Deuda social pendiente

Museos / Galerías: viceversa

Domingo Sahda

La ciudad de Santa Fe cuenta con tres organismos públicos vinculados estrechamente con el estímulo, divulgación y protección de aquello que la sociedad estima como creación artística de alta significación sociocultural. Este bien inestimable, cuya colecta y atesoramiento se hunde en la historia de los pueblos, ha ido enriqueciéndose paulatinamente y en el caso que nos ocupa, a través de distintas gestiones institucionales, ya sean éstas provinciales, municipales o de gestión universitaria. Las obras así colectadas o bien recibidas en donación conforman aquello que se define como Patrimonio Artístico de la sociedad santafesina toda, siendo los Museos de Arte los encargados no sólo de velar por su cuidado, sino exhibirlos regularmente, tanto sea para el usufructo del goce estético inherente cuanto para el conocimiento y valoración social de lo que se atesora, precisamente, como bien de prestigio político sociocultural.

Los organismos públicos responsables de esta acción son, precisamente, el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, el Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas y el Museo de Arte Contemporáneo, este último de reciente creación y de más reducidas dimensiones espaciales y patrimoniales que los primeros citados. Precisamente, en las dos instituciones citadas en primer y segundo término el llamado con estricta justicia Patrimonio Artístico duerme el sueño de los olvidados en los depósitos pertinentes, sólo visitado por las sombras que contemplan el polvo que cubre a las obras de arte allí “enmudecidas”. Esto es lo que sucede tanto en el Museo Provincial como en el de jurisdicción municipal, ámbitos que a veces funcionan como museos y a veces como galerías de Arte, indistintamente. Obviamente, ambas prácticas diversas en sí mismas, pueden coexistir ordenadamente puesto que se dan los espacios físicos suficientes, y en el mejor de los casos ambas se complementarían para una más enriquecedora función. Lo cierto es que conocer a modo de exposición pública, tematizada o no aquello que se atesora es prácticamente una misión casi imposible.

Soñar con lo imposible

El tórrido verano santafesino pareciera ser, y la falta de interesados por mostrar la producción propia, el momento en que se exhiben obras patrimoniales. Aquí los museos encuentran el momento de mostrar lo propio para casi nadie que los visite. Otro tanto sucede con la sucesión de muestras que luego de su apertura, languidecen en soledad pues sobran los dedos de una mano para contar la cantidad de esporádicos visitantes. Imaginar algún texto impreso a modo de orientación para legos cuando se trata de alguna muestra de compleja lectura y consecuente comprensión es soñar con lo imposible.

El Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, otrora referencia obligada por su colección patrimonial y por su acción de extensión, cita incuestionable para quien quisiera conocer, estudiar o valorar la historia del arte argentino del siglo XX, ha sido borrado del imaginario y la pertenencia lugareña como ámbito de prestigio nacional e internacional (me consta personalmente).

Entonces, si las obras de arte se amontonan, sumándose año a año en tanto el Estado oficia de Mecenas, ¿cuál es el rol de los Museos de Arte en el entramado social? El museo, todos los museos encierran la memoria de los pueblos, herencia narrada a través de las obras que se colectan, pero casi nadie puede apreciar por la inopia constante. El “Rosa” aparece sólo como el deteriorado frontispicio agraviado por los “graffitti”, en el marco de la impunidad cómplice de la noche, con consignas políticas de momento, lo que nos retrotrae a la siniestra época de la última dictadura militar.

No se trata de que los museos sean de Arte o Galerías de...; se trata de otorgar valor real y sentido a aquello que se posee como propio, mas si no existe la posibilidad de conocerlo, mal puede calibrarse su valor. Formar, como se dice enfáticamente, en democracia construyendo ciudadanía supone algo más que el ocasional y pomposo discurso circunstancial. La apropiación de la historia contada en imágenes supone algo más importante de decir, supone obrar en consecuencia. La educación formal mucho tiene que ver en este aspecto, pero como se sabe, las políticas educativas ancladas en la “Galaxia Gutemberg” no han caído en cuenta aún, que la imagen estática o dinámica define la construcción del conocimiento en todo el siglo XX, y continúa. Conocer aquello que nos dicen las obras de arte “archivadas” (dicho esto en el peor de los sentidos) es una deuda social pendiente. Dar el sentido y la acción específica a los Museos de Arte articulando su rol específico con el de Galería de Arte es articular acciones de valor social significativo. Pero, claro, esta cuestión es de alta complejidad institucional. Digo, es un decir.

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Museo de Arte Contemporáneo Universidad Nacional del Litoral.

Foto: Archivo El Litoral/Pablo Aguirre

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Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez.

Foto: Archivo El Litoral/Mauricio Garín

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Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas.

Foto: Archivo El Litoral/Pablo Aguirre