ENTREVISTA CON LA ESCRITORA SELVA ALMADA
ENTREVISTA CON LA ESCRITORA SELVA ALMADA
Una especie de justicia poética
Estanislao Giménez Corte
http://blogs.ellitoral.com/ociotrabajado/
Nacida en Entre Ríos en 1973, residente en Buenos Aires, Selva Almada obtuvo este año un importante reconocimiento en medios especializados y de parte de prestigiosos críticos, a raíz de la publicación de su primera novela “El viento que arrasa” (Mardulce Editora, 2012). Beatriz Sarlo y Oliverio Coelho, por caso, elogiaron calurosamente su obra, inscripta en ese colectivo un tanto difuso llamado Nueva Narrativa Argentina. La publicación de la novela aludida estuvo precedida por otras que fueron forjando un nombre en este panorama: “Una chica de provincia” (Gárgola, 2007), “Niños” (Edulp, 2005) y “Mal de muñecas” (edición de autor, 2003). “El Litoral” entrevistó, vía correo electrónico, a la autora.
-Tu novela ha tenido, en general, muy buenas críticas. Sarlo dice que es “literatura de provincias, regional frente a las culturas globales, pero no costumbrista”, y O. Coelho que es “preciosa” y que “puede convertirse en un clásico”. Algunos críticos vinculan tu prosa a la influencia de la literatura norteamericana del sur, con Faulkner como nombre canónico ¿acordás con esas calificaciones y opiniones, en qué cosas te sentís identificada y en cuáles no?
-Por suerte la novela tuvo críticas muy buenas. Me sorprendió que tuviese tanta repercusión porque es una primera novela de una autora prácticamente desconocida. Supongo que en esto también tiene que ver que la editorial Mardulce, aunque tiene apenas un año, desde el principio apunta a construir un catálogo prestigioso; es decir que cuando apareció mi novela ya los críticos, los periodistas culturales, otros escritores y los libreros tenían el ojo puesto en Mardulce. Los libreros, quiero decirlo porque me parece justo, fueron los primeros en difundir y recomendar el libro.
Si estoy de acuerdo o no con las críticas, por lo general cuando las críticas son buenas uno tiende a estar de acuerdo. Que a Oliverio Coelho le parezca “preciosa” es un halago que me pone muy contenta, porque además es un escritor de mi generación. No sé si la novela tiene destino de clásico, ojalá que sí, lo que sí sé, porque he trabajado en ello desde siempre, es que mi escritura es bastante clásica. Cuando escribo una historia me gusta pensar que esa historia podrá leerse ahora y dentro de cincuenta años y seguirá funcionando.
Que Beatriz Sarlo haya leído la novela y haya escrito una nota tan larga y tan elogiosa (N. de autor: publicada en Perfil), también fue inesperado. Hace unos años, Sarlo había dicho que los buenos escritores de principios de este siglo eran los que salían de Puán (la facultad de letras de la UBA). Recién había salido mi libro de relatos “Una chica de provincia” y yo me sentí tocada por ese comentario, porque hay muy buenos escritores en el interior e incluso en Buenos Aires, que nunca fueron a Puán y no les hace falta; me parecía que su lectura era muy recortada. Que unos años después empiece su nota diciendo: “¿De dónde sale este libro tan sorprendente?”, y que ese libro sea el mío (que nunca fui a Puán) me pareció una especie de justicia poética.
-¿Cómo definirías, sintéticamente y si se pudiera, cómo es tu literatura, la que ejecutás y a la que aspirás?
-La mía es una literatura de tierra adentro, de la Argentina profunda, y al mismo tiempo universal (por lo menos a eso aspiro) en el sentido de que lo que les pasa a mis personajes les podría pasar en cualquier parte del mundo. Mis temas son universales: las relaciones entre padres e hijos, la fe, la naturaleza, en “El viento...”. En la próxima, “Ladrilleros”, la traición, la venganza, el amor entre varones, otra vez la relación entre padres e hijos
-¿Cuáles son tus mayores influencias?: ¿qué cosas (procedimientos, estilos, temáticas) creés que has incorporado de otros autores a tu propia literatura, consciente o inconscientemente?
