¿Creemos en la Navidad?
Arturo Lomello
¿Qué representa para nosotros la Navidad? ¿Acaso es una narración simbólica? ¿Una especie de cuento de hadas que sirve como otros para constituir un ejemplo de vida virtuosa? ¿Un hecho literario interesante de las posibilidades inalcanzables del hombre que a medida que pasan los años se vaya convirtiendo solamente en un buen pretexto para festejar las perspectivas de seguir viviendo conforme con la medida de nuestros proyectos?
¿Son muchos los que creen que Jesús es verdaderamente el hijo único de Dios? Evidentemente que no, y se comprende que así sea porque no es fácil convencerse de que Dios se ha encarnado en un hombre común para hacerse amigo nuestro y nuestro salvador. Y sin embargo, podemos llegar a la racionalidad de la pretensión cristiana dándonos cuenta de que el Verbo hecho carne es lo único que satisface la plenitud de los deseos humanos. Para ello hay un camino concreto y excluyente, el de la experiencia, involucrándonos en la vivencia del Evangelio. Es decir, siguiendo a aquellos que a su vez viven la presencia de Jesús en la realidad cotidiana.
Podemos creer o no creer, pero evidentemente se trata -si es real de que la encarnación del Verbo es el acontecimiento más trascendente de la historia- que nos interpela a optar irrenunciablemente por sí o por no. No hay otra salida, la indiferencia significa “no”, igual que negar razonando la divinidad de Cristo. Después está solamente el “sí”, consecuencia de una fe guiada por una racionalidad libre de prejuicios.
Entretanto la Navidad ha ido perdiendo su sacralidad, porque el mundo no se involucra en experimentar la presencia de Jesús en nuestra vida, salvo en comunidades que tratan de vivir la realidad concreta del Evangelio. Hay que vivir la revelación para comprobar su verdad, no existe otro rumbo, de otro modo la Navidad se convierte en una suerte de relato de ciencia ficción para mentes demasiado ingenuas, un pretexto para tomar una copa de sidra o para el turismo.
Hay casos en la historia humana de quienes han seguido a Cristo sin saberlo o han creído que solamente seguían su doctrina como el Mahatma Gandhi por ejemplo, pero lo que ocurre es que nadie puede seguir la divinidad de Cristo sin que Él mismo lo decida. Es obvio que el hombre es contenido por Dios y creado por Él.




