OPINIÓN

Fútbol y Educación

Alberto Niel

Revisando viejos papeles vine a encontrarme con uno que escribiera hace doce años, que supongo mantiene actualidad.

Hablemos un poco de fútbol, deporte multitudinario y apasionante del que todo el mundo habla y opina, ve en los estadios personalmente o por televisión o escucha por radio; y como todos se sienten técnicos me tomaré el atrevimiento de incluirme... sin serlo.

Mi avanzada edad supone una cierta experiencia, dado mi acendrado entusiasmo por toda clase de deportes. Antes, los practicábamos porque teníamos ganas y éramos actores no espectadores. Actualmente es un espectáculo profesional de extraordinaria atracción en todo el mundo, movilizando cifras astronómicas de dólares y demás monedas de variados nombres. Los clubes tratan de constituir sus equipos con los mejores jugadores, dirigidos por los técnicos más capaces y están siempre al borde de las quiebras económicas. Los equipos, para competir con alguna posibilidad, deben rendir al máximo, para lo cual necesitan un estado físico excelente de sus jugadores merced a un entrenamiento específico, un estado mental adecuado y ganador y una paciencia de santos para aguantarse las maniobras violentas o arteras de sus adversarios y los desaciertos del árbitro, que es un ser humano y por lo tanto falible, para evitar su amonestación o expulsión y las palabrotas de la hinchada adversaria y frecuentemente de la propia por causa de una falla.

Pero yo quería hablar de otra cosa. Pareciera que nuestros técnicos todavía no se han dado cuenta de varias cosas muy del básquet, deporte que tanto se le asemeja: los jugadores deben ser polifuncionales y poliubicados, sabiendo manejar fácilmente el cuerpo, la cabeza y ambos miembros en cualquier posición, tanto en reposo como en movimiento, acompañando al que está en posesión de la pelota, destapándose continuamente para facilitar el pase y adelantándose a recibirla, no esperando a que le llegue, ya que puede ser interceptada, cosa que hacen tan bien los brasileños y que, por lo visto, nosotros no aprendimos todavía. Hay que practicar hasta el cansancio el pase de primera intención, de aire, sin parar y acomodar la pelota, ganando en tiempo y velocidad.

Eso se aprende peloteando contra la pared si están solos o jugando tenis con los pies si son varios. ¿Se acuerdan del colombiano Valderrama? Su genialidad hacía aparecer como que todas las pelotas lo buscaran en base a su intuición que lo llevaba a ubicarse siempre en el lugar preciso... y destapado. Nunca retenía la pelota y le pegaba de cualquier manera con toda naturalidad, dando el pase preciso al compañero o al lugar donde debía recibirlo a la carrera. Lo mismo ocurría con Maradona entre nosotros y con Raúl Calvo en el básquet y estoy nombrando a auténticos cracks que utilizaban el anticipo mental y físico, condición indispensable para destacarse y triunfar en esta época tan extraordinariamente competitiva.

Mi conclusión es por lo tanto: nada puede esperarse de un equipo de fútbol que tenga jugadores que no sepan destaparse y anticiparse: y si no lo hacen espontáneamente que lo sepan, lo aprendan y lo practiquen hasta hacerlo una costumbre. Dicen que el tiempo es oro y el proverbio también es válido para el fútbol.