La piel está de moda

ESTÉTICA

La piel está de moda

Mantener una piel sana y bronceada durante el verano hoy es posible. Sólo hay que prestar atención a unos pocos recaudos. Te damos todos los consejos para que estos meses puedas mantener una saludable amistad con el sol.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. el litoral.

 

Bronceadores, aceites, hasta gaseosas. Hasta hace no mucho tiempo todo era válido a la hora de lograr el bronceado más intenso posible.

Fue sólo hace unos años que se comprendió la importancia del cuidado de la piel que, como cualquier órgano de nuestro cuerpo, merece toda nuestra atención.

Muchas mujeres de más de 30 años pagan hoy el precio de los excesos a la hora de exponerse al sol.

Pero actualmente, nuestro conocimiento sobre los recaudos a tener en cuenta y el mercado, han aumentado al mismo ritmo que los riesgos. Y por suerte, hoy sobran las opciones al momento de protegernos durante los meses de calor.

LO PRIMERO ES LA LIMPIEZA

El primer paso para cuidar la piel en verano es mantenerla limpia. Este proceso debe realizarse al levantarse y antes de acostarse, y el secreto de su éxito es la elección del producto limpiador, para no dañar la piel.

Un producto adecuado debe respetar el pH, es decir, el grado de acidez de la piel, que equivale a 5,5.

Además, el producto no debe dejar sensación de que la piel ‘tira‘, es decir que debe respetar el tipo de piel. La leche y las toallitas limpiadoras se suele adaptar a todas las pieles.

Los productos cremosos, a menudo enriquecidos con sustancias nutrientes y revitalizantes, están indicados para las pieles secas o deshidratadas.

Para las pieles grasas, existen productos específicos, que contienen sustancias astringentes.

Luego de la limpieza se debe utilizar un tónico, que no sólo eliminará las últimas impurezas, sino que también desarrolla una acción revitalizante.

HIDRATAR: POR DENTRO Y POR FUERA

La hidratación de la piel en los meses de calor es fundamental. Mantenernos hidratadas es vital para nuestro cuerpo. Entre el 50 y el 60% de nuestro peso está compuesto por agua. Y este porcentaje debe mantenerse constante frente a todas las situaciones que tiendan a alterarlo. Durante el verano, la piel está muy propensa a la deshidratación. El sol es uno de los agentes más dañinos y de él recibimos los rayos infrarrojos, que son los que producen calor y deshidratación, y los ultravioletas, que modifican la estructura de la piel. La modifican porque atacan al colágeno, encargado de retener agua y, al deteriorarse, hace que la piel se reseque. Y con esto viene el envejecimiento.

Este proceso de hidratación debe realizarse en dos sentidos. En primer lugar, debemos ingerir mucho líquido, incluso más que durante el invierno. La mayoría de los especialistas hablan de dos litros a dos litros y medio, preferentemente de agua pura. En lo que todos coinciden es que debe hacerse de manera regular.

Un buen consejo es llevar una botellita en la cartera, o beber un vaso de agua cada hora, de manera de cubrir las necesidades del organismo.

La hidratación también es de afuera hacia adentro. Y hoy el mercado nos ofrece numerosas opciones para mantener la piel sana y con la humedad necesaria. Para ello, los dermatólogos recomiendan utilizar productos que incluyan en sus fórmulas antioxidantes como las vitaminas A, C y E, coenzima Q10, hidrolizado de colágeno, aceite de oliva, ADN polimerizado, todas con un gran potencial reparador y antiinflamatorio.

Estos tratamientos actuarán contra los radicales libres que maltratan la dermis y la epidermis durante la exposición solar.

Podemos encontrar estos activos en diferentes vehículos, como geles y soluciones (especiales para pieles grasas), y cremas más emolientes (recomendadas para pieles secas).

PROTECCIÓN: A TODA HORA

Hoy es necesario que la piel esté protegida de los efectos nocivos del sol durante todo el día. Es por ello que, prácticamente, todos los productos de belleza vienen con dicho beneficio ya incorporado.

Maquillaje, cremas humectantes, bálsamos para los labios, todos ellos nos ofrecen una equilibrada combinación entre belleza y salud.

De hecho, el primer paso antes de maquillarse a la mañana es colocar una buena pantalla solar sobre la piel limpia y seca. Podemos usar maquillaje luego de la absorción del producto y sin que se vean afectadas sus propiedades protectoras.

Más allá de esto, es necesario hacer hincapié en los cuidados especiales a tener en cuenta al exponernos al sol a horas potencialmente peligrosas. Lo ideal es evitar tomar sol entre las 11 de la mañana y las 16. En caso de tener que realizar actividades durante estas horas al aire libre, es fundamental renovar nuestra crema protectora cada dos horas.

En las horas en las que sí se recomienda tomar sol, los especialistas sugieren colocarse el protector 20 minutos antes de la exposición para su correcta absorción. Hay que aplicarlo nuevamente si practicás deportes, transpirás mucho, si te metés a la pileta o al mar o si es un día ventoso. Recordá que en los días nublados las radiaciones traspasan las nubes y también hay que protegerse.

Vamos de a poco

luego de los meses de invierno, muchas personas desean obtener rápidamente un bronceado saludable. Sin embargo, los especialistas recomiendan realizar exposiciones de manera gradual para brindarle tiempo al melanocito -un tipo de célula de la piel- a sintetizar y repartir la melanina al resto de la células.

En la exposición al sol, hay que tener especial cuidado con las zonas más sensibles. Estas son las más blancas, que suelen estar ‘tapadas‘ durante el año. También hay que prestar especial atención a las áreas de piel más fina, como los párpados.

Por último, hay que recordar que los beneficios que puede brindar el sol son muchos. Y que sus efectos dependerán de la relación que establezcamos con él.

Entre sus beneficios se encuentran su acción calórica, su efecto antidepresivo y la síntesis de vitamina A.

Por todo esto, como en toda buena relación, es importante mantener el respeto y tomar todas las precauciones necesarias para que el sol sea nuestro amigo, y no nuestro enemigo durante el verano.

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Según el tipo de piel

los protectores son sustancias que disipan los rayos ultravioletas para proteger la piel de los efectos nocivos del sol. El Factor de Protección Solar (FPS) indica cuánto tiempo demora la piel cubierta con una pantalla en enrojecerse con respecto a la que no fue protegida con ningún producto. Por ejemplo, la piel de una persona que se aplicó un protector solar 30 tardará 30 veces más en enrojecer que la de alguien que no se colocó nada.

La elección de las graduaciones tendrán que ver sobre todo con el tipo de piel de cada persona.

Quienes tienen pieles muy blancas, los pelirrojos, los calvos, los niños y los pacientes en tratamiento de peeling o con antecedentes de cáncer de piel deberían utilizar protectores superiores a 30.