Llegan cartas

Reforma del Código Civil

José Luis de Iriondo

DNI 13.190.634. Ciudad.

Señores directores: A raíz de declaraciones publicadas con motivo de la visita a nuestra ciudad del presidente de la Corte Suprema de la Nación para disertar sobre el proyecto impulsado por el Ejecutivo Nacional para reformar el Código Civil, es que me dirijo a ustedes a fin de hacerles llegar algunas consideraciones que me surgen luego de comparar sus declaraciones con el documento que a este respecto emitió la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina en abril de este año.

Comparto plenamente cuando expresa el doctor Lorenzetti, que se debe legislar para todos evaluando las diferentes formas de vivir, pero también es justo contemplar que las leyes son necesarias para la buena vida social, indicativas de las conductas que la sociedad considera valiosas, para alentarlas o protegerlas o disvaliosas para castigarlas o prohibirlas.

Cuando el magistrado hace referencia a que el nuevo código “pretende reconocer las cosas que ya están instaladas en la vida cotidiana, sobre todo en asuntos de familia” no se puede ignorar, que en ese lugar, la familia, adquieren un lugar destacado y de grave responsabilidad jurídica los derechos del niño como por ejemplo su paternidad y maternidad. Cuando se privilegian en estos temas los deseos o voluntad de los adultos, se descuidan los derechos esenciales del niño. El límite, en estos casos (señala el documento de fecha 27 de abril de 2012) es tanto un acto de sabiduría política como de ejemplaridad jurídica.

Personalmente, entiendo que no podemos simplificar las cosas de modo tal que parezca que uno es un fundamentalista de la Iglesia Católica al defender los derechos que tiene cualquier niño a tener un papá y una mamá.