Fueron esparcidas el domingo, por pedido propio...
Las cenizas de Sanitá en el club que lo vio nacer

Jorge Omar Sanitá en el día de su último cumpleaños, a mediados de este año. Foto: El Litoral
Fueron esparcidas el domingo, por pedido propio...
Las cenizas de Sanitá en el club que lo vio nacer

Jorge Omar Sanitá en el día de su último cumpleaños, a mediados de este año. Foto: El Litoral
El símbolo de Colón —capitán del equipo— en el ascenso de 1965, falleció el lunes 26 de noviembre. Se lo recuerda como un jugador clave, ejemplo de profesionalismo y buena gente.
Tomás Rodríguez
Jorge Omar Sanitá, el gran capitán de Colón de Santa Fe, campeón del más extenso torneo de ascenso afista en todo su historial, en 1965, jugando los 44 partidos, falleció el lunes 26 del mes pasado —debido a un paro cardíaco— a los 72 años, transformándose en una verdadera leyenda y por eso aún lo llora el pueblo sabalero.
Sus cenizas fueron esparcidas en la cancha de Argentino Mutual, Social y Deportivo de Fuentes (localidad del departamento San Lorenzo, en el sur santafesino), donde había nacido el 13 de abril de 1940.
Desde pibe fue un apasionado por el fútbol, por eso siendo juvenil integró el equipo superior de Argentino de Fuentes en la Liga Sanlorencina de Fútbol. Debe apuntarse que había empezado a jugar profesionalmente en Rosario Central, debutando en primera división el 15 de septiembre de 1963 frente a Argentinos Juniors (1-1), en un equipo donde se destacaban Edgardo “Gato” Andrada, José Casares, Néstor Cardozo, Enrique “Nene” Fernández, César Luis Menotti, Gualberto Muggione, Miguel Antonio “Gitano” Juárez, Ricardo “Pancho López” Giménez, etcétera.
Por otra parte, fue ídolo en Colón durante cinco temporadas donde defendió la camiseta rojinegra en 155 partidos e integró después el “Equipo de los Sueños” de Belgrano de Córdoba (1971), junto a Juan Carlos Heredia, Bernardo “Cuchi” Cos, Omar “Pepona” Reinaldi y “Chupete” Guerini, entre otros.
Central “ayudó” a Colón
Rosario Central, por su amistad de entonces con Colón, le cedió al presidente Italo Giménez, por sugerencia del Profesor José D'Amico (reconocido seleccionador nacional), cuatro jugadores: Néstor Lucas Cardozo, Sanitá, el cordobés Sebastián Félix García y Alejo Domingo Medina (el goleador de la tercera y reserva, con problemas de continuos desgarros).
El “Gitano” Miguel Antonio Juárez no quiso jugar en Colón por lesión en una de sus rodillas (“me quedo a hacer algunos ‘picaditos' en Central Córdoba”, dijo por ese entonces) y recomendó a su compadre, el “Negro” Juan Castro, que estaba actuando en Huracán.
El “Pulpa” Washington Etchamendi fue adiestrador sabalero por una semana, pero por motivos de razones familiares debió regresar a Montevideo y en su lugar llegó José “Pepe” Etchegoyen, armando el equipo a medida que arribaban los refuerzos solicitados del Uruguay, Rosario y Buenos Aires, en medio del campeonato que estaba en plena disputa.
Sanitá, de marcador de punta o a veces mediocampista, pasó a ser defensor central, se erigió de pronto en ídolo de Colón, con ansias y sed de triunfo, de gloria. El famoso relator Fioravanti lo calificó como “un notable luchador, con sorprendente técnica, temperamental, sereno, fuerte, pero a la vez habilidoso, con la frente en alto, siempre salía tocando a su compañero mejor ubicado”. “Jugaba por su honor, ética, por la dignidad de vestir la camisola sangre y luto, por sus compañeros y por los hinchas que llenaban todas las canchas”, aseveró Orlando Medina Leites.
Los dirigentes lo respetaban, porque las monedas eran escasas y había que ponerle el pecho a las circunstancias y llevar a Colón a primera división, el sueño de cerca de dos décadas de la mayoría de los santafesinos estaba cerca de ser realidad. Las entidades poderosas de Buenos Aires se oponían a que un equipo del interior (con excepción de Rosario y La Plata) llegara al círculo máximo: “Italo, consiga el dinero, nosotros ponemos la pasión, el corazón, la vida y el fútbol y somos campeones...”, le aseguró el capitán, tras la victoria ante Central Córdoba, en La Tablada, cuando restaban tres partidos para concluir el certamen y compartía el liderazgo con Quilmes.
