AL MARGEN DE LA CRÓNICA

El ejemplo de Mamá Maggie

Mamá Maggie es como llaman miles de egipcios pobres a Maggie Gobran, una cristiana copta cuya vida cambió drásticamente por ayudar a cientos de hijos de basureros, lo que la llevó a las puertas de recibir el premio nobel de la paz.

Vestida con ropa simple de color blanco y sin ningún tipo de maquillaje, Gobran, procedente de una familia egipcia de clase media alta, lo dejó todo para ayudar a los niños cristianos cuyos padres trabajan en la recogida de la basura en el Cairo.

Hace casi un cuarto de siglo, Gobran, de 63 años, decidió dejar su trabajo como profesora en la Universidad Americana de El Cairo, la más prestigiosa de Egipto y concurrida por la elite del país, para servir a los “más pobres entre los pobres”.

“Los hijos de los ‘zabalín’ (basureros) no tienen nada. Son el ser humano tal y como lo creó Dios, y eso es lo bonito de ellos”, dijo Gobran.

De joven, Gobran solía repartir regalos de Navidad entre los niños en el barrio de los “zabalín”, en la ladera de la colina cairota de Muqatam, donde miles de coptos viven entre los desperdicios que se dedican a recoger.

Sin embargo, su vida no cambió hasta un día de 1989, cuando escuchó una voz procedente de una montaña de basura: era un niño que le pedía que no lo abandonara.

Para ofrecer asistencia espiritual, educativa, médica, social y económica a los hijos de los basureros, esta viuda fundó la ONG “Los hijos de Stephanos”, en recuerdo del primer mártir del cristianismo, San Esteban, y que hoy tiene sedes en distintos países.

Cuando Mamá Maggie visita a los “zabalín”, empieza su servicio a los niños lavando sus pies para seguir el ejemplo de Jesús de Nazaret, con la intención de hacerles sentirse queridos y aceptados.

Además, cura sus heridas, les compra ropa nueva y les da comida, y reconoce que cada vez que se encuentra entre los pequeños, su vida cambia.

“Hemos ido a estos niños para ayudarles a tener una vida mejor y nos hemos encontrado con que ellos son quienes nos han ayudado a ser mejores seres humanos”, reconoce.

Cuentan sus amigas que, cuando era adolescente, Gobran fue bautizada por ellas como “Miss Elegancia”, porque se vestía a la última moda y viajaba cada año a Europa para comprar joyas y ropa de marca.

Ahora, esta “Miss Elegancia” se viste de forma modesta, con una gran cruz colgada al cuello, una falda y una blusa de tela barata, y se cubre el pelo con un velo blanco, ya que donó toda su riqueza al servicio de los niños necesitados.

Allá por donde pasa Mamá Maggie, numerosos cristianos egipcios esperan para besarle la mano y pedirle que rece por ellos, pues les recuerda a la Madre Teresa de Calcuta.

“Cada vez que se menciona el nombre de la Madre Teresa, siento que ella misma viene y me bendice a mí y a los niños. Ella es un corazón que mira hacia la eternidad, que es lo más importante porque es el lugar adonde vamos todos”, asegura Gobran echando la vista al cielo.