Eva, Cristina y el espejo de la historia

Cinco paralelos, cinco encrucijadas de distintos momentos de la Argentina

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Cristina y Eva. Similitudes y diferencias entre las dos mujeres fuertes del peronismo.

Foto: Archivo El Litoral

Por Sergio Serrichio

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Subordinación de la CGT, conflicto con el gobernador de Buenos Aires, relaciones internacionales dudosas, problemas energéticos y en YPF, excomunión de ex leales. A 60 años de la muerte de Eva Perón, anivesario que se cumplió el jueves último, es útil, al menos como ejercicio recordatorio, establecer ciertos paralelos entre Evita y la actual presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner (CFK). O, mejor dicho, entre algunas encrucijadas de dos momentos de la Argentina. Porque es una certeza que la actual presidenta no tendrá la proyección histórica de la mítica “abanderada de los humildes”. Pasemos al listado.

Subordinación de la CGT: el hallazgo de CFK de que Hugo Moyano, el prepotente líder camionero y secretario de la CGT, no es confiable, tiene que ver con algo que Perón y Eva tuvieron claro de entrada: el sindicalismo debía estar por completo subordinado al gobierno, que era el peronismo, que era el Estado. Por eso a fines de 1947, tras el año y medio que le llevó voltear las gestiones de Aurelio Hernández y Luis Gay, que pretendían una CGT independiente, Eva encumbró en la central obrera a una obediente creatura suya, José Espejo. Tras la muerte de Evita, Espejo fue defenestrado cuando el 17 de octubre posterior fue sonoramente abucheado por sus “dirigidos”. A Cristina le llevó ocho años, en los que Moyano multiplicó sus negocios y su poder de fuego en alianza con los Kirchner, darse cuenta de que “el Negro” es indócil. Entonces decidió partir la CGT, recurriendo a lo peor del sindicalismo noventista y a un ex buchón de la Side. La bien llamada CGT Balcarce aún no encontró una cara presentable, pero sabe que las órdenes vienen de la Rosada. Resta ver qué pedirá a cambio.

Conflicto bonaerense: el difunto Néstor Kirchner dijo más de una vez que, a diferencia de Cristina, que en su primer mandato tuvo de vice al “traidor” de Cobos, él había tenido la fortuna de tenerlo a Daniel Scioli, que fue tres veces enviado a ganar votos para la Kausa (dos como candidato a gobernador, otra como candidato “testimonial” a Diputado) en Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país. De premio, en 2011 CFK le impuso como vice al leal Gabriel Mariotto, le copó la Legislatura provincial con La Cámpora, lo retó en público por no saber administrar y le hizo cortar clavos antes de permitirle poder pagar, en cuotas, el medio aguinaldo de los empleados públicos.

Flashback 67 años: a fines de 1945, cuando se dirimían las candidaturas del primer peronismo, Eva vetó el hombre que había elegido su esposo para candidato a gobernador bonaerense, Juan Atilio Bramuglia, e impuso a Domingo Mercante, un coronel formado a la sombra de Perón. “Es más leal”, dictaminó. A partir de su exitosa gobernación y su imagen más democrática, Mercante empezó luego a verse (y ser visto) como candidato a presidente y sucesor de Perón. En los noticieros bonaerenses su “Plan Trienal” tenía más espacio que el “Quinquenal” de Perón. Su “República de los Niños”, más éxito que la “Ciudad Infantil” de Evita en Núñez, Capital Federal. Tras varios disputas, Mercante fue expulsado del peronismo. Una había sido el control de los casinos de la Costa Atlántica. El gobierno nacional los había expropiado, la provincia reclamaba el control. El conflicto jurisdiccional (Buenos Aires era representada por su fiscal de Estado, Arturo Sampay, ideólogo de la Constitución de 1949) escaló hasta la Corte Suprema. Los casinos quedaron en manos de la Nación.

Flashforward a 2012: para pagar aguinaldos, Scioli estira por decreto y por 15 años las licencias de 16 bingos bonaerenses. Un diputado K presenta un proyecto para estatizar el juego. Habrá más noticias para este boletín.

