Editorial

Sorpresas y cálculos en la política española

Para admiración y asombro de todos, el Partido Popular liderado por Mariano Rajoy se impuso en las recientes elecciones celebradas en Galicia. No sólo se impuso, sino que en algunas localidades amplió su ventaja. El hecho no deja de llamar la atención, porque los observadores suponían o daban por descontado que las políticas de ajuste ordenadas por la Unión Europea iban a devorar la popularidad del mandatario conservador.

Pero no fue lo que ocurrió. Los desconcertantes resultados invitan a pensar que los ajustes no son inevitablemente antipopulares, hipótesis que lógicamente debería ser contrastada con nuevos datos, ya que Galicia es importante por muchas razones, pero no alcanza a ser el termómetro de la política española, máxime si se tiene en cuenta que desde hace años esta región es un bastión de la derecha y el propio Rajoy es un líder cuya fuente de legitimidad popular nace en Galicia.

Los problemas del mandatario español siguen presentes, y en más de un caso se han agravado. Por lo pronto, debe asumir el desafío planteado por los catalanes, cuyo líder Arturo Mas adelantó las elecciones y prometió luego convocar a un referéndum para decidir si la región se separa de España. El desafío es serio y los protagonistas aún no han evaluado las consecuencias en toda su dimensión. En principio, a derecha e izquierda el tema ha impactado con singular dureza, y las respuestas a menudo han sido preocupantes. Tanto es así que, por primera vez desde hace décadas, se ha llegado a hablar de una eventual guerra civil.

Por si ello fuera poco, se ha abierto hacia el futuro inmediato un nuevo frente de tormenta. En este caso, se trata de las provincias vascas, donde las corrientes nacionalistas y autonómicas han incrementado su representatividad. Los vascos, al igual que los catalanes, reclaman no sólo la autonomía, sino la independencia. Y en el caso de los vascos, hasta hace poco, una de sus alas nacionalistas lo hizo apelando al terrorismo. Tanto en Catalunya como en las provincias vascas, las demandas no son recientes. Por el contrario, estos conflictos se anudan con la historia y lo que en el pasado se resolvió alternativamente por vía de las armas y la diplomacia, ahora ha resucitado al ritmo de similares demandas con su carga de resentimiento.

Los dirigentes del Partido Popular no desconocen la gravedad del problema y sus consecuencias, pero estiman que las posibilidades de arribar a un acuerdo están abiertas y que todo se reducirá en última instancia a prometerle a los dirigentes vascos y catalanes recursos necesarios para asegurar la gobernabilidad de sus territorios. Mientras tanto, no dejan de especular que el conflicto de las nacionalidades permitiría en las actuales circunstancias distraer a la opinión pública de los rigores sociales del ajuste. En cualquier caso, los seguidores de Rajoy estiman que el margen de maniobra que disponen para seguir al frente del gobierno se ha ampliado y lo sucedido en Galicia es una muestra de ello.