-Termino de contestar en esta la primera pregunta, donde también aparecía el tema de las influencias o de la influencia de la literatura del sur norteamericano que los críticos ven en mi escritura. Es cierto, hace algunos años que descubrí a estos escritores, fundamentalmente Flannery O’Connor y Erskine Caldwell, que son mis favoritos porque son vitales, crudos, violentos y al mismo tiempo tienen una prosa maravillosa, son entretenidos, las historias avanzan, uno puede oír a sus personajes a través de los textos porque incorporan esa oralidad, esa cadencia de una manera muy verosímil. Pero también me marcó mucho el Faulkner de “Mientras agonizo” y la de Carson Mc Cullers de esa novela preciosa que es “El corazón es un cazador solitario”. Y de más acá Haroldo Conti, Felisberto Hernández, Onetti. A Onetti lo leía mucho cuando recién empecé a escribir y supongo que algunas marcas habrán quedado. Y a Conti me siento conectada por esa manera tan propia de contar al hombre en el paisaje.
-¿Cuáles son, si los hubiera, tus métodos de trabajo, y cómo conseguís un balance entre el trabajo de escritura y el dictado de talleres y cursos?
-No tengo un método fijo, todavía no consigo hacerme una rutina. Creo que en lo único que tengo una cierta disciplina es en estar siempre pensando en lo que estoy escribiendo o en lo que voy a escribir mastico bastante las historias, los personajes, les busco la vuelta en mi cabeza antes de sentarme a escribir efectivamente. Eso es algo que siempre recomiendo en los talleres: escribir aunque no se escriba, estar pensando en eso, que el relato o la novela en ciernes se convierta en tu idea fija, que esté presente todo el tiempo en tus pensamientos, aunque no puedas sentarte todavía a escribir.
Hasta hace un par de años trabajaba en un hospital, cargando datos en una computadora, un trabajo de 8 a 15 y el resto del día libre. Entonces me resultaba mucho más fácil integrar la escritura al trabajo. Ahora con los talleres, los trabajos de corrección de estilo, las reseñas o cosas por encargo, se me hace más difícil organizarme. Pero bueno, la vida del freelancer es un poco así, hay que ir surfeando la ola.
-¿En qué cosas influyó, si es que lo hizo, tu mudanza a Buenos Aires? ¿te permitió ver tu provincia con otra perspectiva?
-Sí, totalmente. Tomar distancia me permitió ver que la literatura (la mía por lo menos) no estaba aquí en Buenos Aires, sino allá, en el interior. Aquí podrían estar los editores, los críticos, las librerías, los grupos literarios pero todo acerca de lo que yo quería escribir estaba allá. A muchos les parecerá un descubrimiento estúpido, sobre todo a los escritores que nunca se fueron de sus provincias, pero para mí fue maravilloso y no me di cuenta hasta que me alejé.
-¿Qué diferencias pueden establecerse entre tu trabajo en narrativa breve respecto del de la novela?
-Creo que no hay grandes diferencias. Los relatos de “Una chica de provincia” pueden leerse como una novela, están atravesados por la autobiografía, eso los une y hace que se lean como un todo. La novela, por una cuestión de extensión, me permite mayor nivel de detalle, descripciones más largas, diálogos recursos que supongo contribuyen a que esta novela sea tan visual o tan cinematográfica como dicen algunas reseñas. Quizás la gran diferencia es la madurez en la escritura que hay entre los relatos y la novela, pasó tiempo entre la escritura de unos y otra, seguí leyendo, investigando, ejercitando y entonces eso se nota en la manera de narrar.
-¿En qué estás trabajando actualmente?
-Hace poco empecé una novela nueva, pero todavía es muy incipiente, no sé muy bien adónde va. Sé que hay tres hombres que van a pescar en algún lugar del Paraná entrerriano; dos son cincuentones y el otro un adolescente, el hijo del amigo muerto de los mayores. Algo va a pasar ahí. Me da curiosidad qué hacen los hombres cuando van a pescar, de qué hablan, cómo actúan. Me gusta escribir historias de hombres. Al mundo femenino ya lo conozco y entonces no me intriga del mismo modo. Y sigo con un proyecto que empecé hace tiempo, que sí tiene que ver con las mujeres pero de la forma más siniestra y violenta que es la del femicidio. Este será un libro de no-ficción sobre tres casos de femicidio adolescente no resueltos ocurridos en los años 80, en Entre Ríos, Chaco y Córdoba.
El próximo jueves 20 de septiembre, a las 20, la autora se presentará en la Redonda (Salvador del Carril y Belgrano), en el marco de la Feria del Libro.
Foto: ARCHIVO el litoral