Preludio de tango
Preludio de tango
“Fuimos”

Manuel Adet
No creo ser exagerado si aseguro que “Fuimos” es una de las máximas expresiones poéticas del tango y uno de los mayores logros de un letrista que se esforzó por demostrar que se puede escribir poesía en el formato de un género popular. Los primeros versos son un poema a los que no hay que sacarle ni ponerle una palabra. “Fui como una lluvia de cenizas y fatigas en las horas resignadas de tu vida”. Después de escribir esto, ¿hace falta decir algo más?
A este poema, Manzi lo escribió a principios de los años cuarenta poco tiempo antes de ser atacado por el cáncer. Y ese bandoneonista sutil y elegante que fue José Dames le puso música a mediados de 1946. El nivel de elaboración poética de “Fuimos” es singular y demuestra la diversidad de recursos y procedimientos expresivos del tango, además del talento de un poeta que lograba la hazaña de que cada tango que escribía superaba al anterior.
En el caso de “Fuimos”, el título ya es sugestivo. Alude a algo que pasó, que pasó entre los dos, por eso la primera persona del plural. Todo poema cuenta una historia de amor, pero lo que diferencia un poema de otro es el tratamiento verbal, los recursos expresivos y esa capacidad que, para llamarla de alguna manera podríamos denominarla de “abstracción”, aquello que permite transformar una experiencia concreta en un valor universal.
El tango se tituló “Fuimos”, pero la primera palabra del primer verso recurre a la primera persona del singular: “Fui”. Y tres versos más adelante el “Fui” se transforma en “Fuiste”, para concluir al final de la estrofa en un “Fuimos”. Esa relación de “fui”, “fuiste” y “fuimos”, le otorga al poema movilidad, sugestión y contraste, riqueza de puntos de vista. El recurso constituye uno de los grandes hallazgos poéticos de Manzi.
El poema contradice el lugar común del tango machista, lugar común que, dicho sea de paso, el tango hizo ingentes esfuerzos para ganarlo. En este caso no hay resentimiento, ni bravatas de guapo. Hay dolor. Mucho dolor, mucho sentimiento de derrota ante las alternativas o las encrucijadas de hierro con que la vida coloca a una pareja que debe vivir la atroz experiencia de separarse sabiendo que se aman.
“Gota de vinagre fatalmente derramada sobre todas tus heridas”. La imagen de la gota de vinagre tiene reminiscencias religiosas, sugiere dolor y culpa, sublimación a través del amor. No recuerdo qué cantor decía “Sobre todas mis heridas”. Una palabra mal interpretada y el sentido del poema queda definitivamente alterado. Es como cuando en “Cafetín de Buenos Aires” se decía “La filosofía cruel de no pensar más que en mí” cuando en realidad, el poema adquiere dimensión existencial, consistencia poética cuando dice “la filosofía cruel de no pensar más en mí”. Que un verso altere su significado por una palabra, da cuenta del carácter poético del texto. Sólo en la poesía puede ocurrir algo así, algo en el que una palabra compromete todo el sentido del texto.
“Fuiste por mi culpa golondrina entre la nieve, rosa marchitada por la nube que no llueve”. Las imágenes son delicadas y vigorosas, pero conviene insistir una vez más que la culpa, si es que corresponde hablar de esa falta, es hasta este momento del hombre, no de la mujer. En este punto Manzi altera toda una tradición tanguera y la altera para bien. Pero hay, además, otra vuelta de tuerca. El hombre es portador de una culpa, pero esa culpa está signada por la fatalidad. El poema no dice cuál es esa culpa y, en todo caso, sugiere más adelante que tal vez sea compartida. Lo seguro, la única certeza de esta triste historia de amor, es que ellos se aman, pero como en el bolero “Encadenados”, no pueden o no saben estar juntos.
Así lo dice la segunda estrofa. “¡Vete...! ¿No comprendes que te estás matando? ¿No comprendes que te estoy llamando?” E insiste luego en los últimos versos: “¡Vete...! ¿No comprendes que te estoy salvando? ¿No comprendes que te estoy llamando?” Los buenos poemas a veces dialogan entre ellos. “Fuimos” en algún punto se parece a “Confesión” de Enrique Santos Discépolo . “No comprendes que te estoy salvando”, se parece mucho a “Fue a conciencia pura que perdí tu amor, nada más que pa salvarte” o “Por que te quise tanto, tanto que al rodar, para salvarte sólo supe hacerme odiar”. Hasta aquí las coincidencias, porque en lo demás los poemas tratan situaciones diferentes.
En “Fuimos”, los últimos versos del estribillo son un desafío para los cantores o, si se quiere una trampa tendida. “ ¡No me sigas, ni me llames, ni me beses, ni me llores, ni me quieras más!”. Allí la voz debe convertirse en un susurro, en un sonido casi inteligible. Susana Rinaldi en su versión de 1969 con la orquesta de Julián Plaza lo hace a la perfección y para más de un crítico este tango es una de sus grandes creaciones. En el mismo nivel merece colocarse a Roberto Goyeneche en sus versiones con Raúl Garello y en marzo de 1968 con la Orquesta Típica Porteña.
La música contribuye mucho a la calidad del poema. José Dames fue un gran señor en lo suyo y tal vez no haya sido casualidad que le haya puesto música a los tangos “Nada” de Horacio Sanguinetti, “Tú” de José María Contursi y “Fuimos” de Homero Manzi. Dames se formó al lado de Carlos Marcucci y su talento como compositor mereció el reconocimiento de los grandes ases del tango de la década del cuarenta.
“Fuimos” hoy es un clásico del género y disfruta del privilegio de haber sido interpretado por los mejores. A las versiones de Rinaldi y Goyeneche hay que sumarle a Piazzolla con Jorge Sobral en 1957, Osvaldo Pugliese y Roberto Chanel, Aníbal Troilo y Alberto Marino, Osvaldo Fresedo y Alberto Morán. Particularmente sugestivas son las versiones de Miguel Montero, Hugo Marcel y Argentino Ledesma. Por su parte, la interpretación que hace Horacio Molina gusta a muchos y para algunos es la mejor de todas. Por el lado de la mujer, las versiones que merecen tenerse en cuenta son las de Virginia Luque y María de la Fuente. Adriana Varela, por su parte, lo grabó en el 2009 con su particular estilo.