Narcotráfico y política

NÉSTOR VITTORI

Producto de mi larga militancia gremial en el ruralismo, he recorrido las distintas zonas de la provincia en forma reiterada, particularmente la zona norte.

En esos largos recorridos, primero como vicepresidente de Carclo (Confederación de Asociaciones Rurales del Centro y Litoral Oeste), durante el gobierno de Vernet; luego, como presidente durante el gobierno de Reviglio; después, en caracter de secretario durante el gobierno de Obeid; y por fin, como presidente de Carsfe (Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe) durante el segundo gobierno de Obeid, tuve contacto y conversaciones con numerosos funcionarios de esos gobiernos. Y más de una vez les pregunté respecto de la información -que era vox populi- sobre la existencia y utilización de pistas clandestinas de aviación en el norte de la provincia, en zonas poco pobladas, en grandes estancias que ni siquiera eran de propietarios provinciales; y que, en algunos casos, pertenecían a propietarios desconocidos.Puedo afirmar que en distintos ámbitos del gobierno provincial era también conocida esta información.

Cuando digo vox populi, lo digo en toda la extensión del término, porque los referidos comentarios surgían de personas comunes, desde peones de campo a productores rurales, de comerciantes a profesionales; y, también, de funcionarios de alto nivel. El tema era moneda corriente, y muchos peones señalaban como una cuestión habitual el vuelo de aviones en las cercanías de sus puestos. Esto ocurría particularmente en zonas de los bajos submeridionales, cuya principal extensión se encuentra en el departamento Vera.

Nunca me voy a olvidar del comentario de un funcionario durante un vuelo en el helicóptero de la gobernación. El hecho se remonta a los 80 y el vuelo estaba motivado por una gran inundación en el norte. Mientras íbamos de Reconquista a Tostado sobrevolando un mar de agua, el funcionario dijo: ‘bueno, por lo menos han sonado los contrabandistas y narcotraficantes.‘

Cada vez que se abordaba el tema, la respuesta gubernamental transmitía una gran frustración a causa de las dificultades prácticas que afrontaban los operativos policiales, que no encontraban a nadie o no podían llegar a las pistas por la ausencia de caminos o senderos viables para los vehículos policiales. En más de una oportunidad me explicaron que las pistas se hacían sobre albardones rodeados de terrenos pantanosos y el alije de las cargas se practicaba con tractores, o vehículos todo terreno.

La frustración derivaba de la sistemática resistencia de la Nación a contribuir a implementar un sistema de detección de vuelos clandestinos mediante radares, cuyo ámbito de jurisdicción pertenece a la aeronáutica nacional.

Este largo preámbulo viene a cuento de los acontecimientos producidos y derivados con la renuncia del jefe de Policía provincial, acusado de presuntas vinculaciones con el narcotráfico, cuestión sobre la que oportunamente se pronunciará la Justicia. Entre tanto, lo que quiero señalar es la ‘miserable‘ actitud de sectores de la dirigencia política provincial y nacional por su intento de aprovechar una contingencia que pone sobre la mesa la problemática del narcotrafico. Es que en lugar de juntarse para elaborar un diagnóstico y trazar una estrategia para combatir el problema, se han propuesto lograr un circunstancial rédito político mediante el uso de argumentos que, además de ser increíbles, manifiestan una voluntad de impedir. Es el caso de Agustín Rossi, oriundo de la ciudad de Vera, quien como conocedor del tema, en vez de aportar a su solución lo subordina a un movimiento táctico de desgaste del gobierno de Bonfatti, movimiento que deja en claro que privilegia la acción político-partidaria de corto plazo sobre los intereses generales y permanentes de la sociedad.

El conocimiento popular vincula desde hace muchos años, y de modo creciente, a los gobiernos -nacionales y provinciales- con la protección del narcotráfico en el país. Esas críticas apuntan al descuido de las fronteras y el espacio aéreo, que para el decir popular son ‘un colador‘. Las carencias en materia de vigilancia y prevención son ostensibles, y muchos piensan que esas conductas sólo pueden explicarse por la existencia de inconfesables “negocios”; “negocios” que incluirían los “aportes” que los narcotraficantes pudieran realizar a determinadas campañas políticas.

La coartada esgrimida por Rossi y otros legisladores nacionales y provinciales del Frente para la Victoria para retirarse de la reunión que había convocado el gobernador Bonfati, no pudo ser más contradictoria. Su exigencia de que la prensa estuviera presente contrasta abiertamente con las prácticas nacionales de su sector. Y expresa claramente la determinación política de no hacerse cargo de una problemática que afecta a la totalidad de los ciudadanos.

Con esa actitud se transforman en cómplices voluntarios o involuntarios del flagelo cuyo combate la sociedad reclama y que ellos, como representantes del pueblo, no pueden desatender. Mucho menos con excusas en las que no creen.