Tribuna de opinión

Santa Fe capital

J.M. Taverna Irigoyen

Tema que puede ofrecer diversos sesgos analíticos y más de un disenso, es sin embargo motivo importante a discutir, a debatir, aún a merecer la participación individual y colectiva de los santafesinos, en el sentido de clarificar lo que corresponde al concepto de provincia. Superadas ciertas épocas de diferencias político-sociales entre el centro y el sur; sin sustento el polémico enfrentamiento de los dos polos poblacionales más importantes; abiertos ya sin antinomias los canales de desarrollo y crecimiento, Santa Fe ofrece, en el marco nacional, un ejemplar ordenamiento social y productivo.

De acuerdo a mediciones de 2011 elaboradas por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC), en base a la metodología consensuada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Consejo Federal de Inversiones (CFI), Santa Fe tuvo un crecimiento superior al 8% en su Producto Bruto Geográfico, muy por encima de su promedio de largo plazo del 3,2 % anual. Con estos datos -$ 171.780 millones de PBG, frente a Córdoba, con $ 132.229- nuestra provincia se ubica como la segunda en la economía nacional, detrás del aglomerado que conforman la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires. Situación de indiscutible privilegio, que el director del IPEC caracterizó destacando que el mayor crecimiento se dio en los sectores productores de bienes, por sobre los sectores productores de servicios. Es decir que la evolución anual de la economía santafesina presenta una armónica y efectiva articulación de inversiones, mercados y proyectos, facilitando la toma de decisiones del sector público en todos sus niveles, ya sean fiscales, de inversión pública o de transferencia.

La ciudad de Santa Fe, capital de esta provincia, registra -por sobre procesos históricos, jurídicos, políticos y sociales- un sentido fundacional ineluctable. En cada uno de los capítulos que configuran su nacimiento, desarrollo y protagonismo, Santa Fe Capital observa en el marco nacional una presencia que va mucho más allá de lo que puede suponer un mero enclave administrativo. Sin remontar los tiempos de luchas federales y otros hitos de la patria grande, el sólo hecho de representar al nacimiento de Nación en la gesta de los Constituyentes, la ubica en un plano distintivo y jerárquico. Ciudad de proclamas y de reivindicaciones sociales y políticas, su historia la proyecta tanto cuanto la define en el marco territorial del país.

No obstante, ocurre con notable frecuencia (y a niveles diferentes que sin duda carecen de intencionalidad), que Santa Fe Capital se desdibuja, pasa a veces a un segundo plano y no aparece con claridad como la sede natural del gobierno y de los poderes públicos. Así, con urticante frecuencia los medios de información equivocan y dan a la ciudad de Rosario el lugar que corresponde a la capital provincial. Esto, sin dejar de advertir que en informaciones generales -las meteorológicas, por dar un solo ejemplo- es omitida la ciudad capital de la provincia. Es posible considerar que tal vez estos equívocos puedan deberse a la densidad demográfica de la ciudad del sur y su innegable potencial económico. Ello no entra en discusión, si bien no equivale a un razonamiento de prueba sustentable. Porque es como si se ignorara, en el caso de la provincia de Buenos Aires, que La Plata es su capital y no la hoy denominada Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La cercanía de las dos grandes ciudades de la provincia no fue óbice para que, hace algo menos de tres décadas, se instalara semanal o quincenalmente en Rosario parte del gobierno provincial, poniendo despachos. Esta conducta, que continúa hasta el presente, suscitó polémicas y discrepancias. Este mismo medio periodístico sacó en la oportunidad un valiente editorial que llevaba el mismo título de esta nota. Pero la decisión fue implantada y refirmada por el tiempo.

Habría que considerar hoy, por sobre resemantizaciones, si no ha llegado el momento de ubicar a Santa Fe Capital, como concepto y normativa de uso general. Como en un sentido similar hacen los cordobeses, con su pertinaz proclama de Córdoba Capital que manifiestan en publicidades y otros órdenes turísticos y económicos, así como en el imaginario colectivo de su gente.

El Municipio de Santa Fe registra en eslóganes y en íconos de sus servidores, el de Santa Fe ciudad. Es una determinación que quizá no responde a un preciso consenso de la comunidad toda. Habría entonces que analizar y reformular este concepto para -más allá de eufemismos- ubicar al ejido capitalino en su auténtico predicado. El ejemplo que desde hace años exhibe con orgullo Córdoba, puede constituír -más allá de divergencias y fundamentaciones- un buen camino a emular. Pensémoslo.

Habría que considerar, por sobre resemantizaciones, si no ha llegado el momento de ubicar a Santa Fe Capital, como concepto y normativa de uso general.