Preocupante

Audaz robo en casa de familia de barrio Candioti

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Los malvivientes no tuvieron reparos en desplegar su acción delante de dos niñas, las que fueron reducidas junto a los integrantes de dos matrimonios. Foto: Danilo Chiapello

Por Danilo Chiapello

 

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Pesadilla en tiempo real.

Así puede describirse lo acontecido ayer en una vivienda de barrio Candioti, donde viven dos familias, a quienes les sustrajeron dinero en efectivo, alhajas, armas de fuego y objetos de valor.

Poco antes de las 6 los integrantes de un matrimonio (el hombre de 42 años y la mujer de 39) despertaron sobresaltados con el cañón de un arma apuntándoles a la cabeza. En una habitación contigua también se encontraban durmiendo las hijas (dos niñas) del matrimonio.

En medio de la oscuridad pudieron advertir la silueta de varios hombres los que cubrían sus rostros, algunos con gorros y otros con pasamontañas.

“Vos sabés lo que venimos a buscar”, fue la frase con la que uno de los rufianes abrió el fuego.

Acto seguido todo el grupo, excepto las menores, fue obligado a dirigirse hacia la planta baja donde también estaban entregados al sueño los padres de la pareja

Con idéntica metodología estos últimos (un hombre de 67 años y su mujer, de 60) fueron despertados con armas de fuego contra sus cuerpos.

“Quedense quietos porque arriba tenemos a tus nietas”, bramó uno de los rufianes. “Así que entreguen todo el dinero y todo el oro que ustedes tienen” , dijo.

Lo que siguió fue toda una odisea que incluyó recorridas por distintas dependencias de la casa y requisas de gran parte del mobiliario.

Tras concretar este procedimiento los sujetos se hicieron de una importante suma de dinero, además de alhajas de oro y plata.

También se llevaron dos armas de fuego; un revólver calibre 38 y una pistola semiautomática. “Todos recuerdos de familia”, según precisaron hoy allegados

Los cacos sumaron a su botín algunos electrodomésticos, una Notebook y otros objetos de valor los que fueron cargados en bolsos de viaje.

Las víctimas fueron maniatadas de un modo bastante particular. El dueño de casa fue atado de una pierna a la pata de la cama y un brazo al respaldar. Su esposa de idéntico modo. Y sus hijos fueron maniatados todos entre sí.

Antes de emprender la retirada, los ladrones dieron muestras de un perfil sensible. Desestimaron llevarse una bolsa donde había dinero de una colecta que realiza una institución religiosa de la zona. “Nosotros dinero de la iglesia no robamos”, sentenciaron.