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El amor en la Baja Edad Media y el Renacimiento
El amor nació en la Edad Media? Sin duda un momento trascendental en la historia del amor sucede en la Europa medieval y renacentista, sobre todo con la aparición del amor cortés que Gaston Paris, en 1883 categoriza como un amor ilegítimo y furtivo, en el cual el amante está siempre en una posición inferior y humilde respecto de una mujer caprichosa y altiva; en el que para ser digno de satisfacer su deseo, el amante debe mostrar valor y realizar todas las hazañas imaginables; en el que el sentimiento es cuestión es considerado un arte, una ciencia, una virtud, que tiene sus reglas como la caballería o la cortesía.
Martín J. Ciordia y Leonardo Funes compilan una serie de estudios sobre El amor y la literatura en la Europa Bajomedieval y Renacentista, que acaba de publicar Ediciones Colihue.
En principio se nos advierte que “la relación entre el amar y sus formulaciones discursivas no difieren del ida y vuelta entre vida y literatura que se da en todas las épocas”. Erróneo sería, pues, leer las obras literarias como crónicas históricas, ya que “las representaciones poéticas de la pasión amorosa no eran un mero calco de la realidad social cortesana”. Y sin embargo, “comprobamos que también se dan inequívocos puentes que conducen de la literatura a la vida real. Que los cronistas acudan a modelos literarios para dar forma a los hechos y dichos de sus patrones ha sido una constante desde tiempos antiguos; no hay, en cambio, tantos antecedentes, al menos según nuestro modesto saber, de hidalgos dispuestos con buen ánimo a adoptar modelos literarios, metidos en la empresa de ganar el corazón de una dama según pautas caballerescas...”. La literatura, en suma, forma parte de la vida como en pocos otros momentos históricos.
Más allá de la diversidad de los distintos trabajos que componen el libro, “hay ciertos ejes o problemáticas que se repiten: amor y muerte, amor y adulterio, amor y constitución del sujeto, amor y géneros discursivos/literarios. Algunos autores o textos son estudiados con insistencia y tienen más de un artículo: Francesco Petrarca, Juan Ruiz, Diego de San Pedro. Otros aparecen una vez, o poco más: Miguel de Cervantes, La Celestina, el Tristán de Leonís castellano, Maquiavelo, Ariosto, Angelo Beolco”.
Petrarca es, en efecto, el eje de los dos primeros trabajos, y el Arcipreste de Hita, de los siguientes tres. Entre los primeros, Martín J. Ciordia escribe: “Amar en Petrarca resulta indiscernible de la poesía como una manera de habitar el mundo. Una manera o estilo de vida poética que cierta filosofía y teología, ciertos modos de conceptualizar, buscan desde antiguo atacar y sofocar en pos de una vida sana y tranquila”. Entre los textos sobre Juan Ruiz, leemos en uno de Maximiliano Soler Bistué: “¿Qué es en definitiva lo que enseña el Libro de buen amor? El Libro nos enseña a ‘metrificar e rimar e trobar’, a ‘trabajar las señales’ que encontremos, a puntar el texto y. de manera magistral, que cada palabra, sea buena o mala, puede entrañar verdades insospechadas (‘que sobre cada fabla se lee otra cosa/ sin la que se alega en la razón fermosa’). Finalmente, el Libro enseña, poniendo señaladamente en evidencia los procedimientos que emplea y las tradiciones con las que dialoga, a desconfiar de la propia mirada, a ver con otros ojos y, en definitiva, a leer, es decir, a tañer las cuerdas del sentido templadas por la hisjtoria”.
Finalmente, una tercera sección presenta trabajos sobre las Letras castellanas del siglo XV.

“Vertumno se descubre ante Pomana”, tapiz del siglo XVI.