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Compromisos de hoy para un mejor mañana

En Santa Fe hay varias instituciones que dedican su trabajo a la ayuda social. Algunas están afianzadas en la ciudad y otras están dando sus primeros pasos. “Hoy X Mañana” es una de ellas y trabaja con mamás de niños que presentan problemas de nutrición. Este informe intenta despertarnos a todos para ver que desde lo más pequeño podemos colaborar con una causa tan importante.

Compromisos  de hoy para un mejor mañana
 

 

Ana Ronchinotti tiene 26 años y es psicopedagoga, Elisa Gorosito tiene 31 años y es trabajadora social y Milagros Brun tiene 26 años y es licenciada en Relaciones Internacionales. Ellas tres son sólo una muestra de muchas otras jóvenes profesionales que trabajan en la fundación “Hoy X Mañana” en el barrio Roque Sáenz Peña, en la zona ubicada detrás del Regimiento 12 de Infantería.

A la fundación se acercaron, gracias a datos aportados por centros de salud y escuelas de la zona, un importante número de mamás con hijos pequeños en los que se detectaron problemas de alimentación. Estos problemas están entre nosotros más presentes de lo que pensamos, Milagros lo aclara de una: “Existe la idea de que la desnutrición o la problemática vinculada con esto pertenece a tierras lejanas donde se hablan otras lenguas y la realidad es que a pocas cuadras de avenida Freyre esto pasa todos los días y sucede no sólo la desnutrición sino también la malnutrición”.

Gracias al esfuerzo de quienes trabajan y colaboran con Hoy X Mañana, lograron crear el Centro de Prevención “Madre Teresa de Calcuta”. Allí es donde los profesionales trabajan la situación de estas madres y sus niños en un espacio que permite que las mujeres que hacia allí se acercan encuentren el modo de resolver los problemas que tienen sus hijos.

Pero las personas que sostienen este espacio comparten entre sí un llamado interior. “Empecé a trabajar en la fundación hace un año y medio, venía siguiendo la obra de el Dr. Albino (Fundación Conin) hace varios años y me pareció interesante poder sumarme y ayudar desde cualquier lugar, no sólo desde mi área profesional, creo que fue más bien vocacional”, dice Ana.

Para Elisa “cada día es un desafío en pos de fortalecer a las familias, entendiendo sus padecimientos y las dificultades por la que atraviesan. Llegar a su cotidianeidad, sus prácticas culturales, necesidades y proyectos. Brindar ayuda para descubrir su potencial, hacer crecer su autoestima y desarrollar su capacidad resiliente”.

No todo es plata

Quienes trabajan aquí para dar su aporte desarrollan programas que permiten abordar el problema de la nutrición y entienden que muchas veces el conflicto no tiene sólo una raíz económica.

Ana aborda con los niños diferentes áreas del desarrollo como ser lenguaje, motricidad y coordinación tanto desde la psicopedagogía como desde la estimulación temprana.

“A nivel profesional esta experiencia es muy enriquecedora, ya que desde mi lugar puedo colaborar con la madres para que los niños logren un buen desarrollo y puedan tener igualdad de condiciones frente a otros niños que han tenido otras oportunidades. A nivel personal este trabajo me ayuda a crecer como persona día a día”, asegura.

Elisa afirma que “podríamos pensar que en las madres y niños incluidos en el programa se dan denominadores comunes: familias con alto riesgo social, precariedad laboral, situaciones habitacionales deficientes, maternidad adolescente y vínculos familiares débiles”.

Milagros también tiene claro algo: “La idea del programa orientado surge de trabajar modificando pautas arraigadas en las mamás. Buscar que cambiando su concepto de sí mismas como mujeres y madres, puedan resignificar el vínculo con sus hijos en el amor desde la propia estimulación, y desde ahí modificar esa realidad.

En lo concreto, usan herramientas y se valen de técnicas más complejas y otras tan simples como transmitirles recetas para que mejoren su forma de cocinar, para aprender a jugar con sus niños, cómo cuidar su salud personal y la de sus pequeños; transmitir y compartir conocimientos que para muchos son moneda corriente pero que en otros espacios de interacción social se han ido perdiendo con el tiempo debido a la necesidad de resolver las urgencias de cada día.

Cuestiones comunes

¿Cómo se define si una familia precisa de estos programas de asistencia? Simple: la información les llega desde escuelas o centros de salud barriales. Trabajan principalmente con mamás y niños de los barrios del sur oeste de la ciudad, porque allí tienen su centro ubicado.

Ana explica que el denominador común que tienen las personas que se acercan a la fundación es el riesgo social. “Las condiciones de riesgo social inciden muchísimo sobre el desarrollo de los niños, sobre todo desde el lenguaje”, señala.

Elisa detalla que dirigen su acción a la red de apoyo social: “El trabajo específico con las madres en el tratamiento de temáticas que las involucran, permite llegar a través de ellas a toda su familia, con el fin de fortalecerla y acompañarla en la satisfacción de sus necesidades. La realización de talleres, como actividad generadora de espacios de encuentros reflexivos, de contención y diálogo, brindan momentos donde las madres pueden expresarse en un clima de confianza y distensión”.

Cómo se sostienen

Más allá del esfuerzo que realizan en lo personal y profesional, los miembros de “Hoy X Mañana”, de lo que las mamás que allí reciben asistencia también aportan para colaborar con ellos, hay quienes se suman con cuotas mensuales para ayudar a sostener este importante espacio.

