Entrevista a Eugenio Burzaco

“El Estado no puede delegar

una función como la seguridad”

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“Hay un Estado desbordado y con una parte de la dirigencia que intenta negar la realidad o devaluar el problema hablando de sensaciones”.

Foto: Archivo El Litoral

El ex jefe de la Policía Metropolitana de Macri sostuvo que “el ciudadano está preocupado no sólo por la inseguridad sino por el nivel de violencia de los delitos”. Y consideró que “los narcos pelean por el control territorial y se entrecruzan con la policía, la justicia y la clase política”.

 

De la redacción de El Litoral

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Corresponsalía Rosario

Eugenio Burzaco, ex jefe de la Policía Metropolitana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, actualmente CEO de la empresa de seguridad Templar, se reunió en Rosario con los representantes del Foro Regional Rosario, que representa a referentes del sector privado, que han incursionado en la problemática de seguridad desde hace un tiempo.

El joven dirigente del PRO dialogó con El Litoral en la Fundación Libertad, donde consideró que actualmente “el ciudadano está preocupado no sólo por la inseguridad sino por el nivel de violencia de los delitos. Los delincuentes antes buscaban un auto que estuviera estacionado, hoy lo roban con la gente adentro. Lo mismo pasa con los robos en las viviendas. Ya no interesa si el propietario está o no adentro de su vivienda. Esto incrementa los hechos violentos aunque mucho de esta cuestión está relacionado con el tema de las drogas, que ha cambiado el parámetro y las reglas de juego en el delito. Y esto se está sufriendo en las grandes ciudades. Hay un Estado desbordado y con una parte de la dirigencia que intenta negar la realidad o devaluar el problema hablando de sensaciones”.

—El reclamo de la sociedad se centra en que se sumen más policías a las calles. ¿Es parte de la solución?

—Es una simplificación. Hay un faltante de policías por habitante en las grandes ciudades. Sin embargo, hace falta una respuesta más sistémica, con el uso de la tecnología y con políticas más proactivas para que se prevenga el delito. A toda la acción policial y judicial, hay que sumarle una acción social y de contención. Tiene que haber un sistema penal claro, que castigue al ciudadano que cometa un delito y use la violencia. No es un problema de izquierda o de derecha. Si una persona usa un arma para delinquir tiene que estar un tiempo presa. En la Argentina, enviamos mensajes contradictorios en este sentido, y queda claro con la salida de los presos del “Vatayón Militante”.

—Otro de los inconvenientes es la connivencia de la policía con el delito.

—El narcotráfico cuando avanza va corrompiendo a toda la sociedad, jueces, policías, políticos. A todos. Argentina dejó de ser un país de tránsito de droga. Antes la droga se producía en Perú, Bolivia o Colombia y pasaba por nuestro país para embarcarse hacia Europa. Hoy, Argentina es un lugar de fabricación y consumo. Por eso, ha aparecido el paco. Y esto cambió la naturaleza del negocio. Hoy, los narcos pelean por el control territorial. Quién es el que distribuye la droga y la maneja. Y en esa pelea se entrecruza la policía, la Justicia y la clase política. El Estado se debe hacer cargo de esto. Tiene que radarizar el espacio aéreo y llevar a los gendarmes a las fronteras, que es el lugar donde deben estar. Es un fenómeno que hemos visto crecer en los países limítrofes y hoy está ocurriendo en la Argentina, con una favelización creciente, con territorios narcos, controlados íntegramente. Y esto se traslada al delito común, porque muchos de los chicos adictos deben salir a robar para mantener su adicción. Entonces, ocurre que por un par de zapatillas te matan.

—El problemas de las economías delictivas siempre está en el centro del debate pero nunca se termina de abordar a fondo. ¿Por qué?

—En el mundo, lo que han funcionado bien son las fiscalías especializadas. Si hoy se roban autos caros porque no ingresan autopartes importadas esto se sabe y es visible, porque estos repuestos después se venden en un mercado. Si no se avanza en todos los eslabones del delito no funciona nada. Cualquier política seria de seguridad tiene que entender el problema en todas sus dimensiones; por eso yo descreo de las decisiones simplistas. El negocio del crimen organizado está muy bien aceitado. Formalizan lo ilegal. La policía federal debe poner su foco en esto, en el crimen más complejo, y debe dejar en las policías provinciales o municipales las tareas de prevención.

—¿No hay riesgo de que se tienda a privatizar la seguridad con la multiplicación de empresas que se dedican a este tema?

—A medida que el Estado no da respuestas en materia de seguridad primaria en la vía pública el sector privado busca soluciones por su lado. Creo que hay una función indelegable del Estado que no puede abandonar ni puede cubrir otro actor. No puede privatizarse la seguridad porque esto genera una gran inequidad. Aquellos que no pagan quedan desprotegidos. Soy un convencido de que el Estado se ha ido retirando de esta función indelegable, como lo hizo con la salud y la educación. Pero a la par de esto, el crimen organizado avanza donde el Estado deja espacios.