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el rincón de la lij (*)

Entre los clásicos y los populares de autor

María Luisa Miretti

En ocasiones se presupone que algunos clásicos como “Los tres cerditos”, “La Bella y la Bestia”, “El flautista de Hamelin”, entre otros, son clásicos de autor pero no es así. Nacieron al calor popular y llegaron a nuestras manos por distintos recorridos, con agregados no siempre recomendables (incluso en ocasiones alterando las versiones originales).

En el caso de “Los tres cerditos”, la versión original remite a una fábula de origen británico muy difundida entre el vulgo. Luego su máxima expansión vino de la mano de Walt Disney en todos los soportes (CD, películas, videos) que comercializó la marca logrando hacer proliferar y hasta metamorfosear con alteraciones jocosas ciertas secuencias coloridas, pero sin alterar su esencia moralina relacionada con el escarmiento a la holgazanería de los cerditos que habían priorizado jugar por trabajar. Actualmente circula una versión remixada de David Wiesner, con ciertos visos surrealistas propios del libros álbum, cuando el soplo del lobo los hace salir del cuento para viajar por mundos literarios diferentes y encontrarse con otras historias, en una mezcla de estilos y de técnicas entretenidas que alteran el original.

Sobre “La Bella y la Bestia”, su origen podría ser una historia de Apuleyo, incluida en El Asno de Oro. Hay variantes y versiones sobre sus posibles autorías. Hay coincidencias en atribuirle a la francesa Villeneuve, en una serie de relatos de una anciana que escribía cuentos de hadas del folclore europeo, desde donde abrevó la francesa Le Prince de Beaumont, a quien se le concede la autoría. Sexualidad, imaginación, inaugura una serie de cambios que dan lugar a arquetipos y fantasías que perviven y se entroncan con historias del folklore europeo (ruso, danés, alemán).

“El flautista de Hamelín” (El cazador de ratas de Hamelín) leyenda documentada por los Hermanos Grimm de origen popular muy relacionada con “La Cruzada de los niños” (Marcel Schwob).

Volver a leer estos clásicos, siempre es oportuno, aún sabiendo las variables posibles a encontrar.