El talento a gran escala
El talento a gran escala

mural que recrea la flora y fauna del territorio fueguino.
Fernando “Cany” Soto nació y estudió en Chaco, vivió y trabajó en nuestra ciudad, y en 2007 decidió partir hacia Tierra del Fuego. Allí, como en todos los lugares que habitó antes, sigue dejando la huella de su enorme calidad artística.
TEXTOS. LUCAS CEJAS. fotos. gentileza fernando soto.
Existen artistas capaces de expresarse, por talento innato, a través de diferentes ramas en la plástica (esculturas, dibujo y pintura). Cany Soto es unos de ellos. Este chaqueño naturalizado santafesino -pero ahora radicado en Tierra del Fuego- supo establecerse en nuestra ciudad a principios de los ‘90 y, al poco tiempo, comenzó a gestar un verdadero espacio de arte, verdaderamente independiente: “El garaje”.
En aquellos tiempos entabló una genuina amistad con el gran artista Luis Gaspardo, quien lo visitaba en una olvidable pensión donde hubiese sido habitual ver a Gregorio Samsa caminando por una pared. Luis mencionó en un reportaje concedido a El Litoral que “Cany me educó visualmente”. A partir de ese momento, Cany se volvería un partícipe de la vida cultural santafesina, que lejos está de tener que ver con la fama, la ingesta de canapés, lo adeptos a las modas estéticas de oferta y la impostada “búsqueda de las vanguardias”.
Maestro de Dibujo recibido en la Escuela de Artes Plásticas de Resistencia (Chaco), supo cargar en sus alforjas con un pasado como caricaturista, redactor e ilustrador en el diario “Cambio”, de Catamarca; una experiencia que le sirvió para desempeñarse en varios puestos de un diario y respirar cierto aire renacentista.
Pudo -en esa experiencia inicial- dibujar y escribir sobre Dalí, entrevistar y hacer enojar a Teresa Parodi, además de diagramar habitualmente algunas páginas del diario. Pero antes -siendo aún un adolescente- emprendió un viaje hacia el sur con la esperanza de conocer personalmente al dibujante de historieta Carlos Casalla (autor de Cabo Sabino, en editorial Columba).
Ya en Río Negro -y por un acontecimiento imprevisto- conoció a su ídolo. El artista optó por pedirle calma y en un bar le brindó unos cuantos consejos, invaluables, que determinaron en Cany la elección de una carrera que le otorgaría una sólida formación como artista, algo de lo que carecía por aquel entonces.
Caballos, gauchos y objetos campestres eran creados por Casalla, pero siempre con un fin didáctico; así, los días se sucedían y el deseo iniciático de dibujar historietas dio paso a una carrera como la de Profesorado de Artes Visuales en el Chaco. Cuando regresó a su provincia, ya no era el mismo joven que había partido. Traía consigo la experiencia del frío en carpa, el hambre que no sabe de guisos maternales, la aventura de recorrer vastos territorios sureños y, lo mejor de todo, varios dibujos de Casalla para sus hermanas.
A finales de los ‘90, y viviendo ya en Santa Fe, un conocido periodista le confió el arte y diagramación de la revista “Hoy y mañana”, mensuario de cultura y política donde colaboraban, entre otros, el excelente periodista y escritor José Luis Pagés.
Soto eligió barrio Candioti para vivir. Habitaba, junto a su familia, una hermosa casa con pisos de madera, altas paredes y un altillo que le permitía entregarse por entero a la vocación de pintor. Este último espacio estaba habitado por lienzos, pinturas, pinceles, varias paletas de pintor y un leve aire de estudio flamenco conferido por un par de claraboyas que dejaban ingresar la luz de la mañana. Había ciertos cuadros intervenidos por el menor de sus hijos, acto que Cany perdonaba hasta con cierto orgullo.
UNO BUSCA
A partir de 2005 ingresó al diario matutino de nuestra ciudad en calidad de armador, pero pronto -y debido a la improvisación propia de todo comienzo editorial- los periodistas advirtieron que podía redactar, dibujar y diagramar al mismo tiempo, y todo por el mismo precio. Así trabajó hasta 2007, cuando decidió dirigirse otra vez al sur, pero esta vez a Tierra del Fuego, donde lo esperaba su hermano menor, Poncho, escultor de oficio.
Como suele pasar con los verdaderos artistas que modifican lugares, grupos de personas y entornos varios, rápidamente se pudo apreciar la presencia de Cany en Tierra del Fuego. Esto se tradujo en un nuevo periódico zonal -tanto en papel como en formato digital- llamado Kuanip, del cual fue responsable, además de numerosas muestras junto a su talentoso colega Rodrigo Crespo, como así también talleres de dibujo y pintura impartidos por él.
