La Casa Rosada no despeja desconfianzas
El dólar paralelo es el síntoma
El mercado informal de la divisa es chico, pero simbólico. El peso pierde valor, aumentan los costos de producción y los precios, los exportadores pierden competitividad y el gobierno no despeja su propia incertidumbre.
Benito Geist
—¿A cuánto me vendés?
—Nueve.
—¡Pero mirá que en Buenos aires está bajando!
—Eso va a durar poco.
La charla con un arbolito de la city santafesina -ayer por la tarde- sirve para medir la desconfianza que de antemano hay sobre las medidas coyunturales que ensaya el gobierno nacional sobre el mercado paralelo de la divisa.
Guillermo Moreno habría llamado por teléfono a los operadores de la city porteña con una orden: el blue a menos de $ 8,50 y después nada de ventas hasta el martes que viene. Como un “feriado paralelo”.
Y Amado Boudou habría tomado contacto con emisarios sindicales para imaginar un acuerdo con la CGT oficialista de Antonio Caló y con los industriales para un acuerdo de precios y salarios que contenga desbordes.
Todos rumores más o menos ciertos sobre medidas informales y sobre la marcha. De concreto aún no hay nada, excepto que en la city porteña la cotización del dólar informal bajó a los niveles sugeridos por el secretario de Comercio (en Santa Fe 8,70 esta mañana) mientras “se gana tiempo”.
El problema para la Casa Rosada no es el dólar informal -apenas un síntoma- sino la capacidad de adquisición del peso. Allí puso el acento la presidenta ayer cuando advirtió que podrían flexibilizar las importaciones en “sectores con empresas monopólicas” que aumentan precios al consumo interno, aunque advirtió a los importadores que “no se refrieguen las manos porque vamos a hacer un sistema para que ellos no se queden con la diferencia”.
Cristina sabe que en la góndola está la sensibilidad de los electores y la suerte de lo que el oficialismo llama modelo.
La presidenta reconoció el problema a confesión de parte -por boca propia- sin que medie una sola definición del ministro de Economía, Hernán Lorenzino; ni del vice Axel Kicillof o de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Todos tienen una visión distinta sobre de lo que hay que hacer, pero ninguno de ellos habla del tema.
Marcó del Pont habría amenazado con irse porque la presidenta le encomienda el mercado cambiario a Moreno y al titular de la Afip. Pero el kirchnerismo no le entrega cabezas al mercado, mientras Echegaray sólo amenaza con más controles y dice que él apenas “cobra impuestos”, en referencia al 20 % sobre ventas de pasajes y paquetes turísticos que, de hecho, devalúa el “dólar turista” aunque le pongan otro nombre. El mismo eufemismo que con la inflación; eso que en un barrio cualquiera se llama mentira.