Otro capítulo del Vatileak

Paoletto vuelve mañana al banquillo de los acusados

El ex mayordomo de Benedicto XVI está acusado de robar documentos reservados que, publicados, está en el origen del mayor escándalo que enfrenta la Iglesia en los últimos años. Paolo Gabriele ya confesó su responsabilidad, pero intentan establecer si tuvo cómplices.

 

Juan Lara

Agencia EFE

Con el interrogatorio de Paolo Gabriele, de 46 años, el ex mayordomo del Papa, se reanuda mañana en el Vaticano el juicio en el que está acusado de haber robado cientos de documentos reservados enviados a Benedicto XVI, por los que puede ser condenado hasta con cuatro años de cárcel.

El juicio, que comenzó el pasado 29 de septiembre, continuará mañana en la sala del Tribunal de Justicia del Vaticano, ante la presencia de los jueces Giuseppe della Torre, Paolo Papanti Pelletier y Venerando Marano, encargados de juzgar al mayordomo que ha confesado haber traicionado la lealtad al Pontífice.

La audiencia de mañana, según se informó en la anterior, estará dedicada al interrogatorio de Paoletto, como es conocido Gabriele.

No se descarta que puedan ser llamados también algunos de los trece testigos convocados, entre ellos el secretario privado de Benedicto XVI, el sacerdote alemán George Ganswein, de cuyo despacho sacó Paoletto los documentos que luego filtró a la prensa y fueron publicados en el libro-escándalo “Sua Santitá”, del italiano Gianluiggi Nuzzi, que desvela enfrentamientos e intrigas vaticanas.

Al juicio, están también convocados como testigos Cristina Cernetti, una de las laicas que forman parte de la llamada “Familia Pontificia”, que cuida el apartamento papal, y el jefe de la Gendarmería Vaticana, Domenico Giani. También el sacerdote de la Secretaría de Estado, Carlo María Polvani, y el vicecomandante de la Guardia Suiza, William Kloter. El resto de los testigos está conformado por agentes de la Gendarmería Vaticana.

Gabriele, que el primer día de juicio mantuvo una actitud impasible, ausente y fría y sólo en un momento de descanso del mismo se le vio sonreír, está defendido por la abogada italiana Cristiana Arru.

Junto con Paoletto también será juzgado el técnico informático Claudio Sciarpelletti, de 48, acusado de encubrimiento, pero ya en la primera audiencia, el tribunal decidió separar ambos casos.

Sciarpelletti, que puede ser condenado hasta un año de prisión, será juzgado una vez concluido el juicio a Gabriele.

El tribunal espera concluir el juicio a Paoletto a finales de esta semana, tras celebrar cuatro sesiones.

Aunque Gabriele ya se ha declarado culpable, eso no influirá en los jueces, ya que quien se confiesa culpable -según precisaron fuentes judiciales vaticanas- puede estar en realidad encubriendo a otras personas.

El ex mayordomo, que fue detenido el 24 de mayo y pasó 53 días arrestado en una celda del Vaticano, cerca de la casa donde vive con su esposa y tres hijos, aseguró a los investigadores que robó y filtró los documentos para ayudar a Benedicto XVI.

“Viendo mal a la Iglesia y con corrupción por todas partes, estaba convencido de que un impacto mediático (la publicación de los documentos) podía ser bueno para llevar de nuevo a la Iglesia por el buen camino”, afirmó. Y no quedó ahí; Paoletto agregó que se sentía “infundido por el Espíritu Santo”, que le pedía eso.

Las declaraciones que hicieron la treintena de personas interrogadas por la Comisión Cardenalicia creada por el papa para investigar el escándalo, presidida por el cardenal español Julián Herranz, no serán utilizadas en el juicio.

