser las mismas. Al frente de las negociaciones con los vendedores está el secretario de Desarrollo Social municipal, Carlos Medrano, quien inició el diálogo para avanzar con la regularización el año pasado. Para facilitar el intercambio y propiciar la organización, se conformó dentro de la feria una comisión con seis delegados.

Según el funcionario, uno de los motivos por el cual aún no se registraron es que el inmueble de calle Rivadavia al 2700 todavía no cuenta con las condiciones que la Municipalidad exige para otorgar la habilitación de negocios a cada una de las 36 tiendas. Puntualmente, es posible mencionar como ejemplo, la carencia de medidores de energía eléctrica los que, tal como detalló el secretario, se comenzaron a colocar hace un mes. “Cuando los 36 puestos tengan medidores van a pagar Drei”, aseguró.

Otra de las dificultades que en opinión del funcionario demoraron por cuatro años la normalización de la situación de los puesteros fue el “aspecto social”, “la realidad compleja que hay detrás de cada uno”. Aunque recalcó que “sigue firme la decisión de trabajar y acompañarlos”.

Medrano suavizó la dilación del proyecto esgrimiendo que los primeros años fueron “para acomodarse y establecerse” ya que en el Parque Alberdi “tenían una clientela cautiva que compraba ni bien se bajaba o esperaba los colectivos”. Al instalarse en un lugar cerrado, dentro de la feria “la estrategia de comercialización es diferente y les llevó un tiempo encontrarle la vuelta”, describió el secretario. Y agregó que actualmente “entendieron y ven que convertirse en vendedores formales es una necesidad y que trae sus beneficios”.

La posición de los puesteros

Dentro de la Feria Rivadavia, en cada puesto todo es amabilidad y atención a la hora de ofrecer mientras suena el último hit de la movida tropical. Pero, las caras de los vendedores desaparecen o recurren al anonimato al momento de explicar la situación en la que se encuentran trabajando ahí.

Tal es así que en una recorrida que realizó El Litoral durante un día de semana al mediodía, uno de los comerciantes accedió a dialogar pero aclaró que no quería brindar muchos detalles ni dar a conocer su identidad “para no entorpecer las negociaciones con la Municipalidad”. Sólo cuando se le aclaró que su nombre y apellido iban a ser reservados el comerciante se prestó a la charla.

—¿Cómo están trabajando en la feria?

— Fijate la hora que es y no hay nadie. Hay días que se vende bien y otros en los que no hay nadie, es como en todos lados. La situación económica no es buena entonces hay que aguantar.

— ¿Las ventas eran mayores en el Parque Alberdi?

— Claro porque era al paso y la gente compra más así. Acá estamos hace mucho tiempo y los clientes tienen que venir, otros no saben que nos trasladaron, por eso los fines de semana tenemos que salir a vender a otros lugares. Es obvio que para que nos regularicemos y empecemos a pagar impuestos primero tenemos que vender.

— Existe un sector del comercio, particularmente el que paga regularmente los impuestos que no ve bien que ustedes estén en este lugar solventados por el municipio. ¿Qué opina de eso?

— Nosotros siempre molestamos, nos manden donde nos manden. Creo que molesta que vendamos lo mismo que los locales que están en el centro pero a ellos le cobran el local, les cobran todo. La gente de calle Salta, entre San Martín y San Jerónimo, vende lo mismo que nosotros; viajan a La Salada, Once y Flores (una feria y dos barrios de Capital Federal) a comprar con nosotros pero ellos están instalados en un local. Otros que nos “mata” siempre es el Centro Comercial, y ahí hay gente que vende cosas importadas que no tienen el estampillado obligatorio... deberían mirarse un poco más ellos. Otros nos dicen que somos negros pero cuando vienen comprueban que los tratamos bien y los respetamos.

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Ordenar la venta callejera

La política de recuperación del espacio público, que impulsa el municipio desde la gestión de Mario Barletta, tuvo su revalidación con la implementación del programa Comercio Seguro. Con el asesoramiento de Centro Comercial, el Ejecutivo intenta ordenar la actividad informal de venta callejera de diferentes artículos.

En el marco del programa, 11 vendedores que tenían sus puestos sobre calle San Jerónimo fueron instalados en una feria del pasaje Bustamante. El propietario del espacio aceptó que los comerciantes se ubiquen allí y a cambio, el municipio les facilitó los materiales para acondicionar las tiendas. “A partir de ese momento, se les comenzó a exigir que hagan los aportes que corresponden a cualquier comerciante”, puntualizó Medrano. Del grupo que fue desalojado de calle San Jerónimo se desprendieron alrededor de seis ambulantes que en los días posteriores y los previos a la Semana Santa realizaron cortes de tránsito en la vía para reclamar la atención del municipio. En su momento, le explicaron a El Litoral que pretendían que les “den un local como hicieron con los otros”. Según el secretario de Desarrollo Social, el problema con esos vendedores era que comercializaban productos que se pueden conseguir en locales formales. “Estamos evaluando la posibilidad de que se cambien de rubro. En la peatonal por ejemplo, hay dos puestos de flores desocupados y capaz que puedan trabajar ahí”, mencionó.

Con respecto al programa Comercio Seguro el funcionario explicó que apunta a resguardar el espacio público y limitar los rubros que se ofertan en la calle.

“La venta ambulante es válida y el intendente está de acuerdo con que exista, pero con autorización y tributando”, remarcó.