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el rincón de la lij (*)

Las fábulas de Uranito

María Luisa Miretti

Durante mucho tiempo alertamos sobre el uso y abuso de las fábulas en la escuela, toda vez que sellaban las historias con sentencias finales tan fuertes que a los receptores sólo les quedaba como única salida hacerse el harakiri o resignarse (otra opción hubiera sido alterar la categoría de las fábulas).

Sin embargo, las nuevas versiones a cargo de Cecilia Blanco con ilustraciones de Chanti de Editorial Uranito revelan la posibilidad de actualizar historias tradicionales y ponerlas a consideración del público infantil, para que cada cual elija la sentencia o la reflexión final.

Seguimos sosteniendo que la Literatura no necesita adornos ni recargas ajenas, ya que naturalmente y en esencia es un puñado de valores, que cada cual sabrá detectar y disfrutar, por lo tanto imponer una moraleja como una sanción sigue siendo escalofriante. En el caso que nos ocupa, la cuestión pasa por la decisión del receptor, quien desde un sitial lúdico, decide la participación desde la propuesta interactiva del final.

Las fábulas siempre fueron la mejor excusa para poner en boca de los animales los comportamientos deseados y en la moraleja, el remate para imponer conductas. Lo positivo de esta propuesta es que las concluyen los propios lectores, a la luz de los acontecimientos actuales.

Los riesgos de este tipo de literatura siguen latentes, no obstante en manos de especialistas puede llegar a ser un placer y convertirse en buen material.

Así es posible disfrutar de “La liebre y la tortuga”, “El gallo y el zorro”, “La paloma y la hormiga”, “El cuervo y la zorra”, “El congreso de ratones”, “El perro y su reflejo”, “La bella y el espejo”, “Júpiter y la alforja”, “La cigarra y la hormiga”, “La lechera”, entre otros, con buenas adaptaciones que permiten recuperar la tradición y el patrimonio -desde Esopo en adelante- en un legado que nos pertenece.