Cany reconoce que “vine a trabajar atraído por un canto de sirena laboral cuyo desenlace desengañoso tuvo un efecto positivo e imprevisto en mi existencia, poniendo a resguardo a mis hijos queridos y a unos pocos amigos queridos, entre los que encabezan el elenco Restaldi y vos; todo lo que me tocó y me toca vivir en Ushuaia es estimulante y nutritivo para mi espíritu y mi cerebro”.
Enseguida, su capacidad para generar cualquier hecho artístico lo volvió alguien querido y requerido en su actual terruño y, además, le brindó anticuerpos para soportar cualquier adversidad instantánea, por lo que confiesa: “No paré un día de hacer cosas, desde que llegué a esta ciudad de increíble belleza. Al irme del diario al que vine a trabajar deambulé un tiempo sin poder ni querer regresar al diario de Santa Fe, en el que trabajaba antes de la decisión y, al poco tiempo, estaba realizando la revista de historietas ¡Fuego!, la primera de Ushuaia, que tuvo alguna circulación nacional. Luego empecé a dar clases de dibujo y, asociado con un amigazo imprentero, Walter Idone, lanzamos el periódico Kuanip”.
TOMANDO MEDIDAS
En medio de todo, un viejo amor lo volvió a llamar: la pintura mural. Pudo sentirse nuevamente como aquel joven que compartió una mesa, nada menos que con Ricardo Carpani.
“Retomé mi carrera muralística realizando obras en el Chaco (Aniversario de la masacre de Napalpí), en algunos encuentros latinoamericanos de muralistas realizados en nuestro país y en la ciudad de Ushuaia, donde vengo trabajando sin parar junto a Rodrigo Crespo. Entre las obras destacadas -por sus dimensiones y ubicación estratégica- está el mural de la historia de la salud pública en Tierra del Fuego, en el frente del hospital de esta ciudad. También realicé murales en centros periféricos de salud, en la Secretaría de Derechos Humanos y en el portal de acceso a la ciudad, algunos de los cuales han sido inexplicablemente removidos tras una remodelación arquitectónica inconsulta”.
Cany está a un paso de lograr su anhelado deseo, por el que anduvo durante años de aquí para allá; pareciera que finalmente encontró su lugar en el mundo. Es una pena que haya sido tan lejos de Santa Fe y de sus amigos.
“Este año viene siendo especialmente ajetreado en el tema muralístico ya que, a propósito del 30 aniversario de Malvinas, tuve que realizar dos murales temáticos, no del todo del agrado ideológico de algunos de mis mandantes (los ex combatientes). Pero, finalmente, uno de los paneles ha sido emplazado y el otro, el más grande, que fuera pintado en la Carpa de la Vigilia con colaboración de los transeúntes, será emplazado en una pared de la Casa de Gobierno”.
“En tanto, estoy abocado a conducir el embellecimiento del enorme, caótico y destartalado edificio del hospital de Río Grande. Para eso, he acudido al socorro de la comunidad artística y estudiantil de aquella ciudad. Esta obra me llevará todo el año y, entretanto, se me ha concedido el privilegio y la responsabilidad de realizar un enorme mural histórico en el museo del Fin del Mundo”, relata a 3.500 kilómetros de distancia.
“Además, estoy ilustrando libros, viñetas y portadas para la Editora Cultural y algunos autores locales como don Lito Garrido y el querido Mochi Leite. Con todo esto -anticipa-, ya no me van a quedar energías ni espacios en la ciudad, de modo que -finalmente- podré cumplir con mi sueño, que es dedicarme a pintar y fumar habanos mirando a la Bahía, mientras Tito y Germinal se pelean frente al televisor o hacen ruidos con sus instrumentos, o estudian en alguna de las carreras que ofrece la flamante Universidad de Tierra del Fuego”.

Fernando “Cany” Soto en plena pintura del mural que conmemora los 30 años de la guerra de Malvinas.

“El mantel colorado”, óleo con el que ganó un premio en el Salón Provincial de Pintura, inspirado en Alexander Mc. Lennan.

detalle del mural que evoca “la historia de la salud pública en ushuaia”.
Un proyecto participativo
por estos días y junto con la ministra de Salud de Tierra del Fuego, María Grieco, Fernando “Cany” Soto coordina el proyecto de “Embellecimiento del hospital general de Río Grande”. Allí, convoca a docentes y estudiantes de arte, artistas plásticos y público en general en pos de cambiarle la cara al edificio a través de graffitis, murales y la realización de siluetas, tanto en interiores como en exteriores del edificio.
La propuesta tiene el acompañamiento de autoridades de las áreas de Salud y Educación, Obras Públicas, Cultura, el Banco de Tierra del Fuego y la Unión Industrial Fueguina.