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¿No se ha aprendido nada? Bancos negocian con hipotecas basura

Daniel Schnettler - DPA

Las hipotecas basura incendiaron la crisis financiera y cuatro años después de que se hundiera Lehman Brothers, Wall Street negocia alegremente de nuevo con estos activos tóxicos, a pesar de que no han perdido un ápice de su peligrosidad.

Cuando el 15 de septiembre de 2008 se derrumbó Lehman Brothers, uno de los grandes de Wall Street, y la onda expansiva se sintió en todo el planeta, prácticamente no hubo quien no tuviera noticia de la denominada crisis de las “subprime”, cuya traducción es “de segunda clase”.

Y estas hipotecas estadounidenses “de segunda clase” hicieron que todo el sistema financiero global estuviese a punto de colapsar.

Hoy, cuatro años después de aquel terremoto, inversores como los grandes fondos siguen recurriendo a ellas a pesar de que el riesgo de grandes pérdidas sigue siendo el mismo que en 2008.

“Eso es lo único con lo que se puede hacer dinero en este momento”, dijo el gestor de fondos Hedge (de alto riesgo) Anthony Scaramucci, de SkyBridge Capital, con vistas a la crisis de la deuda en Europa y la incertidumbre económica mundial.

Los títulos subprime se consiguen de forma barata, según promocionan en el canal económico estadounidense CNBC. Y parece que muchos piensan como él en Wall Street.

Y el apetito de los inversores en esos títulos hipotecarios quedó demostrado a mediados de agosto, cuando la Fed de Nueva York vendió un paquete de miles de millones. Durante la crisis financiera compró a la que fuera en su momento mayor aseguradora AIG grandes cantidades de activos tóxicos para que la empresa no quebrara y en su reventa, años más tarde, los bancos se peleaban por la chatarra, lo que permitió al banco emisor embolsarse una ganancia de 6.600 millones de dólares.

Detrás de estos títulos se esconden en su mayoría créditos para la compra de casas. Los bancos agruparon cientos de esas hipotecas en un grandes paquetes y las revendieron a inversores, que esperaban sacar una buena tajada por los intereses.

En lo que no pensaron es que los bancos estadounidenses prestaron dinero a quienes no eran considerados aptos para recibir un crédito: es decir deudores “subprime”, de segunda clase.

Cuando estalló la burbuja inmobiliaria en 2007 en Estados Unidos, estas personas hipotecadas, financieramente débiles, fueron los primeros en no poder hacer frente a sus deudas. Y hubo una reacción en cadena que rozó su punto máximo con la quiebra de Lehman Brothers. Muchos bancos de otros países necesitaron ayuda estatal para sobrevivir. Y los contribuyentes de esos países esperan a día de hoy que se devuelva el dinero.

Los activos tóxicos de entonces son en la actualidad interesantes para los inversores, porque el mercado inmobiliario estadounidense ha comenzado poco a poco a recuperarse. Cada vez más personas tienen trabajo de nuevo y se arriesgan a comprar una casa, lo que a su vez hace que los precios suban, después de que el año pasado se llegase la cota más baja.

El índice ABX de la empresa estadounidense Markit, que sirve de guía para seguir la evolución del valor de los títulos hipotecarios considerados en su momento super seguros desde el año 2006, aumenta de forma estable desde mayo. Pero el peligro de que acontezca algún revés no ha desaparecido, como cuando el año pasado se impusieron las preocupaciones por la crisis de la crisis de la deuda del euro. A ello se suma que la evolución económica en Estados Unidos avanza de forma renqueante.

En ningún momento se puede decir que haya que retirar la alarma en el mercado de las hipotecas de Estados Unidos, pues se estima que en el caso de unos 11 millones de personas, la hipoteca sigue “sobrevalorada‘, pues el valor actual de los inmuebles es menor al valor de tasación en la banca. Los títulos subprime siguen siendo una apuesta arriesgada.

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