Tribuna ciudadana

La Batalla de Tucumán y sus consecuencias

Prof. Alberto Prieto

Ante la aprobación de las Cámaras Legislativas nacionales del proyecto de ley que declara el día 24 de septiembre feriado nacional único en conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Tucumán, considero oportuno refrescar la memoria sobre este acontecimiento, los hechos que le precedieron y los posteriores que consolidaron el triunfo y que tuvieron como principales protagonistas al General Manuel Belgrano y los pobladores norteños de Tucumán, Jujuy y Salta.

Belgrano fue designado por la Junta de Gobierno como Jefe del Ejército del Norte, con la misión de impedir que las fuerzas realistas del Alto Perú invadieran desde el norte, llegaran a Córdoba y pusiesen en peligro la estabilidad del Gobierno de Buenos Aires, que también se sentía amenazado por Montevideo que, con su flota, dominaba el Río de la Plata.

Belgrano estableció su campamento en Jujuy y debió organizarlo todo sin ayuda de Buenos Aires, cuyo mayor esfuerzo estaba destinado a defenderse de una posible invasión desde la Banda Oriental.

Los realistas contaban con un ejército de más de tres mil hombres, bien pertrechados y abastecidos y con dos jefes, Pío Tristán y Goyeneche, criollos fieles a España y que habían sido adiestrados en la conducción militar.

La diferencia a favor de los realistas era enorme, por lo cual resultaba casi imposible resistir un ataque, situación que Belgrano hizo conocer al Gobierno, recibiendo orden de retirarse hacia el sur. En esta ocasión, Belgrano implementó dos estrategias: por una de ellas le causaba inconvenientes y algunas bajas a los realistas con la táctica de guerrilla, lo que retrasaba sus movimientos y desmoralizaba a la tropa. La segunda estrategia demandó toda su pericia y conocimiento de las personas y la persuasión de que debían luchar por la libertad que les era negada. Así logró convencer a paisanos, comerciantes, hacendados y funcionarios de abandonar Jujuy, destruyendo todo lo que pudiera servir al enemigo y trasladarse con lo indispensable. Esta estrategia se conocerá como “El Éxodo Jujeño” y entrará en la historia grande de la Patria.

La retaguardia del ejército patriota era defendida por el Coronel Eustoquio Díaz Vélez, quién con sus incursiones lograba retrasar el avance realista que fue contenido en Las Piedras, situación que motivó a Belgrano suspender la retirada, desobedeciendo órdenes de Buenos Aires y dar batalla en el Campo de las Carreras el 24 de septiembre de 1812 logrando una gran victoria.

Pío Tristán, que comandaba las fuerzas realistas, se retiró con numerosas bajas y pérdida de armamentos. Con el triunfo de Tucumán se salvó la revolución.

Los realistas, al mando de Goyeneche, se mantuvieron en Salta y se reforzaron con los soldados dispersos en Tucumán. Hacia allí fue Belgrano cruzando el río Pasaje el 13 de febrero de 1813, lugar donde hizo jurar a sus tropas, obediencia a la Asamblea General Constituyente del año XIII y a la Bandera Celeste y Blanca, la que había guardado luego de la jura del 27 de febrero de 1812 en las barrancas de Rosario, para cuando se lograse “un triunfo importante”. Desde ese momento el río Pasaje pasará a llamarse Juramento.

Belgrano continuó hasta Salta, mientras que el General realista en su retirada había dejado fortificaciones que pudieron ser sorteadas por los patriotas, gracias al conocimiento que del terreno tenían los baqueanos y dar batalla en el Campo de Castañares el 20 de febrero de 1813 con un nuevo triunfo que obligó al General realista Pío Tristán a pedir la capitulación, la que se le concedió bajo el juramento de no volver a tomar las armas contra las Provincias Unidas hasta el límite del Desaguadero.

Esta actitud magnánima de Belgrano de perdonarles la vida, fue muy criticada en Buenos Aires, a lo que el General respondió: “Hago lo que me dictan la razón, la justicia y la prudencia, y no busco gloria sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria”.

Como premio a los triunfos de Tucumán y Salta, se le concedieron a Belgrano cuarenta mil pesos, que el General donó para la fundación de cuatro escuelas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, ocupándose además de “enaltecer la misión del maestro dictando un Reglamento que contemplaba, no solo un buen sueldo para que viviese con dignidad, sino también el reconocimiento de las autoridades para que sea digno de inspirar a sus alumnos los sentimientos de honor, amor a la virtud, a la ciencia, al trabajo y un espíritu nacional que le haga preferir el bien público al privado”. Establecía además: “que en las funciones del Patrono de la ciudad, del aniversario de nuestra regeneración política y otras de celebridad, se le dará asiento al maestro en el Cuerpo del Cabildo, reputándosele por un Padre de la Patria”.

Otras consecuencias a los triunfos de Tucumán y Salta, fue el cambio de estrategia que implementó San Martín al relevar a Belgrano. Concibió el plan de cruzar la cordillera, liberar a Chile y luego Perú para acorralar a los realistas por el norte, dejando la frontera de la Puna al cuidado de los gauchos salteños comandados por Martín Miguel de Güemes, quienes desarrollarán una guerra de guerrillas, destacándose por su valentía y amor a la Patria numerosos paisanos y hasta mujeres, como Juana Azurduy de Padilla, nombrada Teniente Coronel. Al quedar asegurada la frontera del Alto Perú, sobrevino la consecuencia más ansiada, la Declaración de la Independencia en la misma Tucumán.

Fuentes de consulta:

Juan W. Gez: “Biografía del Gral. Belgrano”. Comisión Homenaje al Gral. Belgrano en el centenario de su muerte. Bs. As. 1920.

Bernardo G. Arrili: “Historia de la Argentina” Tomo I. Edit. Nobis Bs. As. 1966.

Centro Editor de América Latina. Tomo I. Bs. As. 1971

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