La base del equipo campeón la conformaban los uruguayos Raúl Cardozo, Gisleno y Orlando Medina Leites y Dumas Rodríguez; de Huracán por el pase del “Beto” Poncio arribaron Domingo Alfredo Obberti y Néstor José Canevari.
Hicieron un aporte valioso los futbolistas de la casa, los entrerrianos Alberto “Pulga” Ríos y José Broggi, los paraguayos Ediberto Pérez y Luis Cabaña y los locales Pedro Rosso, José Luis “Polaco” Burtovoy, Carlos “Colorado” Larpín, Edgardo “Mencho” Balbuena, entre otros.
Fue el momento de mayor felicidad de Colón hasta allí y de una ciudad que había dado grandes figuras al balompié nacional; Unión al año siguiente repitió la hazaña sabalera.
El Nacional de 1968
Otro de los grandes equipos que integró, fue el dirigido por Alejandro Galán (Jim Lopes, lo había hecho debutar en Rosario Central) en el Nacional de 1968. Lo retuvo en el Aeroparque Jorge Newbery cuando estaba a punto de firmar por Independiente: Jorge “Velorio” Drago (el único sobreviviente); Ernesto Jáuregui, el paraguayo Juan Vicente Lezcano (campeón mundial de clubes con Peñarol de Montevideo), Sanitá y Armando Mareque, una defensa casi inexpugnable. Colón, en excelente campaña, empató con River (1-1), le ganó a Vélez (3-1) y goleó a Racing (4-2, con un tanto de Sanitá), determinando el triple empate. En la ronda final, el campeón fue el conjunto de Liniers, en aquellos recordados enfrentamientos que se hicieron famosos por la mano de Gallo contra River que Nimo no vio.
El equipo de los sueños
El presidente de Belgrano, Alfredo Escutti, convenció a Sanitá y lo llevó en 1970 en un gran proyecto. Ese equipo nutrió al fútbol grande e internacional de figuras como Juan Carlos Heredia y Bernardo Patricio Cos, ambos transferidos al Barcelona de España; Carlos Alfredo “Chupete” Guerini (a Boca, Málaga y Atlético Madrid) y Omar “Pepona” Reinaldi (a River Plate).
“El Equipo de los Sueños” que ganó el torneo cordobés a Racing (4-2 y 2-1), se adjudicó el Regional y jugó por segunda vez en el Nacional, amargando al poderoso Talleres de Amadeo Nuccetelli y se erigió para muchos especialistas como el mejor equipo de la provincia mediterránea de todos los tiempos.
El equipo celeste formaba con Héctor Tocalli (Osvaldo Salas); Eduardo “Cabrito” Bracamonte (José María “Colorado” Suárez), Tomás “Tito” Cuellar, Sanitá (Rubén Lupo) y Rafael Pavón (Luis Casal, ex Unión); Antonio Syeyyguil, Francisco Rivadero (Héctor Artico) y Omar “Pepona” Reinaldi (Froilán Altamirano); Juan Carlos Heredia (Miguel A. Laciar), Bernardo “Cuchi” Cos y Eduardo Quiroga.
El Sanitá DT
El recordado Sanitá tuvo una activa participación como director técnico. En el banco de relevos encabezaba el grupo dirigiendo, además de Colón, a Belgrano e Instituto de Córdoba, Sportivo Belgrano de San Francisco, en Morteros, Rafaela, Santiago del Estero, San Justo y equipos de la Liga Esperancina.
Jorge Sanitá durante muchos años fue un símbolo del conjunto sabalero, dentro y fuera de la cancha; como así también un defensor central humilde, excelente técnica, empujaba y alentaba desde atrás, con una notable seguridad, elegancia y jerarquía.
El pueblo sabalero está de duelo, acongojado, por la pérdida de un ídolo, de un emblema que brindó todo su amor y cariño por la divisa sangre y luto. Hasta ex jugadores de Unión (como Luis Ernesto “Negro” Sauco Borges y Luis Casal) hicieron llegar su reconocimiento a esa notable figura del fútbol santafesino, cuya estrella comenzó a iluminar el cielo desde el 26 de noviembre último.