Ello se debe, según decidió el tribunal, a que esa Comisión Cardenalicia fue creada según el Código de Derecho Canónico y sólo puede responder ante el Pontífice, mientras que el juicio se desarrolla según el Código Penal del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Este escándalo, conocido como Vatileak, se desató a principios de 2012, cuando una televisión italiana sacó a la luz unas cartas enviadas a Benedicto XVI por el nuncio en EE.UU., el arzobispo Carlo María Vigano, en las que denunciaba la “corrupción, prevaricación y mala gestión” en la administración vaticana.

El 19 de mayo se publicó el libro “Sua Santità”, con un centenar de nuevos documentos filtrados desde el Vaticano y el día 24 de mayo fue detenido Gabriele.

Con este juicio, no concluyen las investigaciones sobre la sustracción de documentos ni tampoco se excluye la posibilidad de que el mayordomo tuviera cómplices y su eventual rogatoria internacional.

Paoletto vuelve mañana al banquillo de los acusados

Impasible, Paolo Gabriele (de traje gris, a la derecha), escuchó los cargos en su contra en la primera audiencia realizada la semana pasada en el Vaticano.

Foto: Agencia EFE

¿Sin cómplices?

El cardenal Velasio de Paolis rechazó hoy las especulaciones sobre posibles cómplices del ex mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, en el escándalo Vatileaks, hecho que el que podría recibir cuatro años de prisión. De Paolis señaló sin embargo que cree que en el caso de condena, el papa Benedicto XVI lo podría indultar. “El perdón es una prerrogativa especial del Santo Padre”.

/// EL DATO

Una buena persona, pero...

Paolo Gabriele estaba considerado una buena persona y muy pía y aunque en el trabajo no despuntaba era honrado y leal y por eso estaba al lado de Benedicto XVI.

Así lo describen el secretario particular del Papa, Georg Ganswein, y las cuatro laicas italianas consagradas de la comunidad Memores Domini que cuidan el apartamento papal.

Nacido en Roma, de 46 años, Gabriele, conocido como Paoletto trabajaba en el apartamento papal desde 2006, tras estar al servicio del prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo James Harvey.

Formaba parte de la conocida como “Familia pontificia”, el reducido grupo compuesto por los dos secretarios del Papa y las cuatro laicas italianas consagradas de la comunidad Memores Domini que cuidan el apartamento papal.

Casado y padre de tres hijos, vive dentro el pequeño Estado de la Ciudad del Vaticano y todas las mañanas al alba de los últimos seis años era el encargado de ayudar a Benedicto XVI a vestirse y era el último que se despedía del apartamento tras ayudar al Pontífice, de 85 años, a acostarse.

Muchas veces desayunaba, almorzaba y cenaba con el Papa, que le consideraba como hijo y manifestó sentirse muy apenado cuando supo la traición.

De tez morena, semblante serio y siempre vestido con camisa blanca y traje negro, impecable, Paoletto acompañaba al Papa en sus desplazamientos y era normal verlo junto al conductor del jeep en el que el Pontífice recorre la plaza de San Pedro del Vaticano.

Nadie pensaba que este hombre de comunión diaria pudiera ser “Il Corvo”, como se conoce en Italia a la persona que robó y filtró centenares de documentos reservados del pontificio, que estaban en el apartamento papal.

Su detención cayó como un jarro de agua fría en su entorno. Según declararon las cuatro laicas memoris domini, Paoletto “parecía una buena persona, siempre gentil, pero reservada”. Otra subrayó que era muy inteligente y que todos le tenían en gran estima.

El secretario Ganswein dijo que Paoletto necesita, no obstante, en su trabajo “ser continuamente encaminado y guiado”.

¿Por qué lo hizo? Según confesó, para ayudar a Benedicto XVI: “Viendo la existencia del mal en la Iglesia y corrupción por todas partes, estaba convencido de que un shock mediático (la publicación de los documentos) podía ser bueno para llevar de nuevo a la Iglesia por el buen camino”, afirmó.

Sometido a varios peritajes psiquiátricos, los especialistas señalaron que es una “persona correcta, normal, sensible y tal vez con una profunda inseguridad y falta de afecto, lo que le llevó a cometer esos actos.