Cine y literatura: cruces, préstamos, lecturas

Cine y literatura: cruces, préstamos, lecturas

“En las primeras películas el relato funcionaba en otro lugar (voz en off) no en las imágenes, si ‘El Nacimiento de una Nación’ tiene un lugar clave, es porque ahí aparece la capacidad de una puesta en escena en términos de un relato en el sentido novelesco”, explicó Oubiña (en el centro, a la izquierda). Foto: PABLO AGUIRRE

En el Foro Cultural, el ámbito donde se realizaron los encuentros, y frente a una importante concurrencia de público, Santiago Loza, Hugo Salas y David Oubiña abordaron las complejas y ricas relaciones entre el cine y la literatura.

DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL

En la tarde de ayer, desde las 17, se sucedieron las dos últimas mesas del VIII Argentino de Literatura, desarrollado en las instalaciones del Foro Cultural Universitario. En la primera de las dos conferencias aludidas, ante una importante asistencia de público, tres conferencistas y un presentador expusieron sobre “Cine y literatura: problemáticas en torno al diálogo y la tensión entre lenguajes”. Santiago Loza, cineasta, productor, guionista, dramatugo; David Oubiña, Dr. en Letras, escritor, guionista, investigador y Hugo Salas, escritor, columnista, investigador, presentados por Daniel Gastaldello, recorrieron diversos aspectos de la tensión entre los dos “lenguajes”.

Gastaldello destacó que “desde el primero (el primer Argentino) no se había vuelto a retomar el vínculo entre el cine y la literatura”, y calificó como “extraños vínculos” los sucedidos entre uno y la otra. Propuso la necesidad de una “discusión, (una) conversación, entre estos sistemas de significación”, que resaltó como un modo de abordar la problemática propuesta. Pero insistió en que los vínculos establecidos pueden ser “revisados por la teoría especializada y por los que hacen cine o literatura, por esa búsqueda personal (que produce) textos en diferentes soportes, y que nos posicionan ante nuevos problemas”. De esta forma, Gastaldello justificó la elección de los invitados en su doble condición de sujetos que piensan (su arte) pero que también producen: “(Son) sujetos en tránsito, que trabajan la teoría pero también producen, ellos mismos. Esa búsqueda personal es de lo que queremos conversar; (ellos) cruzan teoría y crítica con la producción artística en cine, literatura y dramaturgia”.

DOS ENFOQUES

El primero en tomar la palabra, Santiago Loza, leyó un texto autorreferente sobre su experiencia en el cine, la literatura y la dramaturgia. Dijo: “(Quise escribir) sobre lo que debería decir sobre este cruce, lo que detecto como literario en el cine que pude hacer”. Recordó sus años de estudiante como años de profundo aprendizaje: “El cine me sacaba de mí, el cine podía ser un medio de fuga; leer y escribir guiones en los ochenta era parte fundamental de lo que sería mi trabajo. (He pensado en mi escritura como) una escritura fallada que podría resolverse en el cine”.

Seguidamente, conjeturó que “un guión no es literatura, es una escritura en tránsito (...) son pocos los que logran que la literatura perdure dentro de una película”. Hizo breves e interesantes alusiones sobre su propia producción, en la que se destaca un documental sobre el poeta Néstor Perlongher y la película “Los labios”. “Hago cine -dijo sobre el final- cuando no me alcanzan las palabras. La dramaturgia me permite trabajar más libremente; es el cauce que pude darle a lo literario”.

A su turno, Oubiña trazó un elogiado recorrido entre cine y literatura partiendo de una anécdota: el joven Joyce que administra una sala de cine. “Al momento que comenzó a gestarse la relación entre literatura y cine, cuando empezaron a instalarse las primeras salas, en Dublín, en 1909, se produjo un hecho de importancia oblicua, porque el empresario que abrió ese cine era el entusiasta James Joyce (que) persigue la finalidad del negocio, como un personaje de Arlt”.

Con ritmo pausado, e ilustrando permanentemente su alocución con ejemplos y referencias, Oubiña indicó que “la anécdota muestra la fascinación que ejerce el cine: para él era industria o negocio, Joyce percibe esa diferencia y la tensión entre los dos tipos de discursos. Pienso que no tiene sentido pensar que son dos discursos incontaminados, hay un diálogo, hay una conversación inevitable, pero ese intercambio se sostiene sobre las mutuas diferencias. La literatura inscribe, el cine registra”, explicó. Su exposición pasó luego por Barthes, Manovich, Dickens, Einsestein, Griffith (“que inventa una gramática, un modelo posible”), Orson Welles y Godard. El invitado manifestó, posteriormente, cierta predilección por los “proyectos imposibles en el cine”, algunos de los cuales pretendieron unir cine y filosofía o cine y literatura. Por ejemplo, aquellos que pretendieron en algún momentos filmar “El Capital” o “El discurso del Método”. “El cine -dijo- siempre ha estado acechado por el fantasma de la literatura; los escritores, ahora, están frente a los medios audiovisuales”.

Finalmente, refirió dos casos: lo que llamó la ‘solución Saer’ y la ‘solución Puig’. “Los textos de Saer siempre tienden al puro lenguaje, (son) imposibles de filmar; el caso de Puig es lo opuesto: puede parecer casi un guión, pero es una trampa, es de una elaborada coloquialidad, una trampa para cineastas, como decía Bioy Casares de ‘La invención de Morel’ ”.

EL FANTASMA DE LA ALUSIÓN

Cerró las alocuciones Salas -columnista en “Radar” e “Inrockuptibles”, autor de “Los restos mortales”-, quien tituló su exposición “El fantasma de la alusión” (“es un chiste tomado de ‘El fantasma de la libertad’, de Buñuel”). Dijo: “Uno puede historiar el asedio de uno sobre el otro (se refiere a los dos lenguajes tratados), el fantasma de poder aludir, me genera cierto malestar, cierta incomodidad. Es un planteo demasiado amplio, entonces trato de hacer análisis de casos, para evitar la enorme ambigüedad en la que ahora mismo voy a incurrir”.

Explicó que “hay visiones que están muy enfrentadas: los cahieristas pensaban que lo peor que podría pasarle a una película era ser catalogada como literaria, hay que entenderlo en el proceso de autonomización”. Del cine dijo: “Ese invento es la celebración de la burguesía, a medio camino entre la estética y la industria”. Planteó luego el problema de la adaptación - “algunos piensan que un travelling descriptivo sería como una descripción en literatura, pero eso plantea muchos problemas (...) cuando se intenta traducir el lenguaje de la novela al lenguaje de las imágenes-”. “La adaptación -sostuvo- es una práctica que tiene mucho de imaginario, siempre está trabajando sobre materialidades anteriores (...) cada vez que se dice esto es literario, esto es cinematográfico, lo que aparece son protocolos de lectura”.

FINAL, LA CRÍTICA

En tanto, desde las 20, se desarrolló la exposición “Preguntas sobre el presente de la crítica”. Esta mesa propuso continuar el diálogo y la reflexión respecto del papel del crítico literario. También se abordaron los modos y efectos del relato ficcional que narra la Argentina en los últimos doscientos años y, por último, el nudo complejo y problemático que en nuestro país ha enlazado y enlaza literatura y política. Los disertantes fueron Alberto Giordano, Jorge Monteleone y María Celia Vázquez, coordinados por Daniela Gauna.