Ocasionalmente han recibido ayuda del gobierno provincial y aún esperan algunas soluciones del municipio local. También aguardan respuestas de entidades internacionales en las que han presentado proyectos para poner en marcha otros objetivos que aún están en gestión.

Lo concreto es que la solidaridad, el amor y la sensibilidad hacia lo social son los factores más fuertes de este grupo humano. “La motivación principal es lo personal, lo sigo haciendo hasta hoy por eso, a mi me hizo muy feliz ver que podía matizar esto con mi carrera y desarrollar un perfil que no tenía pensado o visto”, señala Milagros.

Finalmente lanza el desafío: “La sensibilidad hacia lo social no es algo que viene genéticamente con uno, hay que estimular la participación ciudadana. Quien no ha pasado por esta experiencia no la conoce. A veces te dan ganas de dejar todo lo que empezaste, pero después te das cuenta de que también hay otros momentos que son de extrema felicidad, que hacen que valga la pena que uno se involucre con algo. Si sos una persona a la que le preocupa la desigualdad social, la pobreza, y no hacés nada para intervenir en eso aunque sea mínimamente entonces no aportas a la solución”.


Datos de contacto:

www.nutrirsantafe.org.ar/[email protected], 4 de Enero 2363 Tel.: 4560813

Ciudadanos comprometidos

Destinado a jóvenes de 4º y 5º años de algunos colegios secundarios de la ciudad, el programa se basa en charlas de 40 a 45 minutos en las que miembros de la fundación buscan transmitir la realidad en la que trabajan.

“Se abordan cuestiones generales sobre la desigualdad social, que es el hambre que es la pobreza y todo eso a nivel mundial, nacional, provincial y municipal plantearlo desde lo más lejano a lo más cercano y plantearles la idea de que ellos en su rol de ciudadanos podrían y deberían intervenir para modificar la realidad según algunas opciones que se les plantean”, detalla Milagros.

Luego se les propone a los chicos que organicen una colecta de alimentos y elementos que sirven para el funcionamiento de la fundación como una primera aproximación al compromiso ciudadano. “La idea no es en sí lo que se junta sino el hecho de que son ellos quienes son responsables de poner en marcha el mecanismo y hacer que funcione. También otro objetivo es que transmitan lo que aprenden en ese tiempo de charla para difundirlo entre sus allegados”, explica.

“La única manera de poder hacer frente a un tema tan complejo es multiplicando la tarea, generar una conciencia por contagio para sumar voluntades contra una problemática que nosotros creemos muy importante en la ciudad y que no se ve siempre”, señala Milagros.

las condiciones sociales de riesgo social inciden muchísimo sobre el desarrollo de los niños, sobre todo desde el lenguaje”.

Ana Ronchinotti

Cambiar la realidad

Luciano trabaja desde los 12 años como voluntario. Ahora colabora en el Bº San Agustín y estudia comunicación social en la Universidad Católica de Santa Fe.

Luciano Giardino (18) [email protected]

Mi iniciativa en el trabajo como voluntario surgió hace 3 años. Desde los 12 años, formo parte de un grupo juvenil de mi colegio en el que tratamos temas como las injusticias sociales. A finales de 2009, un amigo me invitó a formar parte del espacio que se estaba construyendo por personas de diferentes lugares de la ciudad, como también por gente del mismo barrio donde estábamos trabajando, el barrio San Agustín I.

Cuando decidí acercarme a San Agustín I lo hice justamente por ser un barrio marginal y porque además pienso que la única forma de cambiar la realidad es a través de la acción. Si uno no actúa, es indiferente. No quiero ser indiferente ante las desigualdades de esta sociedad.

Para mí lo más difícil de esta tarea, o lo que podría decir que muchas veces me cuesta, es mantener el servicio con la misma energía con la que arrancamos. Los sábados a la mañana es un esfuerzo levantarse temprano para ir al barrio, pero es algo que me acostumbré a hacer con el tiempo. A medida que va pasando el tiempo te sentís contento por haber tomado la decisión de levantarte, a pesar del sueño y el cansancio.

Hemos pasado momentos tristes y muy angustiantes, que nos han producido la sensación de que la realidad no se puede cambiar. Pero creo que esas situaciones no nos detienen, sino que nos hacen aún más fuertes. Así es como decidimos seguir apostando por la vida, a seguir construyendo un presente mejor, a hacernos más conscientes de la realidad en la que todos vivimos.

Para mí los momentos más felices se pueden ver los sábados, en el horario del comedor. Muchos chicos manifiestan mucha alegría estando allí. Son muy afectuosos, son momentos en los que uno se siente enriquecido y muy feliz por estar presente.

Yo quisiera decirles algo a los jóvenes que están queriendo acercarse a colaborar o tienen la duda: que vayan a conocer el barrio, que miren a las personas que viven allí y que piensen que con su ayuda es posible hacer algo para cambiar esta sociedad en la que vivimos todos. A veces es importante ponerse en el lugar del otro y no ser indiferente ante las injusticias de este mundo.

En osea.ellitoral.com también vas a poder leer el relato de Cristian Aguirre, un voluntario que vive en barrio San Agustín y desde hace muchos años colabora allí.

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