Señal de ajuste

Amigos de vacaciones

Roberto Maurer

Los cuatro protagonistas, individualmente, se han filmado en sucesivos primeros planos y se dirigen a la cámara con pocas y enigmáticas palabras. “Algunas veces las cosas suceden”, dice uno, y lo sucedido ha sido violento, se presume, ya que hay rastros de sangre en sus rostros. Es el prólogo de “Mad dogs”, y una forma de comenzar el relato de los acontecimientos previos de una historia que ha sido definida como un thriller surrealista con rasgos de comedia negra. Se estrenó en Film & Arts (miércoles a las 22), una señal que debe ser visitada si se quiere disfrutar de los productos de calidad de la televisión inglesa.

Un vago millonario

Cuatro amigos han sido invitados por un quinto a su lujuriosa villa en Mallorca. Los une una vieja relación que se remonta a la escuela, ahora son hombres de edad mediana con existencias que parecen definidas, o sea que se encuentran en una etapa de la vida a la que llegaron con heridas y frustraciones ya difíciles de sanar. “Simplemente vamos a festejar que se ha convertido en un vago millonario”, comentan durante el viaje, refiriéndose al próspero dueño de casa, un tycoon enigmático, ampuloso y sofisticado que se ha retirado prematuramente de los negocios, y no sabemos cuáles. Recibe llamadas misteriosas en su teléfono fijo, ya que todos, a instancia del anfitrión, han dejado sus celulares bajo llave. Pero hay otros mensajes, y más persuasivos: una cabra muerta aparece flotando en la piscina y en el espectador crece el presentimiento de que el amigo rico está siendo amenazado, tal vez en relación con su temprana jubilación que, evidentemente, es superior a un haber de la Anses. En alguna parte hay gente disconforme que lo reclama.

Descorchan botellas, van a bailar a una disco, se extienden junto a la pileta entibiándose al sol del Mediterráneo y viven el ocio entre las bromas propias de una antigua camaradería, pero el hedonismo se inscribe en una atmósfera vagamente opresiva.

El dueño de casa es generoso con sus compinches, les revela que, a falta de herederos, ha puesto la propiedad a nombre de ellos, pero su hospitalidad, a la vez, es acompañada por modos hostiles: los mortifica con recuerdos del pasado que sería preferible olvidar, y con apreciaciones sobre la vida mediocre sembrada de frustraciones de sus huéspedes. A la vez, por motivos que no conocemos, los anima a filmarse unos a otros.

Llega Tony Blair

¿Se trata de otra ficción sobre la crisis de la edad mediana, los secretos íntimos que van saliendo a la luz y los ajustes de cuenta entre viejos amigos? Puede ser, pero con derivaciones muy siniestras. Al final del capítulo, los cinco están cenando opíparamente, cuando entra un diminuto desconocido con una careta de Tony Blair y emboca al anfitrión con un tiro a la cabeza.

Es el comienzo de unas vacaciones convertidas en “una pesadilla laberíntica de mentiras, engaño y asesinatos” en la cual se encontrarán envueltos los cuatro amigos, según se ha anticipado, con la cual se logró atraer masivamente al público británico. Planeada como una miniserie de cuatro episodios, debieron sumar una segunda temporada y actualmente se termina la tercera. Los actores Philip Glenister, John Simm, Marc Warren and Max Beesley son poco o nada conocidos entre nosotros, aunque se trata de intérpretes muy populares de la televisión inglesa.

La nota

Los une una vieja relación que se remonta a la escuela, ahora son hombres de edad mediana con existencias que parecen definidas, o sea que se encuentran en una etapa de la vida a la que llegaron con heridas y frustraciones ya difíciles de sanar. Foto: Archivo El Litoral