Relaciones internacionales: la pretensión de proyección internacional de Perón tuvo un momento cúlmine en la gira europea que Evita realizó en 1947 a España, Italia, Francia, Suiza y Portugal, con escalas de regreso en Brasil y Uruguay. El viaje fue programado para darle vidriera mundial al discurso en que Perón presentó la “Tercera Posición”. Éste fue ignorado por la prensa mundial. No así el paso de Eva por España, clave en la sobrevivencia (y posterior longevidad) de la dictadura de Francisco Franco. La visita fue apenas posterior a la exclusión de España del Plan Marshall y precedió en pocos días un hito del franquismo. Paul Preston, uno de los más reputados biógrafos de Franco, precisa que el aislamiento internacional del dictador español era tal que la visita anterior de un “dignatario” extranjero había sido, en 1940, la del jerarca nazi Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la Gestapo, para preparar el encuentro Franco-Hitler, que tuvo lugar poco después en Hendaya, Francia. Franco en persona recibió a Eva en Barajas, quien recorrió Madrid y varias de las ciudades más grandes de España repartiendo trigo entre una población hambrienta. Franco aprovechó el baño de popularidad para impulsar el voto a su favor en el “referéndum de sucesión”, que tuvo lugar dos semanas después, en el que se impuso con el 93 % de los votos y se consolidó como regente vitalicio y “Caudillo de España por la Gracia de Dios”. CFK, que a principios de 2008 amonestó en la Casa Rosada al presidente de Guinea Ecuatorial, Theodore Obiang, por su escaso apego a los derechos humanos, está ahora embarcada en una agenda internacional que ya la llevó a Angola y la llevará también a Azerbaiján, Vietnam, Jordania y Argelia. Todos países que comparten con Angola una o más características: tienen el mismo gobierno hace 30 años, un récord dudoso en materia de derechos humanos y mucho petróleo.

Problemas energéticos: la estatización parcial de YPF y la crítica de CFK al rol de Repsol y de los Eskenazi en la petrolera fue en respuesta a un problema que la presidenta detectó a fines de 2011: a fuerza de dilapidar energía, ese año la balanza comercial energética, que en el alba kirchnerista superaba los 5.000 millones de dólares, registró un déficit de 6.000 millones. Y cuando los dólares empezaban a escasear. De ahí el cepo cambiario, la reestatización parcial de YPF y el llamado a Miguel Gallucio para presidirla. Galluccio, un ingeniero que llegó precedido de sus pergaminos en el planeta petróleo (desde su conchabo en Repsol, para la que hizo incluso un spot publicitario, hasta sus éxitos en Schlumberger, la principal empresa de servicios petroleros del mundo) es entrerriano, igual que Ramón Albariños, el primer presidente peronista de YPF. Galluccio ya amagó un par de veces con su renuncia: está preocupado por los altos costos y la baja productividad de YPF. Tendrá éxito si logra ser la contrafigura de su comprovinciano, bajo cuya gestión los gastos salariales pasaron del 16 al 40 % de los ingresos de la petrolera estatal y las importaciones petroleras, de 200.000 a 2.000.000 de metros cúbicos. En 1950 la compra de combustibles ya explicaba casi un cuarto de las importaciones argentinas y en 1953 YPF registró el primer balance negativo de su historia. La Constitución de 1949 había estatizado por completo el petróleo, pero Perón viró y en 1955 convocó a la Standard Oil de California, precursora de Chevron, empresa a la que Cristina Kirchner cortejó el mes pasado en Nueva York, para que invierta y saque más petróleo en la Argentina. Igual que a ExxonMobil, la hija de la Standard Oil de Nueva York. Todas herederas del imperio Rockefeller. Todo para exorcizar la escasez de dólares y depender menos de la santa madre soja.

El precio de la lealtad: así como se mencionó el voltafaccia de los Perón con Mercante (parecida suerte corrió Cipriano Reyes, el otro factótum del 17 de octubre de 1945), Eva encumbró y liquidó funcionarios, como Miguel Miranda (presidente del Banco Central y del Iapi, el que le conseguía dinero para todo), Bramuglia, al que le montó una cancillería paralela con “agregados obreros” en las embajadas, y hasta Arturo Jauretche, prócer del “pensamiento nacional” y puntal, desde el directorio del Banco Provincia, de las políticas de Mercante. Cristina descalificó recientemente a Alfonso Prat-Gay y Martín Redrado, dos ex titulares del BCRA. Antes, el kirchnerismo defenestró a Alberto Fernández, jefe de Gabinete de Néstor y Cristina durante más de cinco años, y puso en campo enemigo a Roberto Lavagna, Martín Lousteau, Miguel Campos (ex secretario de Agricultura) y siguen las firmas. Entre los “leales” resisten Julio De Vido, pese a las implacable críticas de Axel Kicillof a su gestión energética, y Aníbal Fernández, que tras ser despojado de sus charreteras en el gabinete, sigue siendo lenguaraz K en el Senado. Scioli está bajo fuego y Daniel Peralta, el gobernador de Santa Cruz, es vigilado de cerca por Máximo Kirchner y La Cámpora. La “lealtad” no es sólo obediencia. A veces, hay que hacer de chivo expiatorio.