“Me cruzo todos los días
con los pecados capitales”
“Me cruzo todos los días
con los pecados capitales”
María Luisa Miretti
Ha muerto Héctor Tizón (21 de octubre de 1929), el último combatiente del interior, “un ejemplar de frontera” a quien nunca le interesó responder a los vaivenes del centralismo porteño ni encasillarse más que en la voz propia para decir lo que sentía y lo que representaba, aún sabiéndose solo y distante.
Con una sensibilidad exquisita supo escuchar y registrar las necesidades humanas transformándolas luego en parodias ficcionales en ensayos cuentos y novelas como La mujer de Strasser, El hombre que llegó a un pueblo, El gallo blanco, El viejo soldado, La belleza del mundo, que han trascendido los límites del país, permitiendo a sus seguidores un recreo de la imaginación para luego inundar los huecos del alma con discusiones infinitas sobre determinados temas o tópicos de nunca acabar, sobre los que él siempre dispuesto y generoso, ofrecía múltiples miradas para caminos infinitos.
La Puna siempre repetida -imposible de quitar o de esquivar-, formaba parte de su piel, de su respiración, con la que fueron juntos al exilio, al mundo de sus sueños y como no podía abandonarlo, la reprodujo en una historia sublime: La casa y el viento.
Acusado de “regionalismo” supo lustrar sus obras con el matiz más universal, y en ella es posible encontrar desde el color local propio de la región hasta las verdades más absolutas de la historia del pensamiento.
Los viajes, los mitos, los símbolos, los derroteros, las sentencias inapelables le permitieron conjugar sin problemas realidad y ficción, porque su lógica siempre estuvo coronada por el corazón y priorizó al hombre y sus necesidades, así la función de juez y la de escritor se daban de la mano. Sabía escuchar, registrar y aconsejar, aún viendo desfilar los pecados capitales cada día.
Un escritor de frontera pero ¿cuál es el centro y cuáles los bordes?, siempre se preguntaba.
Lo vamos a extrañar, mucho.
Falleció Héctor Tizón
Héctor Tizón, en una foto de 2008.
Foto: Archivo El Litoral