A 60 años del accidente de Fangio
A 60 años del accidente de Fangio
“¡Qué fácil es morir!”
El Chueco de Balcarce chocó un 8 de junio de 1952, en la vuelta 2 del Gran Premio de Italia en Monza. A bordo de la Maserati A6GCM/52, se fue de largo en una curva y terminó al lado de un árbol. Después de su golpe más importante, milagrosamente salvó su vida, pero estuvo todo ese año convaleciente.
Daniel Monticelli
Quien duda tan siquiera un instante que Juan Manuel Fangio, no sólo fue uno de los mayores deportistas argentinos de todos los tiempos, sino que fue un ser humano muy afortunado en la vida. Hay muchos episodios en los cuales se lo vio involucrado y que por una u otra cuestión siempre salió airoso. Este singular suceso, el accidente en Monza de 1952, le sucedió a Fangio en la plenitud de su carrera deportiva mundial.
Después de lograr su primer título en la Fórmula 1 en 1951 con Alfa Romeo, en la temporada siguiente corrió para Maserati. En esa época se lo invitaba a intervenir en distintas competencias. Por eso fue que el sábado 7 de junio de 1952, el argentino después de competir con un BRM en una carrera en Dundrod, Irlanda del Norte, debía volverse a Italia inmediatamente.
Los organizadores le habían prometido poner un avión particular a su disposición para que al día siguiente pudiese estar participando en el Parque Nacional de la Velocidad de Monza para el Gran Premio de Italia. Los mismos no cumplieron, por lo tanto Fangio se tomó un vuelo regular desde Irlanda hacia Londres; desde la capital de Inglaterra abordó otro hasta París. De allí, un amigo lo llevó hasta Lyon (Francia) y luego le cedió su automóvil para que realice los 480 Km. que lo separaban del autódromo italiano. Manejó durante toda la noche y con lluvia atravesó Los Alpes. Un viaje muy exigente para el físico.
Por la tarde
El Gran Premio de Italia de Fórmula Uno comenzaba a las 14.30 y el “Chueco” llegó media hora antes. Ni bien lo hizo se cruzó con Alberto Ascari, quien le dijo: “Juan, se te nota cansado...”. “No, estoy bien, muy bien te diría”, se excusó el balcarceño, sin querer dar ningún tipo de ventajas a nadie. Presuroso, se fue hasta los sanitarios, se dio una duchó, se tomó una aspirina y se fue hasta los boxes de Maserati. Allí lo esperaba todo el equipo con el auto listo para tomar la partida.
Vuelta 2...
Es evidente que Fangio estaba al borde de su resistencia física. Las crónicas de la época señalan que al no haber podido clasificar, debía largar en la última colocación de la grilla de partida. Con su habitual confianza en sí mismo, nada le importó y supuso que si contaba con un buen auto, en un lugar como Monza donde los lugares de sobrepasos abundaban, prontamente estaría luchando por las primeras colocaciones. Obviamente la largada era vital para las aspiraciones del piloto argentino.
Fangio fue de la partida y en el giro 2, al tomar la variante de Lesmo, la Maserati (auto con el cual no estaba familiarizado), salió disparada y el argentino voló como unos 20 metros y cayó frente a un árbol.
De inmediato fue asistido y con la premura que el caso requería, se lo llevó a un hospital y el diagnóstico médico indicó conmoción cerebral y lesión de las vértebras cervicales, las que fueron traccionadas seis días con una pesa, teniendo que estar inmovilizado totalmente.
Posteriormente y durante 90 días se le fue aplicando una minerva de yeso que le cubrió el torso, los hombros y el cuello.
La recuperación
Ponerse bien y volver le demandó mucho esfuerzo. El estar tanto tiempo internado y luego en reposo absoluto, lo llevaron a reflexionar firmemente acerca de cómo encarar su futuro automovilístico. Allí se hizo un juramento: nunca más volvería a correr estando cansado. El descanso antes de una carrera tenía que ser vital para seguir avanzando en el deporte que amaba y que era su medio de vida.
Esa quizás fue una de las claves por las que Fangio fue tan exitoso. Desde aquel día se cuidó en todo lo que podía. En las comidas, no probó cigarrillo alguno —algo que era muy frecuente por esa época; incluso los pilotos no se cuidaban de ser fotografiados con algún cigarrillo en su boca o en la mano. Además (y esto me enteré alguna vez cuando fui a cubrir alguna carrera al autódromo de Balcarce, la ciudad natal de Fangio), dormía bien. Cuando volvía a nuestro país en pretemporada, se iba hasta Mar del Plata y jugaba al fútbol en la arena —se recuerda que fue un gran futbolista, integró el plantel del Club Rivadavia de Balcarce y su puesto era de inside izquierdo. Por eso tenía una forma física que era envidiable.
Pero había más y este dato puede ser otra arista por lo que afirmamos que Fangio se codeaba permanentemente con la suerte. Para esa temporada de 1952, la Federación Internacional del Automóvil (FIA), había exigido el uso obligatorio de cascos.
“Mire m’hijo, lo que pasa es que en esa época en el automovilismo deportivo se usaban cascos de ¡algodón o seda! Lo que pasaba era ver quién era más ‘macho’”, supo decirle Fangio a quien firma esta nota. En el mismo sentido siempre se pronunció José “Pepe” Froilán González.
Y precisamente el casco que usó le salvó la vida. El que utilizó en esa ocasión, es otro de los preciados tesoros que puede verse en el museo que lleva su nombre en Balcarce.
Lo demás es conocido, cinco títulos y 24 triunfos, cerraron en 1958 una etapa gloriosa para Juan Manuel Fangio y el deporte mundial y nacional.
Pero, a 60 años del accidente más grave que tuvo como protagonista al quíntuple, nos quedamos con una de sus tantas frases sabias: “¡Qué fácil es morir! Es muy fácil pasar de la vida a la muerte sin siquiera darse cuenta”.
El primero. En Barcelona de 1951 se consagraba campeón mundial. Sería el inicial de sus cinco títulos mundiales de Fórmula Uno. Foto: Agencia EFE
/// perfil
Nacimiento: 24 de junio de 1911.
Fallecimiento: 17 de julio de 1995.
Trayectoria: GP disputados en Fórmula 1: 51; poles: 29 (50,00 %); podios: 35 (60,34 %); victorias: 24 (41,38 %); puntos sumados 245 (netos).
Títulos: 5; años: 1951, 1954, 55, 56 y 1957. Primera pole, triunfo y podio: Mónaco de 1950. Última victoria: Alemania en 1957.
Última carrera: 6 de julio de 1958, GP de Francia.