Preludio de tango
Preludio de tango
Sebastián Piana, milonga pa’ recordarte

Manuel Adet
Su nombre está comprometido, en primer lugar, con la milonga y con Homero Manzi. A la milonga la sacó del campo, de los recitados de los payadores y de ciertas guitarras quejumbrosas, y la trajo a la ciudad y le otorgó gracejo, ritmo propio y distinción urbana. Piana juntó al tango con la milonga campera y de esa fusión nació este género cuya manifestación más alta fue “Milonga sentimental”. La creación de ese género que tanto le gustaba a Jorge Luis Borges, le pertenece a Piana, pero el maestro en su momento no vaciló en sumar a la autoría a su cuñado, el gran Pedro Maffia.
Con Homero Manzi, Piana va a constituir una sociedad creativa que le dará a la música ciudadana temas memorables. Alcanza para ello con mencionar piezas como “Milonga del 900”, “Milonga de los fortines”, “Milonga triste”. O esos temas en los que el aire milonguero se confunde con el candombe, como por ejemplo, “Papá Baltasar”, “Pena mulata” o “Negra María”.
Manzi y Piana se conocieron en el barrio y el tango los hizo amigos. El poeta enseguida descubrió al músico que podía componer sus poemas y, a la inversa, Piana nunca tuvo dudas de que sus composiciones merecían letras como las que sólo Manzi podía escribir. Ya en 1926 y con la colaboración de Cátulo Castillo compusieron “Viejo ciego”, estrenado luego por Roberto Fugazot. Pero más adelante, a la saga de milongas y candombes, la dupla le sumó para su definitiva consagración “El pescante”, uno de los grandes poemas de Manzi, poema que en su momento lo interpretó Ángel Vargas con su reconocida solvencia artística.
Las anécdotas entre creadores suelen ser importantes por lo que sugieren. En el caso que nos ocupamos, se dice que fue Rosita Quiroga la que le pidió a Manzi algo así como una milonga. Ni lerdo ni perezoso, Manzi habló con Piana para que compusiera algo parecido. Un pedido de una cantante como Rosita Quiroga, en aquellos años era algo así como una orden para un músico. Así nació esa belleza conocida como “Milonga sentimental”, tema al que Manzi le puso letra tres años después de haber sido compuesta y que fue estrenada, no por Rosita Quiroga, sino por Mercedes Simone, quien la grabó el 4 de octubre de 1932. En realidad, para ser más precisos, digamos que “Milonga sentimental” fue estrenada por la compañía de revistas de Arturo Bassi en el viejo teatro San Martín. Años después, Virginia Luque la llevará al cine
La otra fecunda relación artística de Piana fue con Cátulo Castillo, relación que se inició con su padre, González Castillo, en temas inolvidables como “Sobre el pucho” o “Silbando”. “Sobre el pucho”, se presentó en 1922 a un concurso y entre ciento treinta y seis postulantes salió segundo. No fue un mal comienzo, sobre todo cuando después Piana se dio el gustazo de que fuera Carlos Gardel quien lo interpretara.
Al Morocho del Abasto, Piana lo conoció por González Castillo. Según cuenta la anécdota, Piana se hizo presente en la casa de Gardel en el Abasto para colaborar en un ensayo. En una entrevista realizada un año antes de su muerte, Piana contó que la que lo atendió en la puerta y la que lo hizo pasar fue Isabel del Valle, que entonces vivía con Carlos. Después Gardel lo presentó ante sus músicos como el maestro, calificación merecida aunque el destinatario de la mención entonces apenas tenía diecinueve años.
“Silbando” es un poema de 1925 escrito por González Castillo con música de Piana y Cátulo Castillo. El tango también fue grabado por Gardel, por lo que para 1925 Piana podía darse el lujo de que dos composiciones suyas habían sido llevadas al disco por el Morocho. Asimismo, se asegura que Gardel conoció la melodía de “Silbando” porque Piana se la silbó. Gardel quedó encantado y ejerció sus “presiones” para que el poema se llamara precisamente, “Silbando”. A este tango, también se lo puede disfrutar con Edmundo Rivero y Julio Sosa, para no mencionar la clásica interpretación de Azucena Maizani.
La otra relación artística importante de Piana fue con Cátulo Castillo, relación que se inició con el padre y continuó con el hijo. El tema que los consagró para siempre en el universo tanguero fue “Tinta roja”, una creación musical de Piana a la que luego Castillo le escribió la letra. “Tinta roja” es una de las grandes composiciones de la historia del tango.
Piana compuso alrededor de quinientas partituras, pero sin duda que las mencionadas son las que trascendieron por la calidad de la elaboración musical y, sobre todo, por ese singular talento por innovar, “mezclar” estilos, melodías, compases. Por último, habría que incorporar a la lista, la música de esa notable creación poética de Mario Battistella conocida con el nombre de “No aflojés” y cuya primera estrofa es una obra maestra en el arte de sacarle luces y brillos a las palabras: “Vos que fuiste de todos el más púa, batí con qué ganzúa piantaron tus hazañas, por tu ausencia en las borracherías cambió en las estanterías el gusto de las cañas”.
Sebastián Piana nació en el barrio de Almagro, el 26 de noviembre de 1903. Hijo de piamonteses, su abuelo y su padre fueron peluqueros, pero en el caso de su padre, al oficio de cortar el pelo le sumaba su afición a la música, arte que le supo transmitir a su hijo desde que éste andaba con pantalones cortos. Don Sebastián templaba la guitarra, el mandolín y el piano. Las veladas familiares se amenizaban con la música en la que participaban algunos ilustres invitados del género, como eran Adolfo Pugliese, padre de Osvaldo, o el propio Pedro Maffia
Se dice que su primer maestro de violín, Pedro Bertolero, era bueno en lo suyo pero no sabía enseñar. El otro maestro, el de piano, fue Antonio D’Agostino. Después estudió con los maestros Ernesto Drangosch y Juan Francisco Giacobbe. Lo cierto es que a los diecisiete años el chico ya era profesor de piano, con una vocación decidida hacia el tango, género al que le aportará sus conocimientos académicos, algo interesante en un tiempo en donde muchos de los músicos de la guardia vieja se les dice “orejeros” porque sus habilidades musicales, sus notables, si se quiere, habilidades musicales, provenían sólo del oído, lo cual era una virtud pero al mismo tiempo un límite.
Como la mayoría de los músicos de entonces, Piana se inició en las salas de cine, tocando el piano en los intervalos. Para 1920 ya es reconocido en el ambiente por algunas de sus creaciones musicales. En la década siguiente integró la orquesta de Pedro Maffia. Y poco tiempo después conformó su propia orquesta, la Típica Candombe.
El otro capítulo de su vida profesional, fueron las bandas musicales que elaboró para el cine y el teatro. Películas como “Sombras porteñas”, “Carnaval de antaño”, “He nacido en Buenos Aires”, “El último payador”, “Derecho viejo”, “Nobleza gaucha”, “Las del barranco” o “Los caranchos de la Florida”, son de su autoría, en muchos casos en sociedad con Homero Manzi.
Piana murió el 17 de julio de 1994. Entonces tenía más de noventa años y era un prócer del tango. José Gobello lo había incorporado años antes a la academia nacional del lunfardo, rompiendo con la tradición de que allí sólo entraban poetas. Recibió incontables homenajes y distinciones en vida. Y, como diría Atahualpa Yupanqui, se dio el gusto de vivir la gloria de lo anónimo, en tanto sus composiciones se interpretaban o se silbaban sin que muchos de sus improvisados ejecutantes conocieran la autoría de los temas.