Ciudades que empiezan de cero

Las ciudades de Brasilia, Dubai, Las Vegas y Osaka forman parte de un tándem de construcciones “artificiales” que han superado las barreras de la naturaleza y que constituyen un ejemplo de cómo para la arquitectura todavía no hay nada imposible.

TEXTO. EDUARDO BIELSA. FOTO. EFE REPORTAJES.

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Las ciudades de Brasilia, Dubai, Las Vegas y Osaka forman parte de un tándem de construcciones “artificiales” que han superado las barreras de la naturaleza y que constituyen un ejemplo de cómo para la arquitectura todavía no hay nada imposible.

El sueño de todo arquitecto ha sido y es construir a sus anchas. Desde que Las Vegas sentara las bases de las megaconstrucciones artificiales en territorio de nadie, otras ciudades han nacido para demostrar que la naturaleza ya no impide nada.

El siglo XX trajo consigo la superación a las barreras naturales de aire, mar y tierra. Mientras que los asentamientos del pasado buscaban la cercanía a fuentes de recursos naturales, como ríos, o la protección táctica que ofrecían las montañas, los nuevos sólo requieren una buena inversión y un sitio donde posarla.

Los macroproyectos de ocio son un ejemplo de ello y están a la orden del día. “Eurovegas”, la réplica europea de Las Vegas que albergará Madrid en un futuro próximo, se intentará conformar con ser la tercera en el ranking de las ciudades del “juego”.

Macao y Las Vegas son por ahora el tandem de las mayores construcciones hoteleras del ocio. El sueño americano de Las Vegas, uno de los principales atractivos turísticos de Estados Unidos, lo componen sus casinos destellantes y sus hoteles evocando a los principales monumentos del mundo, como lo son la Torre Eiffel o las pirámides de Egipto.

Por otra parte, una joven Ellen Page hacia realidad -eso sí en la ficción- la ambición de muchos arquitectos. En “El origen”, Leonardo Di Caprio, dejaba a la imaginación de una estudiante la construcción de una ciudad entera, que jugaba incluso con las leyes de la física.

ISLAS ARTIFICIALES, DE MODA

Pero la realidad va más allá de la ficción cuando hablamos de ciudades como Dubai y Japón, que han sorteado los obstáculos de la naturaleza para sus pretensiones urbanísticas.

En el caso del Archipiélago, y como consecuencia de la falta de espacio terrestre en el país, se construyó una isla artificial para albergar en la bahía de Osaka el aeropuerto de Kansai, que fue inaugurado oficialmente en 1994.

La terminal, diseñada por el arquitecto italiano Renzo Piano, Premio Pritzker en 1998, está unida a la ciudad nipona por un puente de cuatro kilómetros para tráfico rodado y ferrocarril, y tuvo que vérselas contra los frecuentes terremotos que azotan Japón, y que implicó una fuerte inversión en ingeniería civil.

Una financiación que parece no tener límite en Dubai. Desde que la inmobiliaria Nakheel, filial del consorcio Dubai World, decidiera poner en marcha la “Palm Yumeiraah”, una isla artificial cercana a la costa con forma de palmera, el emirato no ha hecho nada más que demostrar que la arquitectura puede con todo.

A ella se le sumaron más tarde los proyectos de crear dos réplicas y un controvertido archipiélago artificial llamado “The World Islands” que, junto a los rascacielos y hoteles, entre los que destaca el Burj Al Arab, situado también sobre una isla artificial, hacen de Dubai un horizonte al ras de las nubes.

LA AMBICIÓN DE AMÉRICA DEL SUR

En América Latina es Brasilia quien se lleva la palma de la espontaneidad de la nueva arquitectura. El brasileño Oscar Niemeyer, discípulo del mismísimo Le Corbusier, tuvo la suerte de dibujar sobre plano la que sería la futura capital de su país, que más tarde sería declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

Obras como el Palacio de Planalto (sede de la presidencia), el Palacio da Alvorada (residencia oficial), el complejo del Congreso Nacional, la Plaza de los Tres Poderes, el Palacio de Itamaraty (cancillería) y la catedral salieron de su mente.

Una idea que se hizo realidad en los años ‘50 y que ahora conformaría con seguridad una posición de privilegio en la Exposición Internacional de Arquitectura que se celebra cada dos años en la bella Venecia, y donde se dan cita nuevas propuestas singulares en los ámbitos de la construcción y la arquitectura.

De su edición número trece destaca por su iniciativa el “Proyecto Olmos”, que ha presentado Perú, y al que el propio comisario de la exposición, Enrique Bonilla, calificó como una “utopía andina”. Y es que la propuesta pretende llevar ni más ni menos que el agua desde el Amazonas hasta la costa peruana del Océano Pacífico, y con ello, construir un túnel de 20 kilómetros por la cordillera de los Andes.

Pero eso no es todo: el pack incluye el levantamiento de una nueva ciudad, que pese a su novedad, trate de respetar la forma que tenían las creaciones artesanales de la civilización moche, que durante la época precolombina ocupaba las tierras del proyecto.